El candidato presidencial brasileño Jair Bolsonaro, favorito en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del próximo domingo, logró este jueves un protagonismo inédito con una entrevista televisiva que se difundía mientras sus adversarios realizaban el último debate ritual en TV Globo antes de los comicios. El insólito final de campaña de Bolsonaro, que había anunciado una salida en vivo en Facebook, fue una entrevista a la cadena "Record", en la que apuntó con fuerza contra el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y de su principal rival, Fernando Haddad.
"La corrupción está incrustada en el PT. El PT no funcionó. Es un partido que traicionó a los trabajadores. Tiene un proyecto de poder", lanzó, mientras en los estudios de TV Globo en Rio de Janeiro los demás candidatos discutían sobre cómo rescatar a Brasil y advertían contra la tentación de acudir a "salvadores de la patria". Bolsonaro, que no oculta su admiración por la dictadura brasileña, atacó al PT por su cercanía con la Venezuela de Nicolás Maduro, informó la agencia AFP.
"Hasta hoy, el PT defiende el régimen de Maduro, como defendía al de (el fallecido Hugo) Chávez. Debemos aislar a Venezuela. No podemos admitir esa ideología en Brasil. Será el final de nuestra patria si el PT consigue llegar al poder", abundó, y trató a Haddad de "fantoche de un presidiario". Fernando Haddad aprovechó la ausencia del excapitán Bolsonaro para centrar sus críticas en las medidas de austeridad iniciadas por el gobierno de Michel Temer y que Bolsonaro pretende profundizar. "Recortar los derechos de los trabajadores para (ajustar) las cuentas públicas, eso no se hace. (...) El PT nunca lo hará", enfatizó. "Lo que está ocurriendo en Brasil es un descalabro", concluyó.
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Bolsonaro, que apostó a las redes sociales para su campaña, no solo le dio la espalda a los tradicionales y definitorios debates electorales organizados por la poderosa "TV Globo": también busca robarse la escena mediática en una jornada clave. Para lanzar ese desafío escogió Record, de Edir Macedo, el fundador de la poderosa Iglesia Universal del Reino de Dios, quien esta semana proclamó el apoyo a su candidatura.
Con pocas actuaciones de destaque durante sus siete períodos en el Congreso, Bolsonaro, de 63 años, lidera las encuestas, con 35% de las intenciones de voto frente a 22% de Haddad, de 55 años, según el sondeo Datafolha difundido poco antes del debate. Si esas proyecciones se confirman, los dos dirigentes definirán el pleito en una segunda vuelta, el 28 de octubre. Sería un choque entre dos modelos para un país sumido en una profunda crisis y en recesión.
El PT, golpeado por varios escándalos de corrupción en sus trece años en el poder, promete dar marcha atrás en las medidas de austeridad aprobadas por Temer y es partidario de la protección de los activos nacionales, como las empresas públicas. Bolsonaro, asesorado por el economista ultraliberal Paulo Guedes, pregona en cambio reformar el costoso régimen de jubilaciones e impulsa las privatizaciones para reducir el enorme déficit fiscal y contener el aumento de la deuda pública.
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Haddad busca movilizar a los seguidores del PT en el interior del país, especialmente a aquellos que se beneficiaron de las políticas sociales durante los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff desde 2003. Por su parte Bolsonaro, cuya prédica antisistema y de enaltecimiento de la dictadura cuajó en más de un tercio del electorado, apuesta de su lado a la tracción que las redes sociales le granjean entre sus seguidores.
En las calles de Brasil se perciben los últimos estertores de una campaña que estuvo dominada por la incertidumbre, en primer lugar sobre la participación del expresidente Lula, quien finalmente no pudo competir y seguirá preso cumpliendo su condena a 12 años por corrupción y lavado de activos. Y también en lo que respecta al resultado del domingo y a una eventual segunda vuelta, con un Bolsonaro que deberá entonces volver al ruedo y mostrarse en público nuevamente luego de ser herido el 6 de setiembre en un acto de campaña, si quiere reducir su índice de rechazo, de un 46%, el más elevado entre los trece candidatos que participan en los comicios.
D.S.
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