A primera vista, es el caso definitivo de greenwashing, ese lavado de cara mediante el cual las grandes empresas esgrimen un compromiso verde mientras siguen perjudicando al planeta con sus prácticas. Para horror de los ambientalistas, Coca-Cola será uno de los patrocinadores de la nueva cumbre climática de Naciones Unidas, la COP27, que una vez más buscará comprometer a los principales responsables de la crisis a buscar un futuro deseable para la humanidad.
Entre el 6 y 18 de noviembre, la cumbre superará los 2 mil oradores y 35 mil participantes en el balneario egipcio de Sharm el-Sheikh. En medio de charlas sobre temas como el futuro de la energía, la seguridad del agua y la sustentabilidad de las comunidades vulnerables, los asistentes deberán resignarse a ver el logotipo de la curva dinámica sobre toda la cartelería oficial.
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Las ONGs se mostraron desconcertadas por la decisión del gobierno egipcio. Su argumento es simple pero sólido: el acuerdo socava la credibilidad de la cumbre. En 2019, Coca-Cola admitió que utilizaba tres millones de toneladas de envases de plástico al año. Dos años después, una auditoría de la alianza global Break Free From Plastic nombró a la compañía como el contaminador de plástico número uno del mundo.
La multinacional produce unas 200 mil botellas plásticas por minuto; buena parte de ellas terminan en lagos, ríos y océanos. Pero el problema está en el origen. El 99% del plástico mundial se genera en un proceso llamado “craqueo”, que produce emisiones de gases de efecto invernadero e impulsa el cambio climático, recordó la BBC. “Todo su modelo de negocio se basa en los combustibles fósiles. Hicieron promesas de mejorar el reciclaje que nunca han cumplido”, denunció Steve Trent, director general de la Fundación para la Justicia Medioambiental.
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Coca-Cola defendió su participación diciendo que “comparte el objetivo de eliminar los residuos”, aunque las contradicciones son evidentes. En los cincuenta recogía, lavaba y reutilizaba las botellas de vidrio, pero dos décadas después implementó el plástico de un solo uso, mucho más barato pero también más dañino para el ambiente. Hoy promociona sus botellas reciclables solo donde existe infraestructura, algo que no sucede en países como Samoa o Uganda, que se están llenando de botellas vacías. También promueve los envases reutilizables, pero como requieren una gran inversión para recogerlos, lavarlos y reutilizarlos, todavía son una parte menor del negocio.
“Cuando los contaminadores dominan las negociaciones sobre el clima, no obtenemos buenos resultados”, anticipó el ugandés Nyombi Morris, embajador de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. A no ser que empecemos a mirar el problema de frente, los peores pronósticos se cumplirán más temprano que tarde. “Más del 90% de las aves marinocosteras ya tienen plástico en sus estómagos y para el 2050 va a existir más plástico que peces en el mar”, alerta el fotógrafo y conservacionista Sergio Izquierdo. “En solo 30 años vamos a cuadruplicar la contaminación en los mares si no atacamos el problema desde el origen”.
FM JL