Agencias
Brasilia
Como si no fuera suficiente con el pedido de impeachment en su contra que adelanta el Congreso, la presidenta Dilma Rousseff enfrenta desde ayer un nuevo frente de conflicto en la oleada de denuncias de corrupción que golpea a su gobierno, a destacadas figuras del oficialismo –como su mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva– y a poderosos empresarios en el escándalo conocido como Petrolão.
La Fiscalía reveló ayer, poco después de la detención del ex secretario general del PT Silvio Pereira y el interrogatorio al ex tesorero Delubio Soares que hay “evidencias” sobre puntos de contacto entre el Petrolão, la red de corrupción en la petrolera Petrobras y el escándalo Mensalão, que estalló durante el primer gobierno de Lula, en 2003.
“Desde mi punto de vista existen lazos (N. de R.:entre Mensalão y Petrolão), no podemos decir que son un mismo esquema, pero son esquemas que están relacionados entre sí”, afirmó el fiscal Diogo Castor de Mattos poco después de la detención de Pereira
El ex secretario petista es sospechado de haber cobrado sobornos de la constructora UTC y otras empresas envueltas en el escándalo de corrupción del Petrolão. Esto surge de la delación de uno de los presos por delitos cometidos en perjuicio de la petrolera Petrobras, informó el procurador Castor de Mattos. Si esto se confirma, Pereira habría participado en la trama de sobornos del Mensalão a comienzos de la década pasada y en el Petrolão, red conformada años más tarde. Pereira y Soares fueron condenados por el Supremo Tribunal Federal por su participación en el Mensalão, un esquema de pago de sobornos mensuales a congresistas para que voten iniciativas impulsadas por el gobierno de Lula.
Mancha. Por su parte, Dilma recibió ayer en el Palacio del Planalto a militantes del Movimiento de los Sin Tierra (MST, que le expresaron su apoyo, y ante quienes afirmó que no permitirá “que la democracia sea manchada”, y pidió a los militantes estar “vigilantes”.
“Necesitamos estar vigilantes y resistir las tendencias antidemocráticas y la provocación. No vamos a permitir que nuestra democracia sea manchada”, dijo la presidenta brasileña.