Por lo menos 5 personas perdieron la vida y 432 fueron heridas el viernes 7 de noviembre por un tornado que destruyó parte del municipio de Rio Bonito do Iguaçu, ubicado en el estado de Paraná, al sur de Brasil. El viento fue tan violento que tiró abajo viviendas e hizo volcar autos, reveló el servicio meteorológico local.
En una nota enviada a la agencia AFP, la Defensa Civil regional dio las cifras oficiales de heridos y muertos: "Ya se han confirmado 5 fallecimientos como consecuencia del tornado” y estima que cerca del 80% de la ciudad quedó destruida. Imágenes publicadas en redes sociales muestran viviendas totalmente arrasadas.
Según el Sistema de Tecnología y Monitoreo Ambiental de Paraná, los vientos alcanzaron entre 180 y 250 km/h, lo que generó la “caída de árboles e incluso de casas de albañilería”. El ministro de Integración y Desarrollo Regional, Waldez Góes, escribió en su cuenta de X: “Bajo la orientación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, estamos trabajando en los planes de ayuda humanitaria, el envío de equipos y el apoyo a las acciones de reconstrucción”.
Por su parte, Ratinho Júnior, gobernador de Paraná, también usó sus redes sociales para anunciar que “las fuerzas de seguridad están en alerta, movilizadas y monitoreando las ciudades afectadas por las fuertes tormentas”.
"La posibilidad de que haya más víctimas es grande. Infelizmente, ese tornado golpeó el perímetro urbano de la ciudad y cuando esos eventos ocurren en la parte urbana, realmente el daño es muy grande, es muy letal", advirtió el funcionario.
Hay una alerta de “peligro por tempestades” en todo Paraná y en los estados sureños de Santa Catarina y Rio Grande do Sul (fronterizos con Argentina y Uruguay) que lanzó el Instituto Nacional de Meteorología.
Desde inicios de noviembre, varias ciudades de Paraná enfrentan fuertes lluvias, tormentas, vendavales y granizo. Hasta el viernes, 14 municipios se encontraban en situación de emergencia.
Más desastres meteorológicos: el tifón Kalmaegi provocó cinco muertes en Vietnam
El tifón Kalmaegi golpeó con toda su fuerza a Vietnam la madrugada del viernes 7 de noviembre, costándole la vida a 5 personas tras su paso por Filipinas, donde el número de muertos llegó a 188. Nguyen Van Tam, un pescador de 42 años de la provincia vietnamita de Gia Lai, contó: “El techo de mi casa simplemente voló. Todos estamos bien, (pero) el tifón fue horrible, cayeron muchos árboles”. La cartera responsable de los asuntos medioambientales anunció que 57 viviendas fueron destrozadas por el tifón, casi 3000 casas sufrieron daños en sus techos y 11 embarcaciones se hundieron.
Los periodistas de la AFP contemplaron, en las calles ubicadas junto a la playa de Quy Nhon, en Gia Lai, a equipos de rescate y soldados trabajando con los vecinos para sacar los árboles arrancados y quitar los escombros. Tran Ngo An, de 64 años, les dijo a estos cronistas: “Ha sido un tifón muy fuerte. Es la segunda vez que veo un tifón así. El otro fue hace unos diez años, pero no fue tan fuerte como este”.
Cuando el tifón azotó la costa central, según la compañía eléctrica estatal, 1,6 millones de personas se quedaron sin energía, pero el servicio pudo ser restablecido para un tercio de ellos rápidamente.
HM