“Abrimos esta apertura con el tema Estoy tocando fondo, una canción de las Viuda e Hijas de Roque Enroll, cuyo estribillo juega con el Fondo Monetario Internacional. Es un tema que tiene varios años, lo que demuestra la persistencia de este tema en la vida de los argentinos”, señaló Jorge Fontevecchia en la apertura de Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9) del martes 18 de julio del 2023.
El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, junto a Lisandro Cleri, el número dos del Banco Central, y otros miembros del equipo económico, subieron al avión finalmente rumbo a Washington, y parece que esta semana habría un acuerdo con el FMI.
Titulamos la apertura “El origen de la deuda con el FMI” en referencia a la última deuda con el Fondo.
En la psicología de la Gestalt, una teoría de principios del siglo XX sistematizada por Fritz Perls, se establece una relación entre fondo y forma. Traemos este concepto en referencia a que es imposible, para entender algo en perspectiva, aislar el fenómeno de su entorno.
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La forma o figura es lo que aparece y se percibe, lo consciente, y el fondo es lo que está subyacente, en segundo plano. Sin embargo, la forma y el fondo no se pueden separar.
Una misma situación, depende quién la esté experimentando, tendrá una figura y un fondo diferente. Para el director de orquesta, la experiencia no será la misma que para el violinista principal.
Cuando el organismo funciona bien, la relación entre fondo y forma es armoniosa y flexible. En esos casos, un elemento del fondo se puede separar, delinear y tomar otra forma, haciendo pasar a la figura anterior al segundo plano. De la misma manera, esta segunda figura se puede desdibujar y pasar a un segundo plano, para que otra figura emerja.
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Para entender el punto de contacto entre la idea de fondo y forma de la Gestalt y el origen de la deuda con el FMI tenemos que remontarnos al mal diagnóstico que el ex presidente Mauricio Macri tuvo al asumir, respecto de cuál era la situación de la Argentina y cuáles eran los remedios necesarios para aplicar.
En economía, es muy conocida la metáfora de que no se pueden alterar los ingredientes en una receta de cocina, porque si uno coloca la manteca y después la verdura, el gusto va a ser diferente.
Luciano Laspina, quien sería designado ministro de Economía si las elecciones las ganara Patricia Bullrich, en su último libro, Desenredar la Argentina, dice, en la página 119: “Hay que discutir la medida óptima de las medidas. Como ocurre con la buena gastronomía, en una receta, la secuencia en la que se combinan los ingredientes es tan importante como contar con todos los ingredientes necesarios”.
El periodista Alejandro Bercovich ya utilizaba esta metáfora en su programa. De hecho, llevaba a un chef a las discusiones.
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La discusión por la salida del cepo
La discusión de fondo y forma durante el gobierno de Macri fue salir del cepo el primer día. Macri partió de que se podía tomar esa medida sin tener consecuencias inflacionarias. Partía de la idea de que los precios ya estaban al dólar libre, que en esos momentos tenía un precio oficial de $9 y paralelo de $14.
La salida inmediata del cepo produjo inicialmente una aceleración de la inflación y un parate en la economía, que se subsanó al año siguiente.
Macri, previamente a asumir como presidente, se jactaba de que la inflación era un problema fácil de solucionar. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi presidencia la inflación no va a ser un tema, el desafío va a ser conseguirle trabajo a la gente”, afirmaba.
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En 2016, ya en iniciado su mandato, decía: “La inflación se produce por culpa de un gobierno que administra mal. Si la inflación no baja es culpa mía”.
La inflación es síntoma de otros elementos mucho más complejos, que tienen que ver con el gasto público, con las expectativas de futuro. Tuvo que ver también con la ingenuidad de Macri, al creer que se podían conseguir, de manera inmediata, inversiones para la Argentina sin necesidad de hacer ningún recorte de gastos.
En función de ese balance, el propio Macri planteaba, en su pelea por un segundo mandato, que haría todo de otra forma, mucho más rápido.
El propio Horacio Rodríguez Larreta planteó esta semana la imposibilidad de salir del cepo el primer día. “No es serio decirle a la gente que vas a levantar el cepo el primer día si no tenés un dólar en el Banco Central, si hacés eso el dólar se te va al cielo”, afirmaba el jefe de Gobierno porteño.
Y agregaba: “Hay que salir el cepo lo antes posible, pero lo antes posible significa cuando consigamos dos cosas. En primer lugar, dólares que se vayan acumulando en las reservas del BCRA, y confianza, para que cuando levantes el cepo no salgan todos corriendo a comprar dólares”.
Macri intentó salir del cepo el primer día y, al mismo tiempo, no provocar ningún ajuste que significara una pérdida de calidad de vida para los argentinos. Para poder hacerlo mantuvo la deuda. Esa deuda con privados permitió evitar una corrección importante de la estructura de déficit fiscal.
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Incluso, en 2017, hubo un pequeño veranito que le permitió ganar la elección. El plan “platita” de Macri. Tras ganar la elección, se le acabó el financiamiento privado y tuvo que pasar al financiamiento público del FMI, que vino a sustituir el financiamiento privado.
Es evidentemente cierto que el financiamiento privado se fue gracias al Fondo Monetario Internacional. Si Macri hubiera querido hacer un default en el 2017, se hubiera podido producir una quita sobre la deuda privada, cosa que no se puede hacer con las deudas contraídas con el FMI.
Lo cierto es que la deuda que sustituyó la deuda con los privados fue creada para generar una alternativa de financiamiento al gasto público argentino en 2016 y 2017.
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Quienes vinieron a financiar el gasto público argentino en dólares hicieron una operación conocida como carry trade, logrando una tasa de interés superior a la que podían conseguir en sus países. La tasa de interés puede ser un 10% de esa deuda, pero la deuda era para financiar el gasto público que Argentina no corrigió en 2016 e inclusive aumentó en 2017.
Todos somos corresponsables de la situación. Primero Mauricio Macri, por creer, con soberbia, que el problema era mucho más simple de lo que terminaba siendo, y agrandando el problema. Luego, los argentinos, por haber votado las autoridades que votamos.
Y finalmente, el FMI, al haber otorgado un crédito totalmente desproporcionado que tenía, como contrapartida, pagarles a los fondos privados esa cantidad de dinero que nos habían prestado para financiar el déficit.
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Otros ejemplos en el mundo
Pakistán debe 6 mil millones de dólares al FMI, una pequeña parte de lo que debe la Argentina. Según los informativos, se esperaba que con el préstamo se estabilice la tambaleante economía del país asiático, lastrada por el bajo crecimiento, la elevada inflación y las catastróficas inundaciones que había sufrido su territorio.
Este año, Pakistán renegoció su deuda con el Fondo. Su deuda pública total es de 256 mil millones de dólares. La inflación ascendió, el mes de mayo, a 38%, el número más alto en la historia del país.
Hace varios años que Pakistán no cuenta con mediciones actualizadas de la situación social, pero en 2018, la pobreza afectaba al 36% de la población, y según el Banco Mundial, la pobreza aumentó 4 puntos porcentuales a causa de las inundaciones del año pasado.
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Egipto, por su parte, es un país que ha tenido que vender empresas públicas para pagar su deuda con el Fondo Monetario Internacional. Según anunció el gobierno de Egipto recientemente, se firmaron contratos con el sector privado para vender acciones de empresas estatales por valor de 1900 millones de dólares, con el objetivo de aumentar las reservas de divisas extranjeras.
Esta venta de acciones se da en el marco de un programa de privatizaciones que está llevando adelante Egipto para cumplir con los requisitos del FMI de liberalizar su economía, dominada casi completamente por el Estado y cuyas empresas son, en gran parte, propiedad del ejército. Según el primer ministro, el proceso de privatización ha sido completado en un 25%.
Egipto atraviesa un momento de alta inflación, y sufrió la devaluación del precio de su moneda, la libra egipcia, a la mitad de su valor durante el último año. Además, se estima que su deuda externa es de aproximadamente 162 mil millones de dólares.
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El ministro de Economía, Sergio Massa, propone liberarse del Fondo a futuro, pagándole la deuda. Es lo que hizo en su momento Grecia, que tuvo la negociación más dura con el FMI, siendo además parte de la Unión Europea.
En 2022, después de haber pasado su mayor crisis de negociación de deuda, dijo finalmente adiós a la tutela europea, por el polémico “rescate”, que salvó al país, pero lo empobreció.
La Unión Europea consideró que Grecia aplicó con eficiencia los dictámenes exigidos por el rescate, y que actualmente los riesgos para la Eurozona han “disminuido sustancialmente”. El gobierno de Atenas ha reformado, en estos años, sus sistemas laboral, tributario, de seguridad social y pensiones. La administración pública ha privatizado sectores que eran estatales y saneado sus bancos.
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Entre 2010 y 2015, del Banco Central Europeo y el FMI, Grecia recibió más de 260 mil millones de euros, repartidos en tres rescates, para hacer frente a su deuda. Los “hombres de negro” de la troika, desembarcaron en Atenas para vigilar el cumplimiento de las condiciones.
“Después de doce años, se cierra un capítulo difícil para nuestro país, Grecia ya no será una excepción en la zona Euro”, decía el ministro de Finanzas. Sin embargo, la población demorará años en recuperarse de los sacrificios a los que fue obligada, y que generaron protestas que incendiaron el país.
Sólo 5 años después de haber estallado la crisis, los griegos eran un 40% más pobres, la desocupación alcanzó el 26%, y 2,5 millones de griegos vivían bajo el umbral de la pobreza.
Hoy, políticos y analistas consideran que la fórmula aplicada a Grecia no fue la mejor, la más justa ni la más eficaz.
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El espejo argentino
Podemos ver a Grecia como el espejo de lo que podría haber pasado si Argentina no salía de la convertibilidad en el 2001 y principios del 2002, en una crisis de deuda que estalló en 2008, en el contexto también de la crisis de las hipotecas iniciada en el 2007.
Este es el contexto histórico y sociopolítico de los países que atraviesan deudas con el Fondo Monetario Internacional, como se ve, mucho menores que los montos que debe la Argentina, en el caso de Pakistán y Egipto.
Esto, contradictoriamente, también demuestra el potencial de la Argentina. Si el país perdió, por la sequía, 20 mil millones de dólares de exportaciones, eso es equivalente a casi la mitad de la deuda con el FMI, lo que señala que ahorrar dos buenas cosechas permitirían pagar la deuda con el fondo.
Evidentemente, como dice el ministro de Economía del país, hay que sacarse el Fondo de encima pagando la deuda.
“A la Argentina le dejaron un ancla muy complicada, un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que nos hizo perder soberanía. Nos hemos planteado un desafío, discutir de igual a igual, defendiendo nuestra convicción, soberanía y el interés de la Argentina, pero también nos hemos planteado un desafío para los próximos cuatro años: trabajar en aumentar la exportación, en vender el trabajo argentino al mundo, y trabajar en lograr nuestra propia acumulación de reservas para pagarle al Fondo de vuelta y que se vayan de la Argentina, porque queremos ser un país soberano”, arengaba Sergio Massa frente a un auditorio de simpatizantes y militantes.
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Evidentemente, haber recurrido al Fondo Monetario Internacional en el año 2018, fue un síntoma de nuestra incapacidad de gobierno, gobierno que elegimos los argentinos.
Cristina Kirchner declaraba ayer que “así como nosotros tenemos que hacernos cargo del manejo del anterior presidente cuando convocó al FMI, el Fondo, en su actual autoridad, tiene que hacerse cargo del desmanejo que tuvo su anterior directora, porque la continuidad institucional es para todos y para todas”.
Para ser ecuánimes, digamos que si el Fondo no le hubiera dado el crédito a la Argentina, probablemente se hubiera aumentado el default de la deuda privada que llevó adelante Guzmán, y la renegociación con quitas del 50%, que hacen que la Argentina no pueda volver a tener crédito por mucho tiempo.
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La idea de Macri era ir al Fondo, ganar las elecciones, y luego recuperar la confianza del futuro de la Argentina, y, por lo tanto, volver a endeudarnos con los privados y pagarle al Fondo. Esto se rompió porque Argentina renegoció la deuda con los privados, y no puede volver a ellos. No tiene la posibilidad de endeudarse con privados para pagar la deuda del FMI en lugar de usar recursos propios.
Obviamente, pensar qué hubiera pasado si declarábamos el default de la deuda privada en 2018 en lugar de ir al FMI, es contrafáctico. Seguramente, eso hubiera sellado de antemano la derrota electoral de Macri, dando por tierra la hipótesis que tenía, de poder ganar las elecciones en 2019, lo que no terminó sucediendo, pero le permitió mantener esa expectativa hasta finalizar su mandato.
¿Hubiera podido terminar su mandato si defaulteaba en 2018? Personalmente, creo que sí. Creo que la sociedad argentina ya aprendió que los gobiernos tienen que terminar su mandato a pesar de las circunstancias.
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Pero la responsabilidad es de todos. Incluyendo, claramente, al Fondo Monetario Internacional, y en eso Cristina tiene razón. Un crédito de esa magnitud, de casi 50 mil millones de dólares, como vemos, está fuera de toda proporción con respecto a los créditos que tomaron los otros países con el FMI.
También, obviamente, tiene responsabilidad el ex presidente Donald Trump, que quiso ayudar a su amigo Macri de esta manera, y no ayudó ni a Macri, ni a la Argentina, ni al Fondo. Esta es una historia desgraciada donde todos los integrantes son responsables.
FM JL