Unos 5,6 millones de catalanes están llamados a votar hoy en unas elecciones regionales condicionadas por la pandemia y en las que el independentismo volverá a beneficiarse del sistema de repartos de bancas y de su decisión de no acordar bajo ningún aspecto con el candidato socialista, el ex ministro de Salud Salvador Illa.
La primera incógnita será si se constituirán las mesas electorales sin incidencias, pues más de 30.000 personas, el 41% de los miembros elegidos por sorteo para ocupar las mesas electorales, presentaron alegaciones por miedo a contagiarse de Covid.
Las autoridades regionales trataron de aplazar los comicios a finales de mayo pero la justicia suspendió el aplazamiento a pesar de la alta incidencia del virus en las últimas semanas y el riesgo de una alta abstención.
Las urnas abrirán a las nueve de la mañana y, en una controvertida decisión, las personas infectadas o en cuarentena podrán acudir a votar presencialmente en la última hora antes del cierre de los locales de votación, a las ocho de la noche.
“Todo el mundo debe poder votar, nadie queda fuera del voto”, defendió la decisión Ismael Peña López, encargado de procesos electorales del gobierno regional catalán.
Aunque en esa franja estarán protegidos con mono integral, guantes y pantallas faciales, entre los miembros designados por sorteo para trabajar en locales electorales cundió el miedo y cerca de 31.000 de un total de 82.000 pidieron no acudir. El número de alegaciones aceptadas no trascendió, pero las autoridades insisten en que el escrutinio no peligra.
El gobierno regional asegura haber dispuesto todas las medidas sanitarias como tests de antígenos y mascarillas FFP2 para el personal electoral, locales espaciosos y ventilados o incluso abiertos. El centro electoral “es realmente un lugar más seguro que ir en metro o a trabajar”, aseguró Peña López.
La apuesta de Sánchez. Además de la situación sanitaria, la incertidumbre es también política en esta rica región del noreste de España, marcada desde hace diez años por el auge del independentismo que la gobierna desde 2015 y que ha dividido con fiereza a la sociedad.
Son unos comicios inciertos porque los indecisos superan el 20%, y la abstención podría ser muy alta y situar la participación por debajo del 65%, frente al 79% de los comicios de 2017.
Los comicios, los quintos desde 2010, se convocaron por la inhabilitación judicial en septiembre del ex presidente Quim Torra, condenado por desobedecer a la Junta Electoral.
En el poder en Madrid desde 2018, el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, trató de apaciguar la tensión que había desencadenado el intento ilegal de secesión de octubre de 2017 liderado por el ex presidente regional Carles Puigdemont, huido a Bélgica para escapar a la justicia.
Con el propósito de desalojar a los separatistas del gobierno regional, Sánchez colocó como candidato a su ex ministro Illa, cara visible de la lucha contra la pandemia. Los sondeos lo ubican luchando por la victoria con los grandes partidos separatistas, aunque muy lejos de la mayoría necesaria para gobernar esta región con un idioma propio y amplias competencias.
Secesionistas. En cambio, y a pesar de sus divisiones, los independentistas podrían conservar o ensanchar la mayoría absoluta que actualmente ostentan en el Parlamento regional, con 70 diputados de 135, pese a que nunca superaron el cincuenta por ciento de los votos.
La duda es qué formación separatista quedará por delante: Juntos por Cataluña (JXC) de Puigdemont, que aboga por mantener la confrontación con Madrid, o sus socios de gobierno de Izquierda Republicana (ERC), que ha moderado sus postulados y apoya a Sánchez en el Congreso nacional.
En las elecciones de 2017, ERC partía como favorita pero terminó por detrás de Puigdemont, un escenario que podría repetirse ahora, cuando JxC está remontando en los sondeos.
Los últimos sondeos dan un triple empate, con alrededor del 20% de los votos, entre Junts per Catalunya, ERC y los socialistas (PSC)
En un escenario muy fragmentado, el próximo gobierno dependerá de las negociaciones poselectorales, en las que los independentistas se comprometieron a no cerrar acuerdos con Salvador Illa.
“La formación de gobierno será complicada y no debe descartarse una repetición electoral. En cualquier caso, los secesionistas parten con mejores perspectivas dado que los no separatistas difícilmente formarán un frente unido”, indica Barroso.
La polarización generada por los secesionistas ha dado fuerza al partido de extrema derecha Vox, al que los sondeos garantizan entrar al Parlamento regional.