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Más que un “loquito”

Milei, el paleolibertario

Un análisis del amplio espectro que cubre el llamado pensamiento libertario, que en muchos casos, parece estar en las antípodas de las propuestas que el candidato de La Libertad Avanza desgranó a grito pelado en la campaña.

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Milei. | cedoc

Luis Diego Fernández compiló el libro “Utopía y mercado: Pasado, presente y futuro de las ideas libertarias, del sello Interferencias, de la editorial Adriana Hidalgo. Allí busca reflejar los diferentes rostros del pensamiento libertario. De la izquierda a la derecha, toca temas como el sexo, las drogas y hasta las criptomonedas. En esta nota, el doctor en Filosofía analiza para PERFIL la corriente libertaria argentina y el fenómeno Javier Milei.

—¿Qué es en concreto la corriente libertaria y qué proponen? 

—Más que corriente, yo diría que el libertarismo es una filosofía política. Nacida en la segunda mitad del siglo XX en los Estados Unidos, tuvo su auge teórico en la década del 70. Parte de una visión de la libertad negativa, es decir, de no interferencia del Estado en el cuerpo de cada uno de nosotros, en el mercado y en los países extranjeros. 

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Es una filosofía política que es aislacionista en materia de política exterior, que defiende las libertades civiles e individuales y que defiende la posición de libre mercado sin regulación o con muy baja regulación. 

—¿Cómo se inscribe Milei dentro de esa corriente? 

—Es un representante claro de una corriente del libertarismo, que es el “paleoliberalismo”, que surge en la década del 90. Hay un texto –que yo diría que es fundacional– de Murray Rothbard, que es uno de los padres fundadores del libertarismo, que se llama Populismo de derecha. Ahí desarrolla ocho puntos estratégicos en los cuales plantea, básicamente, lo que propone Milei: una reducción drástica de impuestos, mano dura en materia de seguridad, la eliminación de la reserva federal, es decir, de los bancos centrales, la defensa de la cultura desde el punto de vista conservador. 

Esa es la gran diferencia de Milei, que es un paleolibertario, con otras corrientes libertarias. Hay un giro reaccionario, que se da en la década del 90, que encarna esta corriente. Y por eso Milei tiene posiciones muy reaccionarias, muy conservadoras, y se alía tácticamente con sectores tradicionalistas, nacionalistas católicos, etcétera. 

—¿Es correcto considerar a los libertarios “ultraliberales” o de “ultraderecha”?

—Es un poco complicado. Yo diría que en lo que respecta a las libertades económicas son de derecha, y en lo que respecta a las libertades personales los libertarios son de izquierda. Desde el punto de vista de las libertades individuales, buscan la no regulación del Estado en referencia a los cuerpos. De ahí se derivan, por ejemplo, políticas que avalan todo tipo de vínculo sexual con consentimiento o de descriminalización en materia de drogas. 

Las posiciones respecto del aborto son muy divididas. Hay algunos libertarios, como Milei, que están muy en contra, apoyándose en el principio biológico, en la vida. Otros valoran una posición pro-choice (pro elección) de la mujer respecto de su cuerpo. Está muy dividido. Pero, en líneas generales, en las libertades civiles, tienen posiciones que uno podría considerar progresistas. Y, en las cuestiones económicas, son más bien de derecha.

Cuando uno ve la encarnación local, que es Milei, tiende a pensarlo como de extrema derecha, porque buscan la no regulación en el mercado y, entonces, parece más asimilable. 

—Algunos medios del exterior hablan “del Bolsonaro argentino”. También fue a ver a Vox en España y el partido de la italiana Giorgia Meloni lo felicitó. ¿Ves puntos ideológicos en común con esos grupos? 

—Es cierto que Milei fue a un acto de Vox, y tiene contacto con el hijo de Bolsonaro. Sí, los puntos ideológicos comunes yo diría que forman parte de esta misma escisión. A veces se habla de la nueva derecha, que apareció en los últimos años, probablemente en los últimos diez. Anteriormente se hablaba de la derecha alternativa. Todo esto creo que surge con el trumpismo, desde el año 2015, 2016. Van apareciendo diferentes focos que de alguna manera articulan estrategias populistas de derecha. Milei se posiciona en esta dirección. Tiene diálogo con estos referentes políticos. Los puntos ideológicos en común que tienen son expresiones de este “paleolibertarismo”, porque, en materia económica, son fuertemente liberales, pero en materia moral son fervientemente conservadores e incluso reaccionarios. Ahí hay un core ideológico común. 

Cada uno tiene su particularidad, porque cada cultura tiene su historia. En Vox hay un diálogo con el franquismo. En el caso de Trump hay un diálogo con la tradición conservadora estadounidense, incluso con el Ku Klux Klan. En el caso de Bolsonaro, el diálogo es con el evangelismo brasileño. 

Y en el caso de Milei, uno puede ver que hay relación, en sus listas y en quién conforma su entorno, que son los candidatos y quienes trabajan con él, con los sectores clásicos de la derecha argentina, que es el nacionalismo católico, sectores negacionistas. Esa gente está junto a él porque forma parte de la historia conservadora de la Argentina. Hay una articulación con lo viejo desde la novedad de esta posición paleolibertaria.

—¿Quiénes son los grandes exponentes del pensamiento libertario?

—Para responderte los principales exponentes voy a hablar de mi libro, que es Utopía y mercado: Pasado, presente y futuro de las ideas libertarias, editado por Interferencias, un sello de Adriana Hidalgo. En el libro tengo un estudio preliminar donde desarrollo lo que es la historia de esta filosofía. Es una filosofía absolutamente estadounidense, muy coyuntural y muy compleja porque responde sobre todo a la realidad norteamericana. 

Los principales exponentes que van a encontrar son, desde los clásicos liberales libertarios como Ludwig von Mises, Hayek, como Ayn Rand, Milton Friedman. Pasando a la izquierda libertaria, que es una parte de esta historia que es poco conocida, con Murray Rothbard, o Kevin Carson. 

Después en este giro reaccionario que encarna Milei también hay otro autor que es muy importante que se llama Hans-Hermann Hoppe. Algunas autoras feministas libertarias como Wendy McElroy, que defiende la pornografía desde el punto de vista individualista. Otros autores como Thomas Szasz: un psiquiatra libertario que defiende un libre mercado de drogas. Es un árbol muy frondoso, con un montón de ramas.

—¿Milei es “un loquito”, o más allá de sus gritos y provocaciones ha divulgado algunas ideas con densidad?

—No, yo creo que decirle loquito es bajarle el precio. Hoy lo podemos ver, con el diario del lunes, con un 30% de votos en las PASO, que es una fuerte interpelación a la sociedad. Sobre todo a ciertas capas, a las capas medias bajas, a las capas que no esperan nada del Estado, que regresaron con el establishment del kirchnerismo durante 20 años. Indudablemente Milei encarna lo nuevo, con sus características, con su estética que es muy disruptiva. Este discurso fuertemente libertario es muy disruptivo incluso en su estética. Usa camperas de cuero, su peinado, cómo se presenta: no tiene nada que ver con la imagen que uno puede tener de un candidato de derecha conservadora de la década del 80, que era alguien de saco y corbata, casado, padre de familia. Milei, incluso en su forma de vida, no tiene nada que ver con un estilo de vida conservador: no tiene hijos, vive con sus perros, rompe absolutamente ese arquetipo de alguien que uno puede pensar como representante de la derecha. Entonces no, yo creo que “loquito” es minimizar un fenómeno que es ciertamente importante y que interpeló desde el punto de vista sociológico y antropológico a la Argentina. Me parece que se requiere un análisis más de tipo sociológico que politológico con Milei.

—¿Es propio de los libertarios expresarse como si se tratara de un show, un espectáculo?

—No sé si se puede hablar de los libertarios en un sentido universal. Uno puede pensar en el caso de Trump o en Milei: son políticos disruptivos y performáticos. Hay un elemento de performance. Yo lo pensaría como una puesta en escena. Hay un tipo de discurso que puede ser agresivo en muchos casos, políticamente incorrecto. Hay una estetización, una estética osada, audaz y que es muy seductora para los jóvenes. 

Los representantes de esta nueva derecha son atractivos, también, por eso, porque el progresismo se aburguesó, se encerró en una dinámica absolutamente endogámica, olvidando, por ejemplo, disputar el concepto de libertad. Entonces sí, es un show en el sentido de que es impactante. 

—¿Es peligroso el discurso libertario?

—No necesariamente. Es una oportunidad para repensar un montón de variables, por ejemplo, la de la libertad. Más en la Argentina, después de 20 años de kirchnerismo es necesario repensar la libertad económica que estuvo obturada sistemáticamente. 

Argentina, me parece, desde el punto de vista de las libertades civiles ha avanzado muchísimo, por ejemplo en la autonomía de la sexualidad. Sin embargo, no así en las cuestiones económicas. El Estado es una traba, el Estado obtura a los emprendedores, a cualquier persona que se quiere poner un pequeño negocio. El discurso libertario es una bocanada de aire fresco, es una ruptura, e indudablemente, gran parte de la población, sobre todo joven, lo está considerando así. Lo que puede ser peligroso es cierta deriva reaccionaria, si se pone en tela de juicio ciertos aspectos, que yo creo que tienen que ver con la autonomía de la sexualidad, como el matrimonio igualitario o el aborto.