No existe nadie en el mundo –ni siquiera aquellos que fueron tocados con la varita mágica y de la noche a la mañana pasaron de ser plebeyos a príncipes–, que resista a un archivo. Desde el minuto cero en que se supo que el inminente rey Guillermo comenzó un noviazgo en 1999 con Máxima Zorreguieta, la corona holandesa inició una maquinaria de investigaciones para saberlo todo acerca de una aún plebeya desconocida de un país del Tercer Mundo llamada Máxima Zorreguieta.
Que ella esté por sentarse en el trono de una de las monarquías más importantes de Europa, no significa que no haya existido una época donde gozó de cierto anonimato que la hacía llevar una vida totalmente antagónica a la que se respira en torno a una Casa Real. Máxima fue eso alguna vez: una chica normal.
En los tiempos en que ella era una profesional –en los 90 trabajó en Boston Securities S.A., en HSBC y en la División Mercados Emergentes de Dresdner Kleinwort Bedson– tuvo sus épocas de soltera donde disfrutó de salidas, casamientos, cumpleaños y asados.
Hoy, algunas de esas imágenes, donde se la ve con una cara mucho más aniñada –aunque con la misma sonrisa y frescura– fueron eliminadas por la Corona. Varias de esas instantáneas que la retratan tomando alcohol, fumando un cigarillo o, simplemente, pasándola bien.
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