Tras el atentado en el aeropuerto de Kabul, Afganistán, el jueves 26 de agosto, la mayor preocupación de seguridad pasaron de ser los talibanes a la facción del Estado Islámico ISIS-K. Incluso los propios talibanes parecerían ser demasiado moderados para ellos.
Lo que muchos temían se ha hecho realidad: según los talibanes radicales islámicos, que recientemente retomaron el poder en Afganistán, más de una decena de personas murieron en varias explosiones en las inmediaciones del aeropuerto.
Parece probable que la rama afgana de la organización terrorista "Estado Islámico", ISIS-K o EI-K (K significa Khorasan, una región histórica de Asia Central que incluye a Afganistán), esté detrás de los ataques, según reporta la agencia alemana DW.
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¿Qué es ISIS-K y contra quiénes luchan?
Tanto talibanes como ISIS-K llevan mucho tiempo enfrentándose en sangrientas batallas. Incluso durante la jornada del jueves, el primero de los grupos interceptó y mató a varios terroristas del EI en sus puestos de control alrededor del aeropuerto.
Por otro lado, también se dice que varios guardias talibanes han muerto en el bombardeo. Las divisiones ideológicas separan a los dos grupos. El EI sigue la escuela salafista del islam; los talibanes, la escuela conservadora deobandi.
Precisamente, el ISIS-K aspira a un califato que se extienda desde el sur de Asia hasta Asia Central. A diferencia de ellos, los talibanes, se conforman, por lo menos hasta el momento, con un supuesto emirato en el país de Asia del Sur.
Y como la interpretación de los talibanes de la sharía no le parece lo suficientemente estricta al Isis-K, los trata de "negadores". Más aún cuando los talibanes negociaron un acuerdo de paz con Estados Unidos y traicionaron los objetivos de la yihad.
También es sintomático que, tras la entrada de los talibanes en Kabul, diversos grupos yihadistas felicitaran a los islamistas. Se calcula que el EI en Afganistán, Isis-K, tiene entre 500 y 1500 combatientes, según un informe de la ONU del 15 de julio.
El grupo ha reforzado sus posiciones en Kabul y sus alrededores, donde también lleva a cabo la mayoría de sus ataques. Asimismo, espera reclutar a miembros de los talibanes, que rechazan el acuerdo con Estados Unidos.
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El Estado Islámico también espera reclutar combatientes de Siria, Irak y otras zonas de conflicto. Según otro informe de la ONU de principios de junio, hay entre 8.000 y 10.000 combatientes extranjeros en Afganistán.
En 2021, el ISIS-K ha dejado un sangriento rastro de ataques terroristas: la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) ha contabilizado 77 atentados del EI solo en los cuatro primeros meses de este año.
En un atentado con coche bomba atribuido al EI por Estados Unidos, por ejemplo, murieron 85 personas y casi 300 resultaron heridas en una escuela de Kabul a la que asistían principalmente niñas chiíes, a principios de mayo.
Un mes después, combatientes del EI atacaron al personal de una ONG internacional de desminado, HALO Trust, en la provincia septentrional de Baghlan. Diez personas fueron asesinadas durante extensos y caóticos tiroteos.
En la primavera de 2015, el EI anunció su expansión en Asia Central, bajo el cuño de Isis-K. En ese momento, el EI estaba en la cúspide de su poder en Irak y Siria. Y podía apoyar financieramente y con personal a su filial en Afganistán.
El ISIS-K empezó a apuntar con sus armas contra los talibanes a más tardar en 2017. En ese momento, los combatientes del EI habían expulsado a los talibanes de la fortaleza montañosa de Tora-Bora.
JFG / ED