En una consulta histórica, pero con todas las de ganar, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se sometió a un referéndum histórico: preguntó a los suyos, a mitad de su mandato de seis años, si debía seguir en el cargo o no. Se impuso con más del 90 por ciento de los votos.
El referéndum revocatorio, creado en 2019 por medio de una reforma constitucional, despertaba poco entusiasmo. La duda no era el resultado, sino la concurrencia: apenas el 18%. Vale recodar que el 40% era el mínimo imprescindible para que fuera vinculante.
Seis de cada 10 mexicanos aprueban la gestión de López Obrador, como se lo conoce por las siglas de su nombre y apellido. Mientras tanto, la oposición denunció que este referéndum costó entre 80 y 191 millones de dólares del presupuesto nacional.
En consultas previas, como en la que se preguntaba si varios expresidentes debían ser procesados, apenas participó el 7% de los votantes.
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Morena, el partido de López Obrador, instó a sus bases a acudir a las urnas, de modo de revalidar el mandato con un fin político: debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE) renuente a la convocatoria de la consulta y a la oposición.