Nadie nunca dudaría que San Diego Comic Con, que acaba de cumplir 50 añitos, es la reina de las convenciones de cultura pop. Pero del otro lado, más amable con nuestro uso horario y nuestro (mal) uso del término Comic Con (nuestras versiones locales como feria de ventas XL que aúnan esfuerzos con las mismas distribuidoras todos los años), está la New York Comic Con, la producción Reed Exhibitions que año a año genera el evento de cultura pop más grande de la costa este en Estados Unidos. La NYCC, tal su sigla, se ha convertido en una plataforma de lanzamientos más vinculada al mundo de las series (de las series más cercanas, claro, al fanático de The Walking Dead, siempre una presencia enorme), de Rick Baker (el famoso nombre de Hollywood que será aquí celebrado) o de Star Trek (que posee varios paneles preparando motores para Picard, el nuevo show de la franquicia con la presencia Patrick Stewart).
Lo fascinante de la NYCC es –y el evento que aglomera más de 150 mil visitantes en cuatro días del 3 al 6 de octubre lo sabe– la cultura pop en Manhattan. El pasear mano a mano por las calles de Midtown con fans disfrazados (desde crossplay de personajes de Game of Thrones –es decir, cosplay que implica también la alteración del género sexual– a familias enteras disfrazadas de Avengers), sintiendo los ruidos de Manhattan al mismo tiempo que esa vibración feliz, comunal, apretada del “aquí estamos, somos nosotros” es una energía distinta. Ir a un salón del Madison Square Garden a ver el anuncio de la tercera serie de The Walking Dead hasta pasar por Midtown para ver un evento de Johnny Walker basado en su bebida generada junto a Game of Thrones genera una nueva Gran Manzana. Ahí está su real encanto: en cómo viste, cómo hace que la ferocidad de Nueva York se disfrace de aldea donde palabras como Marvel, Batman, Outlander, Chip Kidd, Billie Dee Williams, She-ra, Apple TV+, Angel, Neil de Grasse Tyson, Funko, Watchmen, The Expanse, Alien y más generen un mapa al azar del estado de determinado y muy poderoso hoy rincón del mundo y del espíritu de época.
La NYCC se encarga de una cosa: que se sienta que esta es la convención que daría una ciudad hiperquinética e hiperactiva como Nueva York. No se puede hacer todo, no se puede ir desde el espacio dedicado puntualmente al ánime y manga o aquel dedicado al cosplay (al arte del disfraz de un personaje que se busca interpretar) hasta el Hammerstein Ballroom, teatro ubicado enfrente del Madison Square Garden donde han desfilado pobladores del Monte Rushmore geek como Neil Gaiman o Mark Hamil. Por ello, si por un lado aparece Jim, “creador de la saga del infinito que Marvel usó y abusó en el cine”, Starlin firmando en el literal supermercado de nombres del mundo de la historieta (el Artist Alley, un paraíso como ningún otro para los enamorados del medio de los cómics) y por el otro Paul Rudd o Tom Hiddleston realizando photo-oportunidades (no se olviden: esto es un negocio y muchas celebridades pasan algunos días foto tras foto detrás de unos paneles dignos de exhibición en La Rural), es porque la NYCC adora ese ritmo, esa idea de posibilidad. Y la diferencia con el gigante de San Diego es precisamente su capacidad para ser caos, gigante, neoyorquina desde apostar a contenidos de nuevas series (justo se coincide con la época de lanzamiento de varias de ellas, tal el caso de la mencionada The Walking Dead o de la animada maravilla aquí presente llamada Big Mouth, una de las varias apuestas de Netflix al evento).
Su más importante castillo es el Javits Center, una ciudad dentro de otra ciudad, hecha de varios pisos intercalados, donde hay desde paneles con Robert Kirkman, papá de The Walking Dead en el papel, hasta presentaciones de shows como Snowpiercer (basada en el film de culto, que esta a su vez basado en un cómic), celebraciones de, por ejemplo, los veinte años de la serie animada Batman Beyond (para el fan, todo se trata sobre el calendario) y un muy presente interés en la diversidad, en paneles que reflejen diferentes voces, o incluso hasta paneles que buscan dar consejos para vender su serie de cómic a la TV, o hablando sobre números puntuales de la industria que vio nacer hacer ochenta años a Batman. La palabra “colmena” es exagerada, pero hay algo de eso: lo que no existe de nombres enormes, como si fuera el panel de Marvel en San Diego Comic Con o la presentación de Star Wars en la D23, sí existe en términos de varios pliegos del mundo series, cómics, manga, ánime y cosplay unidos. Por cada presentación de algo grande, como puede ser el debut de Primal, la nueva serie animada de Gendy Tartakovsky, hay también un ecuánime en el otro lado del espectro (charlas sobre la representación latina, presentación de Randall Munroe, el famoso científico devenido best seller por sus dibujos con palotes, o incluso un panel de Samantha Bee, una famosa conductora que ha hecho su nombre por su filo a la hora de determinadas cuestiones).
Pero el sistema nervioso de un Comic Con, y sobre todo del NYCC, es su cardumen, su legión: se podría tan solo perder días, todas sonrientes, en recorrer el Javits Center para ver a miles de cosplayers disfrazados, cosplayers que van desde el profesionalismo (robots gigantes que llevaron un año y medio en ser construidos) hasta la versión más cruda, urgente e intencionalmente abocada a la felicidad (por ejemplo, perritos que mastican versiones caninas deglutibles del Trono de Hierro). Porque se puede hablar de los eventos, de cómo aquí Apple TV+ empieza a dar sus primeros pasos geek junto al director de Sexto sentido, M. Night Shyamalan, y la serie Servant, de la ausencia inesperada de Disney+ (que se lanza en noviembre), de los stands gigantes que mezclan marketing con parques de diversiones, de las pilas y pilas de originales del cómic en venta como si fueran revistas en pleno San Telmo. Pero el gran sistema nervioso de NYCC es su cruce, la forma en ciudad, geeks e industria se cruzan, saludan y disfrazan en una ciudad que parece todo lo tiene, todo lo oculta y todo lo sirve en una enorme e inabarcable bandeja.
La gran espera
Hay un evento que marcará, quizás, la nueva edición de NYCC: Watchmen. La serie basada en el cómic de Alan Moore y Dave Gibbons, considerada la obra maestra del género de los superhéroes (ni tanto ni tan poco: es una obra superlativa, pero como en cualquier medio, se confunden milagros con aquello que debería gustarnos sí o sí), llega a HBO este mismo fin de semana. Y no solo eso: la serie liderada por Damon Lindelof tendrá un panel enorme el sábado, donde gran parte de su elenco estará presente y donde se verá el primer episodio de la serie que HBO estrena el 20 de octubre y que desesperadamente quiere se convierta en su nueva Game of Thrones, su nueva nave nodriza que capture el domingo a todo el planeta. ¿Tendrá esta secuela del cómic con qué lograr los honores? Entre series siempre celebradas y aquí tienen un lugar que en otros sitios no, está Riverdale, la serie culebrón pop como ninguna otra basada en el mundo de Archie y su pandilla. Por suerte, aquí se verá a Robert Aguirre-Sacasa, el responsable de renovar al colorado y demás habitantes de Riverdale. Se verá el piloto de Batwoman, la nueva joya de la corona DC en la televisión y se espera llegue el tráiler de Crisis en las Tierras Infinitas, el evento que unirá a varios nombres de las series de la TV inspiradas en personajes de DC (desde Burt “Robin” Ward hasta la nueva Supergirl). Tan grande es Game of Thrones que está la visita de su fotógrafo principal, Helen Solan, y su diseñadora de producción, Deborah Riley, tendrá una charla para contar el final más complicado del año.
*Desde New York