Agencias
La entrada en coma de Mohamed Aalan, un prisionero palestino en huelga de hambre desde hace unos dos meses, ha movilizado a la opinión pública palestina y se ha convertido en un problema para Israel, que se debate entre alimentarlo o dejarlo morir.
Abogado de 31 años, Aalan es acusado por Israel de pertenecer a la Yihad Islámica, segunda fuerza islamista en los territorios palestinos, y cayó en coma el jueves por la noche en el hospital de Ashkelon, en el sur de Israel, donde está internado. Los médicos lo pusieron bajo respiración asistida y lo alimentan por sonda. Jammil al-Jatib, representante de los presos palestinos, dijo que su cliente se encontraba ayer “todavía en un estado grave, pero estable”.
Sin proceso. Aalan, defensor de varios detenidos que habían denunciado su encarcelamiento, fue apresado en noviembre de 2014 y puesto en detención administrativa, un régimen carcelario controvertido que permite a Israel encarcelar a sospechosos sin proceso por seis meses, renovables indefinidamente. Precisamente, Aalan inició su huelga de hambre cuando se le renovó una vez más la detención.
Muchos palestinos han recurrido a la huelga de hambre para denunciar su encarcelamiento, pero el caso de Aalan se inscribe en un nuevo contexto legal.
El Parlamento israelí adoptó una controvertida ley que autoriza la alimentación forzada de los presos en huelga de hambre si su vida está “en peligro”.
Israel debe decidir ahora si Aalan será el primer palestino alimentado por la fuerza en virtud de la nueva ley.