Veinte años después de Color esperanza, con un disco como Atlántico a pie que traduce su paso por la pandemia y de cara a una serie de recitales en vivo en ciudades como Buenos Aires (19, 20 y 21 de mayo en el Gran Rex, con chances de sumar más shows), en Rosario (2 de junio en el Metropolitano) y en Córdoba (el 4 d ejunio en la Plaza de la Música), Diego Torres regresa. Pero, por supuesto, Diego Torres nunca se fue, nunca se va. Se ha convertido en esos nombres que circulan, que están (para bien), que suenan y que generan un bálsamo en momentos (Color esperanza como contracara a nuestra crisis de 2001, su alegría de hoy como respuesta al gris que sigue siendo nuestro incierto día a día). Atlántico a pie el disco que lanzó el año pasado habla, por supuesto, de estos años, de su freno, y del freno mismo del mundo. Le dirá a PERFIL: “El no poder viajar, el no poder tener esa libertad de movimiento que uno tenía y no te dabas cuenta. Hace conciertos por todo el mundo. Esa libertad de poder moverse es algo que no fue fácil de asimilar. El hecho de no saber cuando volvían los conciertos, como eso se complicaba. Eso afectó mucho a nuestras personas, a nuestros trabajos. Empezas a revisitar, a ver a que le dabas valor y no lo tenía, y a que no le dabas valor y lo necesitaba. Todo esto nos da la posibilidad de reordenarnos”.
—Tu madre Lolita, tu sobrina Ángela Torres, tu sobrino Benja Torres: hay en tu familia un legado vinculado al arte. Pero, te pregunto, ¿qué representa para vos entonces, pensando en aquel pasado y ese futuro, la palabra legado?
—Para mí el legado tiene que ver con haber sido agradecido de recibir una herencia a partir de la idea de una educación, herramientas que te hacen ser de una manera o tener una esencia como persona. Ese es el legado, que es lo que te hace como persona y cómo te criaron. como te hicieron vivir un montón de cosas. Y como vos implementas eso en las generaciones para abajo. Eso va más allá de mi familia en particular, esto puede ser referido a lo artístico, a lo humano, a ambas cosas, a lo profesional, o a lo personal. A ese legado es al que yo le doy valor.
—En ese sentido, de legado que permite andar los caminos que queres andar, ¿qué has descubierto de la vida que solo podías descubrir a partir de la música?
—Yo creo que a través de la música encontré libertad, un horizonte amplio, y la vida me fue demostrando que si uno tiene ganas, e inquietudes, podes enriquecer y ampliar ese horizonte. Liberarme de prejuicios, y, al contrario, directamente aprender de otras culturas, de otros artistas, de otros países lógicamente. Creo que ahí se traslada toda la experiencia de cuando empecé todo ese camino de vida que uno viene recorriendo, y que sigue recorriendo. Ahí está la importancia de andar.
—¿Qué pasa cuando miras para atrás y ves ese camino? ¿Qué es lo primero que te genera?
—Y…es como una mezcla de emociones, de añoranza. De ilusión también. El otro día fui a una entrevista que me hicieron y había una pantalla gigante atrás con fotos, fotos de todas las épocas de mi carrera, de toda mi vida. Y me quede detenido, porque me llamó la atención. Fue un paseo en el túnel del tiempo. Es una edad, la que estoy, en la que uno empieza a apreciar ese camino, ese recorrido, que estás haciendo, de dónde venís y adónde estas. Más joven no aprecias y valoras eso.
—¿Añoranza por qué…?
—Soy un tipo que añora, nostálgico. Soy muy porteño. Tengo olor a tango en mi persona. Es algo que es natural. Lo tenemos mucho los porteños de Buenos Aires. A veces la gente piensa que porque estás viajando, porque estás acá y allá, porque necesitas tener dos bases y estar un poco en Buenos Aires y allá, todo eso acentúa más la añoranza. Aparece un sentido de pertenencia que cuando estás en tu lugar, no es necesario a veces. Ya estás ahí, y no te das cuenta de la cosa incorporada: es tu casa, es tu barrio, es tu panadería, es tu colegio, son tus amigos. Por eso cada vez que vuelvo a Buenos Aires, y ahora hacía mucho que no venía, valoro y disfruto mucho estar acá. Añoranza aparece también por el pasado: cuando se te murieron afectos importantes, añoranza por tu infancia, por tus recuerdos. La gente que ya no está y fue importante. A veces siento añoranza por esa vida linda que tuvimos, y no queda otra que aceptar el paso del tiempo, pero no lo digo por envejecer o no. Es porque el tiempo es todo lo que hay y las cosas pasan.
—¿Te gustaría volver atrás y decirte que disfrutes un poco más todo lo que te pasaba hace 20 años?
—Está bueno que pase eso de tener buena gente alrededor. Hay momentos intensos que uno puede transitar, entonces a veces esta bueno que venga y se te pare enfrente alguien y te diga “Disfruta, yo sé que estas preocupado, pero disfruta estas otras cosas, disfruta todo sto”. Está bueno que venga alguien y te avive, no en el sentido de la avivada, si no de entender un poco más la vida. Algo que te ayude llegar a los más primario.
—¿Cómo sigue tu vínculo con la ficción?
—Siempre estoy en contacto, leyendo cosas. En este calendario de giras y shows estoy viendo como participar en proyectos que hay dando vueltas en estos momentos. Pero no hay que preocuparse, más allá que ahora es el momento de las giras, el oficio de actor esta siempre presente.
—¿Cómo definirías tu música? ¿Cómo definirías lo que has hecho en este tiempo con tu obra?
—Yo creo que sin querer queriendo fui moldeando, como quien va moldeando una vasija. Sin querer vas armando eso: primero el disco que arranca, el segundo, vas viendo que te gusta y que no. En este trabajo hay que tomar muchas decisiones todo el tiempo. Es importante con quien contemplas las decisiones, a quién escuchas y das valor en lo que opina y en lo que dice. Gente que incluso te cambia el punto de vista. Mi música se fue moldeando en eso, en esta inquietud de alguien que empezó cantando reggae, una balada en el piano…esos primeros discos con “Cachorro” López, que fue una persona importante en mis comienzos y que yo lo admiraba desde los abuelos. Ese camino que fui haciendo conectándome con Colombia, con México, con España. Ahí se fue generando un sonido, una manera de escribir, de fusionar ritmos. Mi música es como una cadencia de ritmos con un mensaje, Es esa cadencia la que ayuda a que llegue el mensaje.
Las distancias del suceso
—¿Cuál es el lado difícil de una carrera larga como la tuya?
—Cuando decidís viajar y dedicarle tiempo te perdes cumpleaños, te perdes encuentros, te perdes momentos de compartir. Pero esa es la manera de abrirse camino y conectar con otros públicos, con otros lugares. La soledad de los hoteles. Te encontras en una vida de viajante. Hay un detrás que son los miedos, las inseguridades. El batallar, y luchar de buena manera por lo que vos queres hacer, defenderlo sea de una compañía de discos o sea de quien sea. Saber atravesar los momentos, los malos más que los buenos. Se lucha mucho en esta profesión. El cambio de los tiempos. La convivencia para estar de alguna manera actual: yo soy inquieto, y busco sonidos nuevos, desde siempre. Naturalmente vas construyendo mi propia casa. Hoy ver que los discos están en otro lugar, esta expuesto ahí, todo algo nuevo, todo ya. Tenes que luchar con el cambio del signo de los tiempos, utilizar la tecnología a favor: Atlántico a pie tiene toda una oferta online que muestra mucho de como se hizo y mucho que acompaña su creación.
—¿Qué le dirías a quienes quieren crear en este momento tan complicado?
—Que no dejen nunca de canciones, porque el día de mañana podes agarrar la guitarra y las puedas defender. Que las puedas cantar de forma austera y acústica. Que no dejen de ser ellos mismos, de tomar decisiones y saber escuchar. Esa línea muy delgada y es muy importante. Es un equilibrio que no es fácil pero es crucial. Tener un horizonte amplio, noa atarse a nada, no tener prejuicios tampoco.