Felipe VI no sólo recibió el trono, sino también heredó una pesada herencia de su padre, Juan Carlos. Dentro de los retos que tiene por delante, el más inminente es el conflicto con Cataluña, que celebrará el 9 de noviembre un referéndum para declarar su independencia. Con la mira en esa fecha crucial, el monarca hilvanó en los últimos meses múltiples gestiones para tender puentes con la dirigencia de esa región autonómica. Aprendió catalán y viajó seis veces, en lo que va del año, a Barcelona. Además, habló en reiteradas ocasiones con Artur Mas, el presidente de la Generalitat, que no tiene diálogo con Mariano Rajoy.
El próximo jueves, ya como máximo responsable del Palacio de la Zarzuela, visitará una vez más la ciudad condal, para asistir a la entrega de premios de la fundación que lleva su nombre. Aunque su estancia será breve, será la oportunidad perfecta para comenzar una cuidada diplomacia real con la región más rica y pujante de España, que representa el 18% de su Producto Bruto Interno (PBI).
En sus palabras del jueves, Felipe les envió varios mensajes a los independentistas. “En esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español”, sostuvo en el Congreso, ante la atenta mirada de los parlamentarios nacionalistas. Sin embargo, sus palabras no cautivaron al sector más rebelde de la platea. “Me hubiera gustado escuchar que estamos en un Estado plurinacional”, criticó el líder de Convergència i Unió, quien luego afirmó que confía en que Felipe “intentará hacer alguna cosa para resolver el problema”.
Lo que esperan los catalanes es que el rey actúe como mediador entre el gobierno nacional y la Generalitat, para reencauzar el diálogo sobre la consulta popular, ya rechazada por el Congreso nacional. “Aunque el nuevo monarca hable catalán, hoy por hoy nada da a entender que cambiará la posición de la Casa Real en relación con Cataluña ni que asumirá el riesgo de sugerir al Ejecutivo que se siente a dialogar opciones y salidas que, con base democrática, permitan resolver el profundo desencuentro y desconexión con España”, confió a PERFIL Oriol Pujol i Ferrusola, diputado por la agrupación de Mas e hijo del histórico dirigente Jordi Pujol.
Para el Palacio de la Moncloa, el referéndum es ilegal. Felipe intentará mantener una “neutralidad política” y una “vocación integradora”, según sus propias palabras. En ese contexto, el objetivo es abrir un canal de diálogo entre el Estado nacional y el regional para evitar la secesión catalana.
Con 3,72 de aprobación de la Casa Real –sobre un total de 10–, según el último barómetro del CIS, el jefe de Estado, de 46 años, deberá recomponer la imagen de la monarquía. Al mismo tiempo, tendrá que evitar la independencia de Cataluña, la joya más preciada de la Corona española.
Una visita al Papa en el primer viaje
El primer viaje al exterior de los nuevos reyes de España, Felipe y Letizia, será al Vaticano, donde serán recibidos el 30 de junio por el papa Francisco. Allí, se producirá el segundo encuentro entre el representante de la Casa de Borbón y el religioso argentino, que se conocieron hace un año en la entronización del Pontífice.
Luego de ese encuentro, los flamantes monarcas visitarán Portugal el 7 de julio y Marruecos el 14. Posteriormente, en una fecha aún no fijada, irán a Francia. Los reyes realizarán la minigira de presentación ya que no invitaron a monarcas europeos ni presidentes extranjeros a la ceremonia de proclamación de este jueves. Hoy, tendrá lugar el primer acto oficial de Felipe, que consistirá en una reunión con la asociación de víctimas del grupo armado separatista vasco ETA.