Volvió al país para filmar un guión sobre el corralito, Verano amargo, dirigido por Juan Carlos Desanzo, en San Luis. Mientras, Federico Luppi está buscado una obra de teatro, con productor incluido, para subir a un escenario porteño, ya que el proyecto que iba a dirigir Leonor Manso se cayó. El empresario catalán que lo apoyaba no pudo continuar, debido a la crisis económica. Tan sincero como siempre, analiza la realidad actual.
—¿Había visto otro film sobre este tema?
—No. Lo más curioso es que cuando se haga éste, seré el actor que estuvo en las dos películas más emblemáticas sobre las estafas financieras y morales. Plata dulce fue la primera estafa argentina impulsada por Martínez de Hoz y sus “Chicago boys”, con el déme dos. Una de las tantas piedritas de vidrio que la gente compró.
—¿A partir de esta última estafa decidió quedarse en España?
—Me fui porque me quedé sin un centavo, y esto no es un eufemismo. Levantarme todos los días a las seis de la mañana para hacer la cola en el banco, para que me dieran cien dólares de mi dinero, lo sentía como un zafarrancho moral y afectivo desastroso. Viendo además, que los políticos del momento, desde Duhalde y De Mendiguren hasta el staff del gabinete del inoperante de De la Rúa, miraban todo como si ellos fuesen representantes del parlamento finlandés. Nunca tuve tan claro y descaradamente doloroso el destino su-damericano de la vida de uno. Por eso me fui a Madrid, para recuperar mi verticalidad y mi salud. Fue una experiencia importante porque me permitió entender en carne propia, sin ningún camino filosófico o racional, que hay ciertas instituciones del sistema capitalista que están hechas para lo contrario de lo que uno piensa. Por ejemplo, los bancos no están para ahorrar el dinero del cliente, sino para juntarlo y robarlo. Cuando ocurre un crack bancario en el mundo, como ahora en los Estados Unidos, la ayuda de los Estados va para los bancos, no para los ciudadanos que tienen hipotecas. Cuando ganan privatizan las ganancias, pero cuando pierden socializan las pérdidas. Ahora entiendo casi a la perfección el discurso mentiroso y perverso de todos los economistas, quienes buscan ocultar sus futuros robos; llámense las AFJP o bancos privados extranjeros en la Argentina, no importa el nombre, están planteados para robar.