ESPECTACULOS
Paula Y María Marull

Paula y María Marull: “Volver es una manera de reivindicar la cultura”

Las hermanas continúan con el éxito Lo que el río hace. Reflexionan sobre su profesión, en el actual contexto nacional.

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Paula y María Marull. | GZA. CARO ALFONSO

Paula y María Marull no paran de escribir, dirigir y actuar, no paran de generar y sostener proyectos artísticos. Paula planea la reposición de Yo no duermo la siesta; María sigue con la décima temporada de La Pilarcita; juntas están escribiendo una novela y arman una nueva obra de teatro también en dupla, proyectada para mitad de año. Pero lo que las tiene más activas es Lo que el río hace. Esta pieza, de la que ambas son responsables de su dramaturgia, dirección e interpretación, continúa cosechando premios como el local ACE y el internacional Talia, y convocando unos quinientos espectadores por noche. Se estrenó en 2022 en el Teatro San Martín, hizo nueva temporada allí en 2023, y de junio a diciembre también del año pasado en el Teatro Astros. Siguiendo en el Astros (Av. Corrientes 746) y con entradas desde $ 12 mil, están de regreso en 2024 para hacer la historia de Amelia, un personaje que se desdobla en el cuerpo de cada una de las gemelas. El elenco se completa con William Prociuk, Mónica Raiola, Mariano Saborido y Débora Zanolli, y cuenta el retorno de la protagonista, Amelia, al pueblo de su infancia, ubicado en el noreste argentino. En ese lugar, ella es confrontada por la diferencia entre su actual vida urbana, acelerada, y el pasado y los hábitos más calmos y gozosos, entre meditativos e indolentes, que le ofrece el pueblo de sus primeros años.

­—¿Qué les genera este regreso, en el contexto actual de nuestro país, del mundo?

—Paula Marull: Nos gusta volver, porque disfrutamos el ida y vuelta que pasa con el público. En este momento, en este presente tan difícil, volver a hacer esta obra es una suerte de bálsamo, un alimento espiritual; nos conecta con sentimientos lindos, con esa realidad mágica que es la ficción, con esa familia que es el equipo de actores y actrices. Hacer esta obra es como una máscara de oxígeno.

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—María Marull: Es también una manera de seguir reivindicando la cultura. Lo que nosotras hacemos es algo que está envuelto en peligros y cuestionamientos. Nada mejor que seguir haciéndolo; queremos que siga vivo cada vez más.

—¿De qué maneras sienten que está cuestionado su hacer profesional; qué posición tienen al respecto?

—P.M.: Es triste, peligroso, preocupante sentir que no hay conciencia de lo importante que es la cultura. Muchos pilares constituyen una sociedad; la cultura es una parte muy importante. 

—M.M.: Apoyamos totalmente al INT, al FNA, al Incaa, Argentores, a todas las instituciones culturales. El INT hace posible, por ejemplo, que la cultura llegue a todo el país y no solo a Capital. Yo he editado obra en el INT; luego eso se reparte en las escuelas, y hace posible la lectura. Se ha opinado mucho desde la desinformación. Son instituciones que no se alimentan del Estado. Hay gente que interpreta que ese dinero, en vez de sostener a esas instituciones, se le podría dar a la gente para comer. No es así. Si hubiera información, se comprendería que estas instituciones no perjudican a nadie y benefician a muchos. Las apoyamos, porque la cultura en un país es vital. 

—P.M.: Hay una falsa imagen de que los artistas están tocando la guitarra debajo de un árbol con el beneficio que reciben del Estado y no es así: nosotras no paramos de trabajar, somos laburantes, solo que en vez de apilar ladrillos y construir con Portland, escribimos textos. Así es toda la gente del teatro. Cuando hacemos una obra, también damos trabajo. Se cobra entrada, se da trabajo al iluminador y así.

—Específicamente en “Lo que el río hace”, ¿cómo es la propuesta de trabajo estético en la combinación del realismo de los vínculos y hábitos, con el simbolismo en la escenografía y algunas zonas de textos líricos?

—P.M.: El río está en varias capas. Como una gran metáfora, está la idea de que no se puede pasar dos veces por el mismo río; Amelia toca fondo, bucea y renace; hay también un tratamiento poético en la comparación entre el río y el mar. A la vez hay algo muy teatral, que es la manera que más nos representa a nosotras, que es la austeridad: la mecánica teatral del río contado con un plástico, bien diseñado, bien iluminado, que todos hacemos flamear.

—M.M.: La obra tiene una línea clásica, con escenas, como la primera, donde Amelia llega al hotel; luego aparecen el escribano y su esposa: son escenas más realistas. Esto se entremezcla con monólogos, que son pensamientos o recuerdos de ella, de su pasado, reflexiones sobre su presente. Nuestro parecido físico que, en principio, es algo sumamente realista, termina haciendo que el mismo personaje aparezca, duplicado, al mismo tiempo. En el teatro, hay escenas muy difíciles de representar de manera realista; hay que apelar a lo aludido, para que se arme, en la cabeza del espectador, lo que no podemos mostrar, como cuando ella va abajo del agua y se genera un momento muy mágico. Fuimos encontrando una mixtura de espacios y estilos, para que el viaje del espectador sea más o sensorial.

—Sin llegar a una enseñanza explícita, ¿la obra viene a ofrecer una serie de ideas, planteos sobre la vida, sobre cómo vivir?

—M.M.: Me gusta pensar que la obra viene a preguntar, no a decir. ¿Qué hacemos con el tiempo en nuestra vida? ¿Qué hicimos con el tiempo de nuestra vida? ¿Qué decisiones tomamos? ¿Qué dejamos en el pasado? ¿Quiénes somos ahora? ¿Quiénes dejamos de ser, para ser quienes creemos que somos? La obra no dice: “Tenés que hacer esto”. Sí, te hace esas preguntas. En eso radica la profundidad, lo que la gente encuentra, la emoción.

—P.M.: El personaje sí encuentra respuestas en la ficción. Si algún espectador se identifica con Amelia, entonces sí quizás puede encontrar respuestas. Una de ellas es: que se quede donde el tiempo le dure más. Ella se da cuenta de que no está sola, sino con sus recuerdos y con ella misma. Entonces decide evitar estar siempre disponible para los demás, o dejar de encajar en los moldes en los que hay que encajar. El personaje toca fondo y vuelve sola pero sintiéndose más acompañada que nunca.

—Muchas obras se sitúan en paisajes y hábitos del Litoral, como la propia “La Pilarcita”, como, actualmente en sus últimas funciones, “Potencia Gutiérrez”, de Maruja Bustamante, o su obra anterior “Paraná porá”. ¿Qué tiene esta región que genera tanto material?

—M.M.: Nosotras originalmente escribimos del Litoral porque hemos vivido ahí, lo tenemos internalizado; forma parte de nuestra identidad y aparece a la hora de escribir. La región tiene una riqueza poética, que quizás otras regiones, no tanto. Tiene una música, el chamamé; los personajes tienen una manera peculiar de mirar la vida. Nosotras nos vamos allá cada verano y, con cada persona que interactuamos, aparece una historia. Hay algo en el Litoral, con sus comparsas, sus santitos populares, la celebración, la generosidad, mucho mosquito, mucho chupi. Es algo como si fueran fuegos artificiales.

—P.M.: Ellos dicen que Corrientes tiene “payé”, esa magia, esa cosa que no se sabe qué es pero es. Quizás nosotras necesitamos siete obras para explicar lo que se puede decir en cuatro letras: payé. Es como si allá tuvieras posibilidad de sentir más. No está el confort de las grandes ciudades: calefacción en invierno y aire acondicionado en verano. Allá tenés frío, tenés calor, te pican los mosquitos, la gente saca la silla a la vereda, estás más abierto a los cinco sentidos. Vivimos mucho en Rosario, pero estoy llena de imágenes del tiempo que pasamos en Esquina (Corrientes). Son lugares con rituales, celebraciones anuales, son lugares con su magia. Y el teatro es magia.