Las pestes y las epidemias a través de la historia tienen al menos un lugar común: que muchos de los pueblos afectados terminan acusando de sus muertes y padeceres a otras naciones, y poco tiempo pasa hasta que líderes o "sabios" apuntan contra algún eventual enemigo para ponerle firma de autoría a los males de la enfermedad.
En el caso del actual coronavirus no podían faltar estos casos, y donde más parece haberse instalado esta milenaria costumbre es en el Medio Oriente, en particular en Irán.
La nación persa es una de las más afectadas por los estragos del Covid-19, con al menos 29.406 infectados y 2.224 muertos al día de hoy, según los números del ministerio de Salud de Teherán.
El gobierno islámico tardó varias semanas en reaccionar frente a la epidemia, con fuertes acusaciones de críticos del exterior de estar encubriendo los alcances de la enfermedad.
"Familiares de personas que han perdido la vida no solo por el coronavirus sino también por la falta de servicios médicos son amenazados y advertidos por las autoridades de que no tienen derecho a denunciar los casos a los medios de comunicación y deben permanecer en silencio", había denunciado en febrero el Consejo Nacional Iraní por Elecciones Libres, un grupo de opositores en el exilio liderado por el hijo mayor de Reza Pahlevi, el último sha.
Las pandemias y epidemias que aterrorizaron a la humanidad en los últimos 100 años
"Debido a la falta de libertad de expresión y falta de transparencia en Irán, muchos han sido infectados con el coronavirus", dijo Nazila Golestan, la encargada de asuntos de derechos humanos del consejo opositor.
Según Golestan, "como los medios y la prensa están bajo el control del gobierno, el brote se mantuvo en secreto y, en consecuencia, se hizo demasiado tarde para evitar la pérdida de muchas vidas y tarde para que el gobierno y el ministerio de Salud manejen la crisis con planes viables y efectivos".
De todas maneras, el peso del volumen de contagios llevó a las autoridades de Teherán a poner en marcha algunos de esos planes de prevención en el país. Citado por la agencia oficial Irna, el ministro de Salud, Said Namaki, aseguró esta semana que "47.500.000 personas fueron examinadas con respecto a la infección por coronavirus", y afirmó que, por esa tarea, el gobierno fue "felicitado" por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cuarenta y siete millones es más de la mitad de la población total del país, que asciende a unos 83 millones de personas. Semejante tarea de monitoreo significa para muchos expertos fuera del país un esfuerzo que llega demasiado tarde, en especial teniendo en cuenta que Irán encabeza por lejos el número de infectados y muertos en la región y figura entre los más castigados del mundo.
En efecto, Irak calculaba esta semana 346 casos y 27 muertes, Egipto 442 y 20, Arabia Saudita 900 y uno, la Autoridad Nacional Palestina 59 y 1, Israel 2.170 y tres, mientras que Jordania informó 154 casos y ninguna muerte.
La conducta social frente a las epidemias
Mientras los grupos opositores en el exilio -en particular los que apoyan un regreso del heredero del régimen del sha destronado por la revolución islámica de 1979- denunciaban la desidia de las autoridades de Teherán, Irán se mantenía abierto al turismo durante el reciente Año Nuevo persa, el Nowruz, que se celebró el 20 de marzo.
El gobierno iraní "se enteró rápido del brote, pero por una combinación de cinismo e ideología decidió no hacer nada al respecto", escribió Maysam Behravesh en la revista Foreign Policy.
Para Behravesh, quien fue analista de inteligencia en Teherán entre el 2008 y el 2010 y ahora reside en Estados Unidos, "es indiscutible que Irán es uno de los epicentros de la pandemia".
"Por qué la crisis adquirió proporciones tan masivas en Irán es más complicado de abordar, pero la responsabilidad recae principalmente en la respuesta fallida de Teherán, cuyos detalles recién ahora comienzan a salir a la luz", afirmó.
Entre esos "detalles", el ex analista destacó que, a pesar de que la epidemia había estallado, Irán siguió permitiendo los vuelos desde y hacia China, donde se originó la enfermedad. ¿La razón más plausible? El gobierno islámico, ahogado por las sanciones norteamericanas y un amplio aislamiento económico y político, prefirió mantenerse conectado a Beijing, uno de sus pocos sostenedores abiertos.
Otro agente dispersor de la enfermedad habría sido la presencia de 700 estudiantes islámicos chinos en Qom, considerada una ciudad sagrada para los chiítas.
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Con esto se combinó la voluntad del gobierno de no suspender las elecciones parlamentarias del 21 de febrero, durante las cuales esperaban obtener una aplastante victoria para seguir controlando el congreso islámico.
Cientos de miles de personas se movilizaron a las urnas y estuvieron en contacto personal a pesar de que la pandemia estaba tocando la puerta. Eso sí, los conservadores afines al gobierno lograron más del 76 por ciento de los votos.
"Sin embargo -escribió Behravesh-, la negligencia de Irán frente a la colosal amenaza para la salud pública que plantea el coronavirus también emana de su desconocimiento fundamental de la naturaleza de tal peligro".
"Después de todo, el virus no es una revuelta nacional o una intervención extranjera dirigida a un cambio de régimen, sino una amenaza invisible y progresiva contra toda la sociedad que requiere una respuesta centrada en la ciencia", sentenció el ex analista.
Para algunos, las afirmaciones de Behravesh pueden sonar tendenciosas o alimentadas por el prejuicio. Sin embargo, numerosas declaraciones de líderes iraníes en estos tiempos de coronavirus parecen darle la razón.
Tómese como ejemplo a los expertos e investigadores que participaron del programa conducido por el cineasta Nader Talebzadeh en la televisora oficial Ofogh.
Durante el programa, emitido el 10 de marzo último, un documentalista, Hamed Ezzatizadeh, dijo -por ejemplo- que "el coronavirus está siendo utilizado como arma", aunque admitió que sus "investigaciones" todavía no le permitieron establecer si la enfermedad ocurrió naturalmente o fue diseñada en laboratorios.
"El número de muertes en nuestro país me resulta extraño", dijo por su lado el médico Ali Karami. "Miren a Italia. ¿Cómo es que la tasa de mortalidad allí es tan alta?", se preguntó el médico, en comentarios traducidos del farsi por la organización de monitoreo Memri.
"Italia es un país europeo", se respondió Karami, quien agregó: "nuestro análisis muestra que la genética de los italianos es muy similar a la de los iraníes".
¿Qué tiene que ver la genética de los iraníes y de los italianos? Según Karami, el coronavirus es un "arma étnica", parte de un supuesto arsenal de "armas biológicas que causan tasas de mortalidad más altas entre ciertas razas".
"Desde la perspectiva de la biología molecular, esto no es extraño en absoluto", aventuró el médico. Karami continuó desarrollando su teoría en el programa de Talebzadeh y no dejó pasar la oportunidad de disparar contra Israel, afirmando que "en el régimen sionista trabajan agentes de bioterrorismo que solo infectan a cierto grupo étnico, los palestinos".
"No me digas que esto es imposible", pidió el médico.
Estas teorías que ponen a Irán como presunto blanco de un arma biológica no circulan solamente por diarios y programas de televisión. En un mensaje al país pronunciado la semana pasada en ocasión del Nowruz, el líder supremo iraní, Ali Khamenei, afirmó que Estados Unidos pretende "propagar" el coronavirus en su país.
La estrategia de Estados Unidos sería distribuir en la nación persa "medicamentos contagiados", según tradujo la locutora del reporte en HispanTV, una televisora oficial iraní en español, habitual transporte de distintas teorías conspirativas de Teherán.
Estados Unidos ofreció asistencia a Irán para combatir el coronavirus, pero el gesto presuntamente humanitario se convirtió en un nuevo campo de batalla por la cuestión de las sanciones económicas a Teherán a causa de su programa nuclear.
Ya es sabido que este es un juego de "ella dice, él dice", donde los estadounidenses, varias naciones de Europa e Israel acusan a Teherán de estar desarrollando armas nucleares, mientras las autoridades iraníes juran que solamente buscan aplicaciones civiles.
Como sea, Irán acusó a Estados Unidos de "hipocresía" por querer "ayudar" a enfrentar al coronavirus mientras se mantienen las sanciones.
"La oferta de ayuda de Estados Unidos en la situación difícil del brote del coronavirus es la mayor mentira de la historia", explotó el presidente iraní, Hasan Rohani.
"No queremos su vaso de agua turbia -continuó Rohani en su cuenta de Twitter, traducido y citado por HispanTV-. Ustedes levanten los obstáculos y dejen de molestar a nuestros exportadores e importadores, nuestro pueblo sabe bien qué hacer y nuestros médicos están muy bien capacitados para hacer su trabajo", completó.
"Nuestra política de máxima presión sobre el régimen continúa", le respondió Brian Hook, el representante especial del gobierno de Donald Trump para Asuntos Iraníes. Según Brook, "las sanciones no impiden que la ayuda llegue a Irán" en el terreno de la lucha contra el coronavirus.
"No hay mucho que pueda decir sobre Estados Unidos -resumió la batalla biológica-política un diplomático iraní, Ali Bagheri Kani-: ese país es, de hecho, el Gran Satanás".
Palabras que, al fin y al cabo, suenan adecuadas en estos tiempos de peste en los que tanta gente encomienda su salud a Dios... o al Diablo.