Después de mantener un cauto silencio, el papa Francisco expresó ayer su preocupación por la situación en Nicaragua, donde la policía detuvo a varios clérigos católicos que se mostraron críticos con régimen de Daniel Ortega.
Fue su primer comentario después del allanamiento del viernes a la residencia del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, y su detención, así como la de un número desconocido de sacerdotes.
Francisco dijo a miles de personas, reunidas en la Plaza de San Pedro, que estaba siguiendo de cerca, con preocupación y dolor, lo que ocurre en Nicaragua. No mencionó las detenciones en forma concreta. Sólo abogó por el diálogo abierto y sincero. Antes del allanamiento del viernes, las autoridades nicaragüenses habían acusado al obispo de incitar al odio y la violencia.
El obispo Álvarez, detenido en Managua, ha sido una voz religiosa clave en las discusiones sobre el futuro de Nicaragua desde 2018, cuando una ola de protestas contra el régimen de Ortega condujo a una amplia represión contra los opositores. La revuelta social dejó 355 muertos, más de 2.000 heridos y 100.000 exiliados, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Ortega ordenó arrestar a decenas de líderes de la oposición en 2021. Entre ellos, siete posibles candidatos presidenciales. Fueron condenados a prisión este año en juicios rápidos cerrados al público. Sostiene que las protestas a favor de la democracia se llevaron a cabo con respaldo extranjero y con el apoyo de la Iglesia católica. En marzo, Nicaragua expulsó al nuncio papal, que es el principal diplomático del Vaticano en Nicaragua.
En 2022 la Iglesia Católica en Nicaragua sufrió encarcelamientos o retenciones de sacerdotes, la cancelación de ocho radioemisoras y tres canales católicos, el ingreso por la fuerza y allanamiento en una parroquia, y la expulsión de las misioneras de la orden Madre Teresa de Calcuta.
BL PAR