INTERNACIONAL

La transformación de Kate Middleton

Cómo hizo la joven que proviene de una familia de clase media, para lucirse entre las personalidades de la realeza y ser un ícono de la moda. Fotos.

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| Cedoc

Se la vio sonriente, serena, profesional. Como si la hija de aquellos microempresarios apellidados Middleton y descendiente de banqueros, mineros y ladrones hubiera sido princesa de toda la vida. La ocasión estuvo a la altura de las circunstancias: la suntuosa residencia Clarence House, en el centro de Londres, y una cena benéfica que la tuvo como única protagonista de la velada. Y la convirtió, por primera vez, en anfitriona del palacio.

Kate Middleton (o, mejor dicho, la Duquesa de Cambridge) tenía que estar acompañada esa noche por su suegro, el príncipe Carlos, pero el hijo de la reina Isabel II no pudo asistir al evento ya que tuvo que viajar a Riad para dar el pésame al rey de Arabia Saudita por el fallecimiento del príncipe heredero. Y su ausencia encantó a todos.

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Kate, que no tiene la timidez irritante de su suegra, la princesa Diana, fue la estrella de la velada. “Fue encantadora y demostró una vez más su profesionalidad y su saber estar. Todos nos sentimos muy bien”, aseguraron los presentes. La chica, de 29 años, compartió conversación y sonrisas con todos los invitados que acudieron al evento, a beneficio de la Fundación In Kind, presidida por el príncipe e Gales y encargada de distribuir los productos donados por los fabricantes y minoristas a obras de caridad.

A seis meses de su casamiento con el príncipe Guillermo de Inglaterra, muchos se preguntan si Catalina Middleton ya comenzó a transitar el empedrado camino que la convertirá en el mito que fueron (y son) Sissi de Austria, Margarita de Inglaterra, Diana Spencer, Grace Kelly y Carolina de Mónaco. Todas estigmatizadas por la belleza, el amor, la tristeza, grandes dosis de infidelidad y la innecesaria tragedia.

Aunque Catalina quiera evitar emular las acciones y comportamientos de aquellas leyendas, las revistas con sus fotos ya venden el doble, las empresas de diseño que copian sus vestidos superan rápidamente récords de ventas, y su personalidad e influencia comenzaron a transformarla en una de las chicas más famosas del mundo.

Así como la presencia de Michele Obama en la Casa Blanca hizo crecer en más de dos millones de dólares la industria de la moda estadounidense, Catalina parece estar produciendo un efecto similar en la moda inglesa, y Harold Tillman, presidente del British Fashion Council (Consejo Británico de la Moda), vislumbra en Kate “un gran impacto en la industria de la moda”.

Cuando la duquesa eligió un vestido de seda azul de la marca londinense «Issa» para anunciar su compromiso, el modelo se agotó en la web, al igual que las copias de su anillo; el alcance mediático de su casamiento reportó a Londres unos 4 millones de turistas y ganancias por 2.000 millones de libras (habiéndose invertido unos 107 millones). Más acá en el tiempo, su vestido de novia, diseñado por Sarah Burton para Alexander McQueen, atrajo a 600.000 personas a una exposición en el Palacio de Buckingham.

“Catalina nos ofreció el momento más emocionante de la moda de todo el año, si no del siglo”, afirmó Lucy Yeomans, editora de la revista británica especializada en moda Harper's Bazaar, que eligió a Kate como la mujer inglesa más elegante, superando incluso a celebridades como Kate Moss, Keira Knightley o Stella McCartney.

En los últimos meses, fue nombrada una de las mujeres mejor vestidas del mundo por las revistas People y Vanity Fair, y hasta el diseñador Francisco Costa, director creativo de Calvin Klein, manifestó su deseo de trabajar para ella: “Tiene complexión atlética, hermosa dentadura y una cabellera envidiable. En muchas ocasiones parece una auténtica chica estadounidense… Me encantaría vestirla”.

Otra prestigiosa revista, Vogue, intentó convencerla para que posara en su portada, como lo hicieron, entre otras, la duquesa de Alba o Charlotte Casiraghi. Pero fue en vano: Kate decidió no posar porque no quiere convertirse en un icono de la moda. Según E! News, “tanto el príncipe Guillermo como Catalina creen que sería una equivocación promocionar una imagen de la duquesa como icono de la moda o de un determinado estilo. No se corresponde con lo que son y lo que deben ser. Se toman sus tareas para con la corona británica muy en serio”. La hija de los vendedores de cotillón, nieta de banqueros y descendiente de mineros y ladrones convertida en princesa parece tener muy claro lo que quiere.

(*) Especial para Perfil.com