INTERNACIONAL
Aliança pelo Brasil

Con evangelistas y militares, Bolsonaro lanza su nuevo partido

Inició la campaña para reunir medio millón de avales ciudadanos. Los necesita antes de abril. Peleado con la política y los medios, apuesta al apoyo de entidades religiosas y castrenses.

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Navidad. Su nuevo partido –el décimo del que forma parte– amenaza con vaciar la derecha brasileña tradicional. | cedoc

Ensañado con la “vieja política” y enemistado con los grandes medios de comunicación, Jair Bolsonaro ha decidido recostarse más que nunca en su alianza con sectores del evangelismo y de las fuerzas armadas para su última aventura política: la creación de un partido propio. El presidente brasileño lanzó esta semana una campaña nacional para reunir las 492 mil firmas que su nueva fuerza, Aliança pelo Brasil, necesita para formalizarse y competir en las urnas. El calendario electoral apremia y Bolsonaro apuesta a que los avales lleguen por vía de la ayuda de entidades religiosas y castrenses que ya prometieron poner sus aparatos a disposición.

En medio de una crisis interna en el oficialismo, Bolsonaro rompió en noviembre con el Partido Social Liberal (PSL), el sello ajeno que había utilizado para presentarse a las elecciones de 2018. Con su nuevo partido, el bolsonarismo aspira ahora a conformar una bancada mayoritaria en el Congreso que se nutra de legisladores borocotizados de otras fuerzas, en especial del propio PSL, que hoy tiene la mayor cantidad de parlamentarios, empatado con el PT.

Aliança pelo Brasil es el décimo partido que integra Bolsonaro en sus treinta años de vida política. Su manifiesto fundacional, presentado el mes pasado, subraya la orientación de extrema derecha y nacionalista que marcó el primer año de gestión presidencial.

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El lanzamiento de la Aliança inquieta al espectro político de centro y de derecha que ve con espanto la posibilidad de que el nuevo partido les arrebate bancas y recursos electorales. La tendencia actual en Brasil es hacia la concentración de parlamentarios en grandes bancadas, debido a la existencia de una norma que exige un piso mínimo de votos para acceder al financiamiento público y minutos de exposición en la radio y la televisión.

El bolsonarismo difundió esta semana un video en el que llamó explícitamente a sus simpatizantes a desafiliarse de otros partidos para dar los avales de homologación a la Aliança y conformar un “ejército de aliados” para “librarse de la vieja política”. La ley electoral exige que las firmas reunidas pertenezcan a ciudadanos no afiliados a otras fuerzas. Bolsonaro necesita juntar casi medio millón antes de abril, cuando vence el plazo para inscribir los sellos que competirán en las elecciones municipales de 2020, primera prueba de fuego para la Aliança.

Es una meta ambiciosa. La burocracia electoral brasileña es elefantiásica. En 2014, la candidata ecologista Marina Silva no pudo participar en las elecciones porque no juntó los avales. Por eso, más acostumbrado a la viralidad en las redes sociales que a la territorialidad, Bolsonaro necesitará del soporte de sus aliados para lograr el objetivo. Reposará para ello en las estructuras de ciertas iglesias evangelistas y de entidades ligadas a las fuerzas armadas y la policía militar que le prometieron recolectar firmas para la Aliança.

“Contamos con entidades militares que abarcan a 900 mil personas, cuya estructura es muy jerarquizada y capilarizada”, se entusiasmó esta semana el bolsonarista Luiz Felipe Belmonte, vicepresidente de la Aliança. “Tienen un comando y las cosas se cumplen”. Belmonte destacó que la mayoría de los uniformados no tienen filiación partidaria, lo que los convierte en un público ideal para la búsqueda de avales.

En cuanto a las iglesias evangelistas, Bolsonaro las piensa como un actor que puede suplir su falta de alianzas perdurables con los grandes partidos, lo que deja rengo al nivel territorial. La capilaridad del evangelismo es un activo imprescindible para el presidente. No obstante, no todas las iglesias tomaron con simpatía el lanzamiento de la Aliança. Algunas de ellas también tienen legisladores que el nuevo partido bolsonarista podría fagocitarles. La Iglesia Universal del Reino de Dios, por ejemplo, dijo que no participará en la recolección de firmas hasta nuevo aviso.

Bolsonaro necesita reforzar esos lazos en un momento en el que enflaquece la lista de sectores de poder que lo sostienen. Su ira contra los medios de comunicación, y en particular con la cadena Globo −una obsesión que comparte con Lula da Silva−, le resta un apoyo que fue clave en su camino hacia la presidencia. Tampoco le va mucho mejor con la Justicia: la fiscalía de Río de Janeiro allanó esta semana a gente de su entorno íntimo en el marco de una investigación por lavado de dinero contra su hijo Flávio Bolsonaro. Aún así, las encuestas muestran que, aunque creció el rechazo contra la gestión Bolsonaro, el ex capitán mantiene su competitivad como virtual candidato en vistas de su proyecto reeleccionista.