La actividad de Soledad Silveyra en la actualidad se multiplica entre la expectativa que le despierta la serie Monzón que filmó el año pasado, más las actuales giras con Cartas de amor junto a Facundo Arana, con dirección de Selva Alemán (ver recuadro), la filmación de una nueva película (Karacol de Saula Benavente) y un proyecto teatral con Dennis Smith.
La miniserie no solo se focaliza en la vida del campeón de box Carlos Monzón sino que el eje es el asesinato de su mujer Alicia Muñiz. Son 13 episodios de una hora cada uno que se pasa los lunes a las 22 por Space con repeticiones los martes y sábados a la medianoche, jueves a las 23 y los domingos a las 22, fue producida por Disney Media y Pampa Films. En el numeroso elenco nacional están: Mauricio Paniagua, Jorge Román –ambos encarnan al boxeador en distintas etapas de su vida– Carla Quevedo (como Alicia Muñiz), Celeste Cid (como Susana Giménez), Gustavo Garzón (abogado defensor), Diego Cremonesi (el fiscal) y Florencia Raggi (segunda abogada defensora de Monzón), Paloma Ker (Pelusa, primera mujer de Monzón), entre otros. Lo dirigió Jesús Braceras.
—¿Es la segunda vez que te toca encarnar un personaje real? Primero fue Eva Perón en la obra de Mónica Ottino, que dirigió Oscar Barney Finn.
—Sí para el teatro, pero para la televisión personifiqué a Alfonsina Storni con dirección de María Herminia Avellaneda. En el caso de la madre de Alicia Muñiz (Alba Calatayud de Muñiz) vi fotos, pero no tengo mucho que ver con ella. Me ayudó muchísimo la vestuarista de la serie. Cuando salí de la prueba de ropa me quedé muy contenta porque noté lo bien elegido que estaba. Dejé de lado la coquetería. Me jugué a salir vieja, como composición.
—¿Te corriste de salir joven?
—Exactamente. Las actrices tenemos el prejuicio de salir siempre espléndidas. Fue una experiencia muy hermosa en lo personal. Resultó un crecimiento paran mí, como actriz. Trabajé el dolor. Como había muy poco material sobre ella –solo alguna foto del juicio– la composición fue entre varios, con la gran ayuda del director. Estoy muy contenta porque es un producto netamente argentino y eso lo destaco.
—En el primer diálogo tu personaje le pide al abogado que se haga Justicia: ¿lo asociaste con las Madres de Plaza de Mayo?
—La verdad no pensé en ellas… Miré los noticieros y luego hice mi propio tamiz y eso me llevó al interior del personaje. Trabajé esa concentración, metida para adentro, alguien que mantuvo una vida pública silenciosa. Fue mi imaginación tratando de expresar su dolor. En un primer momento creí que ella no vivía, pero sí y reside en Montevideo, Uruguay. Mis musas inspiradoras fueron las madres que sufrieron el crimen de sus hijas. Vi muchas declaraciones de estas mujeres por internet.
—¿Sentís que parte del éxito de tu composición está en el vestuario, maquillaje y peinado?
—Sí. La vestuarista fue Marcela Vilariño, Loli Giménez la maquilladora y Marianela Iglesias la peluquera. A mí me ayudan mucho los zapatos que usan los personajes que compongo. Dependo de ellos. La altura de los tacos colabora para que camine distinto y sea una mujer diferente. Es increíble cómo me asisten. Aquí elegí unos que eran levemente más grandes y eso me daba otro andar. Todo muy sutil, lo único que trabajé con mayúsculas fue el dolor y la búsqueda de la Justicia. Quise hacer algo muy contenido, nada desbordado. Aparece la responsabilidad de esta madre que debió haber previsto que esto podía suceder. Alicia ya tenía problemas de violencia con Carlos Monzón.
—A veces, la víctima pasa a ser enjuiciada y se dice: ¿por qué se quedó? o ¿por qué no denunció?
—Exacto. Es importante subrayar que la palabra femicidio es de los años setenta, pero los argentinos la empezamos a usar en el 2008 aunque judicialmente recién se incorpora en el 2014. Si esta serie se hubiera hecho diez años antes, tal vez no estaría focalizada de esta manera. Por eso pega mucho en la actualidad, por la lucha de las mujeres.
—¿Por qué creés que se filman series sobre personas reales como la de Luis Miguel o Maradona?
—También la de Sandro… son como modas. En el caso de Monzón me pareció interesante porque hay una mirada sobre la mujer. Fue una producción extraordinaria la de Disney Media y Pampa Films.
—¿Te imaginás si el día de mañana te proponen una serie sobre tu propia vida? A Susana Giménez se lo ofrecieron…
—No. No se me ocurrió, pero no soy Susana… Soy más común, camino por la calle. No tengo nada de diva, esencialmente no lo soy. Para mí las estrellas están en los cielos, yo me considero una laburante.
—¿Qué vas a filmar ahora?
—Estoy con la ópera prima de Saula Benavente, a quien quiero, es la hija de Graciela Galán y el escenógrafo Saulo. Ella me ayudó mucho con los guiones de Gran Hermano. Es como una hija y me contó que este personaje lo pensó para mí. Estoy estudiando porque esta protagonista no para de hablar. Mitad de la película se filma aquí y la otra parte en Tajakistán.
Trabaja también la actriz francesa Dominique Sanda, Agustina Muñoz, Pablo Lapadula, Guido Los Santos y las participaciones especiales de Luis Brandoni y Gabriel Corrado.