A la mexicana Verónica Celis, quien se encuentra en estado vegetal en un hospital de Phoenix, Estados Unidos, le extraerán su bebé del vientre en el mes de octubre, lo sostendrán por encima de su cuerpo inerte para bautizarlo y luego le desconectarán el pulmotor que la mantiene con vida.
Las máquinas permitieron salvar la vida del bebé, pero para la mamá sólo retrasaron el momento de su muerte.
Según informa el diario mexicano El Universal, Celis yace hoy silenciosa e inmóvil en un lecho en el Centro Médico Banner del Buen Samaritano en Phoenix y su cuerpo y el de su bebé dependen de una tecnología avanzada que la mantiene suspendida entre la vida y la muerte a fin de que el organismo nutra a su hija, sobreviviente de una batalla perdida ante el cáncer de mama.
La bebé ya sobrevivió a un acoso inevitable de quimioterapia y morfina y notablemente atravieza su vigésima séptima semana de vida.
Su marido, Aaron Celis, describió en su casa de Arizona, la despedida de la mujer que conoció hace 21 años: “El último deseo que me legó mi esposa fue 'cuida del bebé" afirmó y agregó que aunque “fue una decisión muy difícil de tomar” le hizo una “promesa” a su mujer y está dispuesto a cumplirla.
Se calcula que el bebe nacerá a mediados de octubre a las 32 semanas de gestación.