Las multitudinarias manifestaciones del último mes cambiaron el escenario en Brasil. El país que preparaba la fiesta del Mundial de fútbol de 2014 vivió las mayores protestas en las calles desde que el Partido de los Trabajadores (PT) asumió el poder en 2003. Ahora, a pocas horas de la visita del papa Francisco a Río de Janeiro y Aparecida, las autoridades del gobierno están preocupadas por su seguridad y ya armaron un megadispositivo para proteger al Sumo Pontífice.
El religioso argentino llegará mañana a Brasil y permanecerá allí siete días. Para cuidar al jefe de la Iglesia Católica, la mandataria Dilma Rousseff enviará 35 mil militares a las fronteras, ocupará una favela cercana al Cristo Redentor y comprará treinta robots que los Estados Unidos utilizó en la guerra de Irak. Los dispositivos PackBot costaron 7,2 millones de dólares, cuentan con cámaras y están diseñados para manipular explosivos, ante el temor de un ataque terrorista.
Rousseff garantizó personalmente la seguridad del Sumo Pontífice, que no contará con guardaespaldas de la tradicional Guardia Suiza. “Vamos a convocar a la sociedad brasileña para adoptar medidas de contención”, expresó el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho. Desde Brasil, sin embargo, buscan disipar los temores de un ataque terrorista. “No estoy preocupado, todo está ocurriendo normalmente”, dijo Raymundo Damasceno, presidente de la Conferencia Nacional de Obispos.
Según Nelson Düring, experto brasileño en defensa y editor del portal Defesanet, la visita del Papa a Río plantea más riesgos de seguridad que el Mundial, “porque lleva un mensaje religioso” y concentrará a dos millones de católicos de todo el mundo.
La abultada agenda del Papa, que comprende visita a hospitales, reuniones con jóvenes presos, almuerzos con religiosos y actividades en Copacabana, plantea un desafío para las autoridades brasileñas, que cuidarán al
argentino más famoso de la Tierra.