Calificación: Buena.
La industria televisiva, y sobre todo el dinero que la atraviesa, suele poseer itinerarios azarosos. En 2017 la señal de cable norteamericana Starz estrenó la primera temporada de American Gods –que luego Amazon difunde alrededor del mundo, sin producirla–, y hubo que esperar dos años para ver la continuación. El motivo fue que, pese a la unánime respuesta positiva de la crítica, hubo recorte presupuestario, lo que desencadenó la renuncia de los creadores Fuller y Green. Ese tiempo se explica por los cambios en la producción: el guionista Neil Gaiman (con contrato de exclusividad con Amazon) pasó a ocupar un rol más importante, y prácticamente hubo que barajar y dar de nuevo.
La pregunta era si American Gods, con tantos idas y vueltas, iba a lograr mantener el nivel superlativo de la primera temporada. La respuesta es: ni. A nivel de producción no se ven grandes diferencias, salvo que desaparecieron casi todas las imágenes oníricas o de historias pasadas, lo visual ya no es impactante pero continúa muy por encima del promedio de series. Curiosamente, en lo que no logra el nivel, es en el ritmo narrativo. La primera temporada, maravillosa, poseía un ritmo trepidante, en especial en la primera mitad, y ésta tiene otro más cansino, que por momentos puede resultar un tanto tedioso. La paradoja es que esto ocurre por un “error” de la primera temporada, donde en pocos capítulos despacharon la mitad de la excelente novela original. Desde entonces, el autor profundiza en los huecos que quedaban en la historia, explora por lo que no se había contado en el papel. Muchas veces enriquece, en pocas oportunidades se empantana.
Pero claro, American Gods temporada 2 mantiene el ancho de espadas: el genial Ian McShane continúa siendo Wednesday/Odin, y se come la pantalla. Junto a él, Pablo Scheiber como el Leprechaun sabe entregar una gran actuación. Pero también con ellos, el protagonista Ricky Whittle continúa poseyendo menos carisma que Rodríguez Larreta.
En el medio, esta guerra entre dioses clásicos y modernos se puede disfrutar. Una serie distinta al resto, que se permite ir más allá de las tramas prefijadas. Y que, si bien por momentos se focaliza demasiado en la realidad contemporánea de los Estados Unidos (al fin y al cabo, se llama American Gods), continúa adentrándose en la forma en que los seres humanos se rindieron ante dioses como el dinero o la tecnología.