Los tribunales de Francia comenzaron a celebrar esta semana un inusual juicio por un crimen sin cadáver. Se trata del proceso contra el chileno Nicolás Zepeda, acusado de haber matado en 2006 a su novia Narumi Kurosaki, una japonesa de 21 años.
Lo inusual del caso es que el cuerpo de la víctima jamás apareció, hecho que es utilizado por el acusado para defender su inocencia.
Zepeda, un profesor ayudante e hijo de una familia chilena de clase media, conoció a la estudiante japonesa en 2014 y un año después comienzan una relación durante la cual Kurosaki viaja a Chile para conocer a su familia.
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En agosto de 2016, la joven se trasladó a Francia para estudiar en Besanzón y cuatro meses después Zepeda cruzó el Atlántico para ir al encuentro de su novia. La última que vez que se vio con vida a Narumi estaba cenando con Nicolás en un restaurante, el 4 de diciembre.
Aquella madrugada, los compañeros de la residencia de estudiantes escucharon gritos y golpes procedentes de la habitación de Narumi.
Durante el juicio, el investigador de la policía judicial David Borne hizo referencia a "gritos de mujer", "de terror", "de angustia", escuchados por una veintena de estudiantes que se alojaban en la misma residencia.
Algunos incluso se intercambiaron a las 3 de la madrugada, que decían: "es como si estuvieran asesinando a alguien", contó el investigador, pero la desaparición de Narumi solo fue reportada a la policía varios días después. "Necesariamente, algo ocurrió en esa residencia esa noche", sostuvo Borne.
Durante ese tiempo, su exnovio, que en septiembre de ese año la había amenazado en un video publicado en internet y retirado posteriormente, regresó a Chile. Desde entonces, apuntado por los fiscales, Zepeda admitió haber ido a la habitación de Narumi para tener sexo consentido con ella y asegura que se fue después.
El cuerpo de Kurosaki nunca apareció, a pesar de las intensas búsquedas, incluso en bosques cercanos a Besanzón.
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"Tenemos la certeza de que Narumi está muerta", dijo Borne, descartando la pista de una desaparición voluntaria o de un suicidio y recalcando que los elementos recabados contra Zepeda son "particularmente irrefutables".
"Sus padres saben, después de cinco años, que su hija no podía desaparecer ni suicidarse. (...) No tienen ninguna duda de que Zepeda la mató", asegura Sylvie Galley, abogada de la familia de Narumi.
Los fiscales dicen que Kurosaki inició una nueva relación en Francia, un hecho que "claramente exasperó" a Zepeda, que viajó a Francia para, en un ataque de celos, matarla y deshacerse del cuerpo en un bosque de la región.
La investigación revela que Zepeda se detuvo en un supermercado de camino a Besanzón a comprar fósforos, líquido inflamable y cloro. Tres días después devolvió su auto alquilado "muy sucio", con tierra en el lado del conductor y en el baúl.
Durante varios días después de la desaparición, se siguieron enviando mensajes desde el celular de Kurosaki a sus amigos y familiares, incluidos mensajes en japonés.
Más tarde, un amigo japonés de Zepeda dijo a la policía que le había pedido que tradujera frases al japonés, que luego aparecieron en uno de los mensajes enviados desde el celular de la joven desaparecida.
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En su exposición, David Borne mencionó unas imágenes grabadas por cámaras de vigilancia, no utilizadas durante la instrucción, en las que se ve a un hombre con la cara tapada, vestido de oscuro, merodeando por la parte trasera del edificio donde vivía Kurosaki, el 30 de noviembre por la noche y los cuatro días siguientes.
Según Borne, ese "individuo sospechoso" podría ser Zepeda, pues su descripción coincide con el relato de dos habitantes de la residencia universitaria, que afirmaron haber visto a un hombre ajeno al campus, de "aspecto hispánico", escondiéndose en las escaleras y la cocina en días previos a la desaparición.
Durante el juicio también se exhibió una carta "con un tono alarmante" fechada el 5 de septiembre de 2016, según Borne.
"Tomaste mi confianza y la destruiste. Esta es la quinta vez que me pides disculpas esta semana. Cuando decidiste ir a Francia me dijiste que podía confiar en ti", le escribió Zepeda a Narumi.
Un día después, la amenazó: "El costo para ti es que te conviertas en la mejor chica a partir de hoy. Nunca te enojarás, nunca pedirás nada, ya nada disputarás".
"Descubrimos que Narumi estaba potencialmente embarazada cuando llegó a Francia", afirmó Borne durante el juicio y citó una carta de la joven a Zepeda: "Nunca olvidaré que me dejaste embarazada, nunca sientes ninguna responsabilidad por este embarazo, puedo concluir que eres un imbécil".
Borne también dio cuenta de los desplazamientos efectuados por Zepeda durante su estancia en Francia, del 30 de noviembre de 2016 al 6 de diciembre del mismo año, gracias a los dispositivos de geolocalización del vehículo que alquiló, que reveló que el 6 de diciembre de madrugada salió de Besanzón y se dirigió a una zona boscosa de la región del Jura, un área "en absoluto turística".
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Nicolás Zepeda, el sospechoso, un joven "cariñoso y responsable"
El perfil de joven "cariñoso", "emprendedor" y "responsable" presentado por los amigos y familiares del chileno durante su juicio contrasta con el terrible hecho del que acusa a Nicolás Zepeda, de 31 años.
"Él siempre ha sido, desde muy pequeño, un niño muy cariñoso, un niño muy amable, muy respetuoso", declaró, visiblemente conmovido, su padre, Humberto Zepeda.
"Sus abuelas, con las cuales comparte y compartía, lo echan mucho de menos porque Nicolás ha tenido siempre una cercanía con las personas de más edad", comentó Humberto Zepeda.
De pequeño, "le gustaba el deporte, andaba mucho en bicicleta, mucho, y trotar", contó el padre, aludiendo a su pasión por el "fútbol" y recordando los fines de semana "en el estadio" para ver los partidos del Club Deportivo Universidad Católica, "su equipo favorito".
La descripción aportada por sus padres, sus hermanas y algunos amigos y conocidos durante el proceso contrasta con la imagen que uno puede hacerse de un homicida.
El joven, de pelo corto y oscuro y aspecto impecable, habló de su infancia "feliz" en Temuco, a unos 700 kilómetros al sur de Santiago de Chile.
"Soy un chileno nacido en el sur", dijo Zepeda, oriundo de la ciudad de Temuco. "La gente del sur de Chile es diferente que la de la capital, suele llover mucho entonces pasamos mucho tiempo en casa y, por tanto, mucho tiempo en familia".
Una de la amistades que hizo en durante su etapa de estudios en Santiago, la francochilena Alexandra Guidi, afirmó ante los jueces su "íntima convicción" de la inocencia de Zepeda, una persona "siempre empática" y "dispuesta a compartir sus ideas".
Nicolás era "buen estudiante, aventajado", dijo por su parte Francisco Trincado, exprofesor de Zepeda. Según él, es "una persona inteligente pero esforzada" que "estaba en el 'top' de la clase pero no era el mejor alumno".
Poco después de la desaparición de Narumi, la Justicia de Francia emitió una orden internacional de captura contra Zepeda, pero un juez chileno desestimó la orden de arresto en febrero de 2017. Dos años después, una fiscal chilena lo interrogó y Zepeda negó estar involucrado en la desaparición de la joven.
En julio de 2020, el chileno finalmente fue extraditado a Francia para ser interrogado sobre el caso y fue acusado formalmente de asesinato. El juicio comenzó este 28 de marzo y el acusado se enfrenta a la cadena perpetua.
"Quiero claramente decir que yo no maté a Narumi, yo niego con toda mi fuerza los cargos que se me reprochan", declaró Zepeda al inicio del proceso, cuando definió la acusación que pesa sobre él como "monstruosa".
"Hace cinco años que Narumi despareció y desde entonces ha sido una pesadilla", declaró el acusado con voz un tanto trémula. "Yo amaba a Narumi (...) y ella siempre tuvo y tendrá un lugar en mi historia".