“El adulto en la sala”, como llaman en Brasil al vicepresidente Hamilton Mourão, puso una vez más el dedo en la llaga, cuando declaró que Mauricio Macri “fue tímido” y “perdió el paso” a la hora de implementar reformas económicas en Argentina. La crítica, horas antes de la llegada a Buenos Aires de Jair Bolsonaro, también se interpretó como un mensaje a su compañero de fórmula, que aún no reformó el sistema de jubilaciones y atraviesa su peor momento desde que llegó al Palacio del Planalto. La economía se contrajo en el primer trimestre del año y está al borde de la recesión, la producción industrial cayó, y la Justicia limitó su plan de privatizaciones, asestando un duro golpe al programa de gobierno del mandatario.
Ya no solo el Partido de los Trabajadores (PT) del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, dispara munición gruesa contra Bolsonaro. Los mercados, que le habían dado su respaldo durante la campaña, están desencantados con el ex capitán del Ejército.
La economía sufrió una contracción de 0,2% en el primer trimestre del año, la producción industrial cayó 2,7% y el déficit fiscal trepó al 7% del Producto Bruto Interno (PBI). Sin embargo, el Banco Central le dio ayer un respiro a Bolsonaro, al informar que la inflación de mayo fue la más baja del año, ubicándose en 0,13%, en momentos en que se acentúan las presiones para recortar las tasas con el objetivo de alentar el crecimiento de la economía. La desaceleración de mayo permitió rebajar a 4,66% la inflación acumulada en los últimos 12 meses, acercándola a la meta fijada por el Banco Central de 4,25%.
“Infelizmente, los resultados de los primeros meses son muy negativos. No hay inversión pública, no hay inversión privada, la tan hablada inversión externa no llegó, solo hay recortes. Los salarios pierden valor real, el desempleo ya está en el 14% de la población activa. El hambre volvió”, declaró a PERFIL Luiz Dulci, vicepresidente del PT.
Ricardo Ismael, profesor de Ciencia Política de la PUC-Río de Janeiro, aseguró que hubo un “quiebre de las expectativas” con respecto al gobierno. “Todos percibieron que las reformas van a tardar en aprobarse en el Congreso Nacional. Las inversiones públicas y privadas esperarán”, aseguró.
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Jubilaciones. La caída de la economía y la rebaja de las expectativas de crecimiento económico están íntimamente vinculadas con la dificultad del Planalto para aprobar la reforma previsional, la madre de todas las batalles para reducir el déficit fiscal. Bolsonaro admitió esta semana que “por ahora” no tiene 308 votos en la Cámara de Diputados para lograr la media sanción. “El gobierno tiene enormes dificultades para lograr una mayoría estable en las dos Cámaras del Congreso”, explicó Ismael. “Por un lado, falta disposición y capacidad de articulación política. Por otro, el llamado “Centrão” en el Congreso exige contrapartidas del gobierno, que si son atendidas echan por tierra el discurso que el presidente hizo durante la campaña electoral”, agregó.
Justicia. Otra mala noticia para Bolsonaro fue la decisión que tomó este miércoles el Supremo Tribunal Federal (STF), que prohibió a los gobiernos federales, estaduales y municipales privatizar empresas estatales sin el aval previo del Congreso. El fallo asestó un golpe de nocaut al plan de privatizaciones del superministro de Economía Paulo Guedes, que pretendía recaudar en tiempo récord 20 mil millones de dólares para pagar vencimientos de intereses de la deuda.
Esos reveses repercutieron en la aprobación de Bolsonaro, que cayó en picada y fue superada por su desaprobación. Según un sondeo realizado por la encuestadora Atlas Político, un 36,2% califica su gestión como mala o pésima, el 28,6% dice que es excelente o buena, y un 31% la define como regular.
Protestas. Un millón y medio de estudiantes y docentes salieron a las calles este mes, luego de que el ministro de Educación de Bolsonaro, Abraham Weintraub, amenazara con no enviar fondos a universidades que “siembren el desorden”.
Un grupo de ex ministros de Educación, entre ellos Fernando Haddad, declararon que Bolsonaro “amenazaba” la educación. “A pesar de que somos de partidos y gobiernos diferentes, hemos tratado de que el país superase la tragedia de su educación, tanto en lo que se refiere al atraso tecnológico como al atraso ocasionado por la desigualdad”, declaró Cristovam Buarque, que se desempeñó como ministro de Lula entre 2003 y 2004.
A cinco meses de asumir, Bolsonaro enfrenta disputas dentro de su gobierno entre el ala globalista y los militares, es criticado por la oposición y, ya no tiene el apoyo de los mercados, que exigen la aprobación de una reforma previsional.
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Cumbre Brasil-Uruguay
Los cancilleres de Brasil, Ernesto Araújo, y Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, coincidieron ayer en que se deben “sumar esfuerzos” para una salida pacífica a la crisis venezolana, aún con sus diferentes posiciones sobre el conflicto.
“Tenemos una visión conjunta sobre el objetivo último y es una visión convergente sobre el futuro democrático de ese país hermano”, declaró Araújo junto a Nin Novoa, a quien recibió en Brasilia en la primera visita del canciller uruguayo desde que asumió el poder el presidente Jair Bolsonaro, en enero pasado.
Brasil es miembro del Grupo de Lima, formado por países de América que reconocen como presidente legítimo de Venezuela al jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y mantiene una línea de severa crítica al gobierno de Nicolás Maduro.
Uruguay, por su parte, integra el Grupo Internacional de Contacto (GIC), impulsado por la Unión Europea, que conserva una posición más moderada frente al conflicto político venezolano. Nin Novoa declaró que “es importante sumar esfuerzos y que se sumen países de buena voluntad”, pues “todos quieren que los problemas se solucionen”.