Inundaciones, incendios forestales y sequías: expertos advierten que los fenómenos climáticos extremos serán más frecuentes en Brasil
Si bien la propia geografía brasileña explica en parte su vulnerabilidad ante eventos naturales adversos, los especialistas alertaron sobre los efectos negativos del progresivo calentamiento del planeta.
Desastre en Porto Alegre. |
CEDOC Perfil
Luego de las inundaciones históricas que azotaron a Porto Alegre, los expertos advirtieron que los fenómenos climáticos extremos tales como los récord de incendios forestales, las olas de calor sin precedentes y las sequías no solo se están multiplicando en Brasil, sino que serán más frecuentes en el futuro.
El gigante sudamericano atravesó distintos eventos sin precedentes en los últimos años. En ese sentido, el más reciente tuvo lugar con las inundaciones en Rio Grande do Sul. Considerado el peor desastre climático en la historia de ese estado, el fenómeno se cobró al menos un centenar de vidas y arrasó con la economía del estado agropecuario, el cual demorará meses e incluso años en recuperarse, según las autoridades, que hablan de la necesidad de "un plan Marshall" de asistencia.
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Otras tragedias golpearon recientemente a Brasil, un país de dimensiones continentales. Tan solo el año pasado fue escenario de 1.161 desastres naturales, más de tres por día en promedio. Ese es un récord desde que comenzaron los registros, en 2011, según el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden).
Según Defensa Civil, al menos 107 personas fallecieron, 374 resultaron heridas y 130 están desaparecidas por las inundaciones en Brasil.
La propia geografía brasileña explica en parte esa vulnerabilidad, con regiones que se inundan en el sur y otras que sufren reiterados períodos de sequía, como la semiárida del este. También incide el fenómeno natural de El Niño. Sin embargo, debido al progresivo calentamiento del planeta, los acontecimientos extremos o raros "son cada vez más frecuentes y más extremos, y es de esperar que eso continúe", explicó a la AFP José Marengo, coordinador de investigación del Cemaden.
Es que el cambio climático "ya no es más un tema de discusión científica: salió de los libros y se hizo realidad", alertó a dicha agencia Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, que integran más de un centenar de organizaciones ambientalistas y de investigación.
Las inundaciones y lluvias extremas
Un millón y medio de personas resultaron afectadas y más de 163.000 fueron evacuados por el desastre climático en Porto Alegre.
Las precipitaciones extremas en Brasil causaron el año pasado al menos 132 muertos y más de 9.000 heridos, mientras unas 74.000 personas perdieron sus hogares, según el Cemaden. Los daños materiales se estimaron en más de 5.000 millones de reales (alrededor de 1.000 millones de dólares).
En Rio Grande do Sul, el balance probablemente será peor que en todo 2023: el saldo preliminar de las inundaciones reporta 107 muertos y 130 desaparecidos. El número de damnificados y de pérdidas económicas aún son incalculables. En años recientes, inundaciones golpearon también la ciudad de Recife (Pernambuco, noreste) y los estados de Minas Gerais (sureste) y Bahía (noreste).
Estas lluvias extremas en el sur de Sudamérica son una predicción recurrente de los modelos climáticos desde hace décadas, según el Observatorio. A pesar de ello, esa información es "ignorada por los sucesivos gobiernos estatales", lamentó Suely Araújo, coordinadora de políticas públicas de la plataforma.
"Mientras no se comprenda la relevancia de la adaptación [al cambio climático], estas tragedias seguirán ocurriendo, cada vez peores", subrayó Araújo.
La inundación de Porto Alegre de 1941: la peor en la historia del estado, hasta la del 2024
Hasta la semana pasada, la peor inundación que afectó a la ciudad de Porto Alegre se produjo entre los meses de abril y mayo de 1941. Según registros de la época, recopilados por el museo Joaquim Felizardo, la capital de Rio Grande do Sul recibió 24 días de lluvia ininterrumpida.
De esa manera, el agua había alcanzado una altura de 4,75 metros. Como consecuencia del fenómeno, 70.000 personas quedaron sin electricidad ni acceso a agua potable.
Luego de ese hecho, el tiempo de ocurrencia (es decir, la probabilidad, en años, de que un evento de ese calibre vuelva a ocurrir) era de 370 años, según los cálculos del Gobierno, a partir de datos históricos de inundaciones del rio Guaíba. Sin embargo, la inundación de este mes alcanzó su máximo histórico el pasado domingo, con un nivel de 5,31 metros.
Los incendios y la deforestación
Las emisiones de dióxido de carbono al medioambiente son las principales responsables del calentamiento global. En ese sentido, la reducción de los bosques debido a la deforestación para la ampliación de actividades agropecuarias merma la capacidad de absorción de esos gases de efecto invernadero, por lo que el fuego continúa haciendo estragos.
Entre enero y abril se registraron más de 17.000 incendios forestales, más de la mitad de ellos en la región amazónica, donde aumentaron 153% en un año, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales brasileño (INPE). La Amazonía, la mayor selva tropical del planeta, sufrió además el año pasado una sequía histórica.
En la Amazonía brasileña, que alberga más de 60% de la mayor selva tropical del planeta, el INPE contabilizó 8.977 incendios entre enero y abril, el número más alto desde 2016.
Sin embargo, en su primer año de mandato, en 2023, el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silvaredujo a la mitad la deforestación en la Amazonía, luego de que se disparara durante la gestión de su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
La falta de alerta de los gobiernos
Según los expertos, para evitar nuevas tragedias como la de Rio Grande do Sul, la población y los gobiernos deben primeramente tomarse en serio las alertas que emiten.
"Ya que no tenemos cómo parar la lluvia, hay que prepararnos previendo los desastres asociados, que las poblaciones no construyan escenarios de riesgo y que los gobiernos trabajen todo el tiempo, porque para los desastres hay que estar preparado siempre, no solamente cuando suceden", explicó Marengo.
Por su parte, Astrini abogó por implementar un plan de respuesta temprana para las áreas más vulnerables de Brasil, aunque consideró que "estamos muy lejos de eso". En esa línea, mencionó la falta de presupuesto para políticas de prevención o la aprobación de leyes que fomentan la ocupación cada vez mayor de zonas de riesgo por parte de la población o la deforestación.
"Brasil es un país que sufre mucho por el cambio climático, que trae perjuicios sociales y económicos: gente que muere y gente que lo pierde todo", lamentó el secretario ejecutivo del Observatorio del Clima.
