Nicolás Maduro juró ayer como presidente encargado de Venezuela, tras la muerte de su mentor Hugo Chávez. Con la responsabilidad de perpetuar la Revolución Bolivariana y consolidar el legado de su jefe político, el dirigente de 50 años asumió en la Asamblea Nacional el Ejecutivo venezolano, sin la presencia de los parlamentarios de la oposición.
Maduro designó a Jorge Arriaza, el yerno de Chávez, como su vicepresidente.
“Chávez me dijo: ‘Tú, Nicolás, debes asumir la presidencia de Venezuela´”, aseguró ayer el nuevo primer mandatario. Además, sostuvo que el líder bolivariano padeció “una enfermedad muy extraña, que será develada científicamente más adelante” y que su intuición le decía que no iba a salir del duro trance de su enfermedad. “Maduro no sólo debe concluir el período, sino que mi opinión firme es que en ese escenario, que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Maduro”, había pedido Chávez antes de viajar por última vez a La Habana.
Sin embargo, el ex canciller tiene que superar un último escollo para erigirse en el máximo referente del poschavismo. Ese obstáculo tiene nombre y apellido: Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y referente del ala militar del oficialismo. “Ni Maduro ni Cabello tienen la fuerza para ganar la elección. Necesitan apelar a Chávez y unir fuerzas”, confió a PERFIL Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis. Aunque la oposición jura que están enfrentados, los dos dirigentes muestran en público una firme unidad.
Maduro corre con la ventaja de ser el heredero legítimo de Chávez y tiene una importante cuota de poder en el Parlamento y la Justicia, donde su esposa Cilia Flores ejerce influencia como procuradora general de la República.
Ex dirigente estudiantil y militante de la Liga Socialista, trabajó desde joven como conductor en el subte de Caracas, donde llegó a dirigir su sindicato. Tras el fallido golpe de Estado de Chávez en 1992, se incorporó a las filas del Movimiento Quinta República (MVR), que en 1998 lanzó la candidatura del bolivariano a la presidencia. Así, fue el ladero del jefe de Estado.
Fue electo diputado para la Asamblea Nacional de Venezuela en 2000. Cinco años después pegó el gran salto al ser designado presidente de ese cuerpo. Chávez lo nombró en 2006 al frente del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, y lo transformó en su voz en la escena internacional. Cuando el líder venezolano se enfermó de cáncer, fue el funcionario que más veces lo acompañó a Cuba durante su tratamiento. Esa lealtad fue retribuida cuando fue designado vicepresidente ejecutivo, tras la última victoria electoral del año pasado. Cuando el cáncer acorraló a Chávez en una cama de hospital, Maduro no sólo fue su voz sino también su rostro frente a los militantes chavistas. Ahora, con la desaparición física del líder, busca mantener viva la imagen del Comandante, con el objetivo de profundizar el socialismo del siglo XXI. Con ese objetivo, gritó ayer “¡Chávez vive, la lucha sigue!”.
¿Elecciones el 14 de abril?
Entre el dolor y la incertidumbre por la muerte de Hugo Chávez, Venezuela iría a las urnas el 14, 21 o 28 de abril. Según informó ayer la prensa de ese país, el equipo técnico del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE), responsable de organizar y fiscalizar las elecciones, ya recibió la orden de trabajar en el cronograma de los nuevos comicios presidenciales. Pese a que todavía no hay una decisión oficial, se estima que a partir del domingo 14 de abril el organismo estará en condiciones de convocar para definir al sucesor de Chávez.
Según el diario El Nacional, la junta directiva del CNE evaluará esos tres escenarios. Estas fechas son posteriores a los 30 días consignados por la Constitución. Sin embargo, son anteriores al período defendido por el chavismo, que afirma que había un plazo de 90 a 180 días.
