La carambola que llevó a Pedro Sánchez al poder sorprendió ayer a muchos en España. El líder socialista fue calificado por la prensa de su país como el “superviviente inesperado”, “el Renacido”, y hasta “el cabezón que gana más batallas después de muerto que el Cid”. Esas semblanzas apuntaban al resurgir de un político que veinte meses atrás había sido desplazado de la conducción de su partido y había renunciado a su banca de diputado, pero que regresó al ruedo con el apoyo de las bases y aguardó hasta que llegó su momento.
Y vaya si llegó. La sentencia que condenó al Partido Popular (PP) en la trama Gürtel fue la frutilla del postre en la estrategia de Sánchez. Cuando todos los planetas se alinearon, los parlamentarios socialistas abrazaron, saludaron y felicitaron a su líder, de quien habían renegado en 2016, cuando los barones del partido lo enfrentaron en el Comité Federal.
Economista madrileño, Sánchez intentó sin éxito ser presidente en marzo de 2016, después de que Rajoy renunciara a hacerlo pese a ganar las elecciones. Tras unos nuevos comicios, votó en contra de la investidura de su rival conservador, lo que propició la rebelión al interior de sus filas.
“No es no”, dijo por ese entonces y, cuando su partido decidió abstenerse, renunció a su escaño. Sánchez no se dio por vencido, recorrió el país y se reunió con los militantes, que lo eligieron una vez más como secretario general del PSOE en junio de 2017, derrotando a la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, que tenía el apoyo de la maquinaria del partido.
Militante socialista desde los 21 años, Sánchez comenzó su carrera política como concejal en el Ayuntamiento de Madrid. En su juventud fue uno de los Blanco Boys, un trío de dirigentes treintañeros que rodeaban a Pepe Blanco, el todopoderoso secretario de la organización socialista. También los llamaban “el alto, el malo y el guapo”. “El alto es Oscar López, 1,94 metros, licenciado en Ciencias Políticas, mano derecha de Blanco. El malo es Antonio Hernando, licenciado en Derecho: se ocupa primero de movilización electoral y después de formación interna. El guapo, y en la intención de los que lo llamaban así este era el mote más peyorativo de los tres, es Pedro Sánchez, asesor a secas, por entonces el menos relevante del trío”, escribió Arsenio Escolar en eldiario.es.
Hoy, en cambio, le dicen el “Renacido”.