Antonio Birabent se dio el gusto: quería sacar dos discos al mismo tiempo y lo hizo. La particularidad es que no se trata de un álbum doble unido por un mismo concepto, como él mismo aclara muy pronto, sino de trabajos que tienen poco que ver entre sí, salvo por su presencia. Hijos del rock es un disco con invitados de lujo: su padre (Moris), León Gieco, Manuel Moretti, Lisandro Aristimuño, Juliana Gattas y hasta el poeta Fabián Casas. Y O. es un álbum más personal, grabado con la banda con la que actualmente toca en vivo. La empresa era ambiciosa, pero Birabent hizo todo por su propia cuenta: “Hace veinte años que vengo grabando discos y sacándolos de ese modo, no es nada nuevo para mí –asegura–. Por otra parte, ninguna compañía se interesó lo suficiente por editarlos. Me sentí más tranquilo haciéndolo de esta manera, no quería forzar una situación porque, si salía mal, no me lo iba a perdonar nunca”. A mediados de julio, Birabent presentará oficialmente estos discos, que son hermanos pero no gemelos, en La Usina del Arte. Contratado por la Tv Pública está viviendo en Río de Janeiro por el rodaje de la serie Supermax, primera producción en español de la red brasileña Globo, con Cecilia Roth y el español Santiago Segura en el elenco, y música de Gustavo Santaolalla. “La música significa para mí mucho trabajo, enorme dedicación –sostiene Birabent–. Mientras hablo con vos, estoy mirando las cajas llenas de discos que tengo en mi casa. Me acaban de llegar y me ocupo yo mismo de la distribución, hago todo a pulmón. La actuación es otra cosa: me relaja, es puro placer. Hago un trabajo comprometido, pero lo disfruto mucho. Ahora me voy dos meses a Río de Janeiro y pongo toda mi energía en eso, pero no paro con la música: tengo un cuaderno gigante con letras, fechas de ensayos, trámites de Capif... Es interminable... Actuar es, de alguna manera, muy simple al lado de todo eso”.
—¿Cuál fue el disparador de “Hijos del rock”?
—El berretín de hacer dos discos y editarlos juntos lo tengo desde hace mucho, pero no lo había podido consumar hasta ahora. Es la primera vez que tuve el tiempo y la constancia para hacerlo. La primera persona en la que pensé fue León Gieco. Un día lo llamé –es un teléfono que, no sé my bien por qué, sé de memoria– y le conté la idea de escribir y grabar una canción con él. De inmediato me contestó que sí, y yo pensé: “Qué boludo, cómo tardé tantos años en pedírselo”, porque era una idea que tenía desde hace mucho tiempo. Había mucha gente conocida con la que quería grabar canciones. Y así terminé haciedo este disco, que es un panorama del rock argentino contemporáneo y sus arrabales.
—Con tu padre ya habías grabado un disco completo hace unos años, “Familia canción”. ¿Te gusta trabajar con él?
—Sí, obviamente. Pero en este caso fue una idea de la industria. Cuando le mostré el tema Hijos del rock a una persona de una discográfica, me dijo: “Esto lo tenés que cantar con Moris”. Y le hice caso. Cantan él y León, es uno de los mejores momentos del disco, en mi opinión. Todo este disco con invitados está planteado como un cambalache, desde la diversidad absoluta. Me propuse dejar de controlar tanto, permitir que fluyera la música. Yo, que soy tan comandante de mi carrera musical, esta vez elegí perder el control. Por eso en la tapa se lee: “Antonio Birabent presenta”. Soy un presentador que introduce y reúne artistas muy diferentes, pero que en todos los casos admiro. Es una demostración sana de libertad musical.
—En “O.” tocan Víctor Volpi, Alejandra Moro y Mauro Scaparro, tu banda actual. ¿Sos un solista con sesionistas o parte de un proyecto grupal?
—Siempre he tenido la inteligencia de rodearme de personas que tienen una comunión, que demuestran interés. Diría que soy un solista brutal: la gente con la que toco tiene que estar my involucrada. No entiendo la música sin el compromiso sentimental