IDEAS
PERFIL 14 AÑOS

Rehabilitación

Si fuera posible dejar de negar y vernos, reconocernos como lo que somos, en una de esas podríamos pensar en iniciar la rehabilitación en algún mañana.

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Un día a la vez. Si fuera posible dejar de negar y vernos, reconocernos como lo que somos, una sociedad formateada en una cultura de consumo ilegal que está nuevamente en el peor momento del bajón porque ya no hay dealer que nos provea, en una de esas podríamos pensar en iniciar la rehabilitación en algún mañana. Como todo adicto, terminamos por dañar lo que más queremos y necesitamos. Defraudamos la confianza mutua, la de los inversores de buena fe, de instituciones prestamistas y socios comerciales. Estafamos a todos. Los que todavía consiguen, gastan la que no tienen en fuerzas de seguridad privada para protegerse. En las periferias de las ciudades se oyen los aullidos de las gargantas secas y el ruido terrible de los dientes que remuerden el hambre y la sed, de los huesos al fracturarse, de los ojos que se quiebran, de las neuronas que se desmembran, de los sueños que no llegan siquiera a soñarse.

Un día a la vez. Una y otra vez traficamos la ilusión de que ahora sí, que ahora van a ver, que ya no me doy, que ya no tomo, que ya dejé, que recién tiré, que apenas di un par de pitadas pero que ya no me fumo el discurso de ninguno. ¿Hace cuánto ya?, ¿un siglo?, que no tenemos proyectos en común. Inventamos la palabra “zafar” y venimos zafando sin mirar, sin ver ni contar los muertos que cuesta zafar. Después de haber recurrido a verseros, corruptos, criminales, capos sindicales mafiosos que ofrecen protección a cambio de salir a vender para ellos, nos acurrucamos en el umbral del narco-Estado proveedor de turno y pedimos unos gramos de limosna. Llegados a este punto, otra vez desesperados, arrepentidos, lloriqueando, nos golpeamos el pecho, juramos que no más, que nunca más, que por favor, que un toque más y no jodemos más.

Un día a la vez. Nos consumimos toda la orgullosa historia, héroes, próceres, idolos, Maradonas, Favaloros, sabihondos y suicidas. No está mal volver a pedir ayuda. No estaría mal si en esta ocasión fuera verdad. Tal vez lo sea. Tantas veces lloramos miseria. Pero ahora la miseria está, se ve, toca a la puerta. Así que en una de esas es cierto que necesitamos ayuda. Pero, ¿a quién pedirla cuando ya nadie te cree? Se viene dura la rehabilitación. Un día a la vez, nos van a exigir pruebas del esfuerzo que supone.

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Un día a la vez. Los empresarios deberán sentarse en corro y contar los dramas más personales: “Hace treinta horas que no coimeo a ningún funcionario para que me facilite un negocio, tengo en blanco al personal y los impuestos al día. Es más: ayer corté la instalación ilegal para robar luz que tenía en mi casa del country. Voy a pagar lo que corresponde”. Sus pares se secarán las lagrimas y agradecerán el testimonio.

Un día a la vez. A los sindicalistas habrá que hacérsela más sencilla. Tipo diez mandamientos: “no robaré ni viviré de la plata de los trabajadores”, “no les mentiré más diciendo que todo lo hacemos en defensa de ellos”, “no dejaré el gremio en herencia a mis hijos”, “no lavaré guita ni haré negocios con las empresas de esposas ni amantes”, “no haré favores a los compañeros para que me voten”, “no apretaré ni extorsionaré más a nadie”, “no bancaré políticos con la plata de los afiliados”, “declararé mis cuentas, todas, las de acá y las de afuera”. Los mandamientos nueve y diez podrían dejarse abiertos para negociar con las patronales.

Un día a la vez. Los periodistas independientes atados a las columnas y espacios de sus medios, de sus blogs, de sus redes –como Ulises al palo mayor–, para resistir el canto de sirenas del poder económico y político. Los jueces a voz en cuello, haciendo cumplir la ley, acusando, absolviendo o condenando a quien corresponda, bajando a cero las cotizaciones de sus sentencias para que ningún abogado muerda con ellas. La policía, las fuerzas de seguridad, los empleados públicos y privados de empresas con call center, los médicos, los maestros, todos los que hacen mal su trabajo, los que maltratan, los que ignoran a los demás, todos admitiendo sus culpas.
Un día, tal vez.

 

*Periodista.