"Ahora tengo más en claro qué es lo que quiero hacer”, es la frase que repetirá a lo largo de la entrevista Felipe Colombo, quien comenzó trabajando en Chiquititas, Rebelde Way y que se reveló como el joven seducido por Mrs. Robinson (Nacha Guevara) en Elgraduado.
Cada tanto dirá que su carrera cambió y que la explosión Cris Morena –que lo llevó a hacer giras por España, Israel y Latinoamérica– fue sólo una etapa más en su crecimiento actoral. De cualquier modo, el joven actor mexicano se tomó su tiempo antes de volver a la televisión. El 2004 fue el año sabático en el que decidió disfrutar de su nuevo departamento en Belgrano, tocar la guitarra, dormir hasta las cuatro de la tarde, ver a sus amigos y pensar en nuevos proyectos. Entonces se presentó al casting del El graduado y le dijeron que sí. Flequillo y pelo Beatle le hicieron frente al desnudo de Nacha en la avenida Corrientes. También aceptó nuevos desafíos, interpretando a Pastor, el taxi boy en Doble vida. Por esos días ya estaba pensando junto a su padre, también actor en presentar una obra juntos. Se dejó crecer la barba, se tiñó el pelo y se convirtió en Kurt Cobain en No te preocupes, ojos azules. De la mano de Adrián Suar aceptó estar en Son de Fierro. Allí interpreta a Lucho Fierro, el hijo de Osvaldo Laport y Mariquita Valenzuela. “Luchito es el menor de familia. El más desfachatado. Es medio hinchahuevos porque quiere llamar la atención y siempre se la rebusca para hacerla fácil y no tener que esforzarse mucho”, dice.
—¿Cómo es trabajar con Laport?
—Es un genio, un tipazo que se ha portado muy bien conmigo. Está medio loco a veces pero bueno, todos en algún momento lo somos (se ríe). Siempre está con pilas, con mucha energía, muchas ganas de divertirse. A mí me cuesta mucho levantarme a la mañana para trabajar... Bah, para lo que sea, y saber que voy a hacer el chico Fierro me divierte.
—¿Estás conforme con la evolución de tu carrera?
—Sí, hice todo lo que quería hacer. No me arrepiento de nada. De chico siento que iba por otro lado de la ruta. La etapa Chiquititas, Rebelde Way fue una explosión, un paso fundamental en mi carrera. Estos últimos cuatro años han sido mucho más a conciencia, tratando de buscar qué quiero hacer, por qué lo quiero hacer, por qué quiero ser actor. ¿Es por mi viejo o es porque es esto lo único que he hecho desde los seis años?
— ¿Qué significó para vos hacer El graduado?
—Uyyy, fue tremendo, un cambio de registro importante. Además llegué por casting, así que tuvo otro gustito. Si me eligieron, jódanse (se ríe). Esa obra me recordó lo mucho que me gusta estar arriba de un escenario. Que puedo putear, puedo estar cansado pero cuando arrancan las funciones, es otra vida. Y esta cosa de cambiar todos los días, de ir probando sin miedo a equivocarme. El teatro es adictivo. Llegás a un punto en que sentís la necesidad de hacerlo.
—¿Tenés miedo de que de la obra sólo se recuerde el desnudo de Nacha?
—No. La gente que vino a ver la obra también se llevó otras cosas.
—¿Cómo te llevás con las críticas?
—(Silencio) Y bola le das, porque en definitiva es lo que lee la gente. Aunque a veces pegan unas más fuerte que otras. No sé... Uno también hace su camino. Pensá que yo vine por seis meses y terminé quedándome nueve años. Esa es la emoción de este trabajo. Podés encarar un fracaso o un éxito. Puede ser lo que sea pero mientras vos estés poniendo cabeza y corazón, las cosas van a ir bien... Incluso cuando sea un fracaso, algo bueno sacás.
México y el exilio
Los fines de semana Felipe Colombo viaja a la Costa a presentar la obra de teatro, No te preocupes, ojos azules, junto a su padre Juan Carlos Colombo, abogado argentino exiliado en el ’75 y hoy exitoso actor del país azteca .“El teatro es para mí la oportunidad de mostrarme como soy, además de trabajar con mi viejo al que considero uno de los mejores actores de teatro que he visto arriba de un escenario.”
—¿Cuál fue el primer consejo que te dio cuando empezaste a actuar?
—Me dijo: “No lo hagas, estudiá algo serio”. Lo dijo porque entonces le era muy difícil mantener a una familia. Pero le rompí tanto los huevos que me dijo: “Bueno, si te gusta, laburá. Y si no sos bueno, no te preocupes que voy a ser el primero que te lo va a decir”. Y más de una vez me dijo: “Me parece que estás haciendo cualquier cosa”.
—¿Qué le respondiste?
—Que me dejara en paz.
—¿Tenés pensado volver a México?
—Siempre es un proyecto ir a México. Si algo aparece me voy allá. Cada vez que voy me dan ganas de hacer cosas. Lo que pasa es que uno se siente un poco extraño. Ya no soy de aquí ni soy de allá. Soy argenmex...que, por cierto, es una linda nacionalidad.