OPINIóN
Pandemia por coronavirus

Desigualdad: vacunas vips, privilegiados y el resto

En estos últimos meses, distintas celebridades argentinas (o “personas comunes”) han viajado a Miami para vacunarse. Mientras, también en Argentina, tuvimos episodios de vacunados “vips” y algo que por ahora no termina: la escasez de vacunas.

Vacunación en Miami 20210517
Vacunación contra Covid-19 en Miami | Agencia Afp

En estos últimos meses, distintas celebridades argentinas (o “personas comunes”) han viajado a Miami para vacunarse. Mientras, también en Argentina, tuvimos episodios de vacunados “vips” y algo que por ahora no termina: la escasez de vacunas.

¿En qué infirió el tema de los vacunados “vips”? En el ámbito político, la baja de Ginés González García y un golpe en la imagen de Alberto Fernández. En las matemáticas, prácticamente una variable que podríamos prescindir de ella: los vacunados vips no son un gran número de personas. Pero en el ámbito social, demostró que hay un grupo selecto, una casta, protegida por el Gobierno que dice amparar a todos.

Si bien ha habido un gran repudio a la vacunación de algunos funcionarios, esto puede ser justificable y hasta beneficioso para la sociedad. Sin embargo, para nada lo es otra persona que no sea funcionaria del Estado como la familia de un sindicalista y él mismo, o un ex funcionario y compañía.

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El Gobierno los ha acaparado: los vips. Algo que en nuestro país -y en todos- están presente. ¿Cuál es la diferencia? En Estados Unidos, Bill Gates es un vip, un superrico, pero podemos justificar su éxito (aunque discutamos la desigualdad generada). Distinto es en Argentina que los vips son políticos o relacionados al mundo politiquero -que no es lo mismo que mundo político-. ¿Cómo se puede vivir en una sociedad donde los políticos que deben gobernar forman parte de otro estrato social, quizás es el más alto?

Siempre se ha hablado de la “casta judicial” y sucede en la mayoría de las partes del mundo. Reino Unido es un ejemplo clave, los jueces son privilegiados y en nuestro país también, aunque a los privilegios los usen para conductas poco éticas y morales (corrupción). Después de estos vacunados vips podríamos hablar de la “casta política” que encima consideran que, por ser elegidos mediante una elección, son la voluntad del pueblo, la voz, el hilo conductor, porque Argentina lejos está de tener instituciones fuertes y lo paupérrimo es moneda corriente.

Todavía no finalizo, volvamos al principio. Miami y vacunas. ¿Privilegios? Pues claramente es un privilegio sobre una gran parte de la sociedad que debe esperar para recibir la vacuna. Por ser privilegiados tampoco deben ser demonizados -ni es la razón en este artículo- pero sí quiero poner foco cómo un Gobierno que dice igualar, mostró su incapacidad. En Argentina, hoy, hay tres tipos de ciudadanos: el que lo vacunan por otra puerta (vip), el que viaja a Miami y el que espera en la fila, excepto si ya lo vacunaron. Los primeros fueron elegidos por el Gobierno, los segundos y terceros muestran un problema social que se ve en todos los países: los que pueden y los que no.

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Repito, este artículo no busca la demonización de un estrato social, sino cómo el Gobierno no aporta en nada en lo que dice su principal objetivo: la igualdad. En Colombia, el Gobierno intentó llevar a cabo una reforma tributaria para agrandar las arcas del Estado y enfrentar el endeudamiento. Éste no pudo por las manifestaciones de la sociedad, ya que algunos puntos de la reforma apuntaban a la clase media.

Los países latinoamericanos, en su mayoría, aplican impuestos sobre la clase media -Argentina es un claro ejemplo-. Si ponemos en escala la relación socioeconómica de las “clases”, me atrevo a decir que los vips son los que mejor económicamente están, luego los “privilegiados” y por último el “resto”. Digo resto porque a pesar de ser la mayoría de la población, es un grupo muy heterogéneo. Por ende, los “solidarios” deben ser los más fuertes y no el “resto”, como sucede aquí y se intentó en Colombia.

El coronavirus fue un “equiparador negativo” sin distinción de clases sociales. El virus enfermó y mató a muchísimas personas pobres y ricas. Pero también acentuó desigualdades económicas preexistentes, es decir, quienes menos tienen son los que más sufren. La actitud del gobierno argentino, frente al problema, fue aplicar un impuesto a la riqueza a las clases más altas y una ridícula asistencia social a las clases más bajas. A las clases medias alguna que otra asistencia, como préstamos a tasa cero o ATP. ¿Fue inútil? Sí, primero porque el impuesto a la riqueza está pensado para temas que poco y nada tienen que ver con los daños de la pandemia -además de otros puntos-. Segundo, la asistencia social es improductiva por cómo está planteada y por eso vemos a los movimientos sociales -Pérsico y Grabois- que comenzaron a criticar (al Gobierno) pidiendo creación de empleo. Tercero, las clases medias tuvieron que pagar costos “menores” al acceder a los beneficios, como el impedimento a comprar moneda extranjera.

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En Argentina se ajusta contra la clase media, se entretiene con un chupetín a las clases más bajas y a los más altos se los protege permitiéndoles pagar impuestos en cuotas. El Gobierno, que -insisto- dice luchar por la igualdad, es el mismo que extremiza las desigualdades. Por eso el 2020 cerró con 42% de pobres por cómo se mide aquí la pobreza -por consumo de una “canasta básica”-. ¿Pero cómo podemos ir en contra del relato? Nicolás Maquiavelo, un genio para la instrucción política, enseñó que cuando uno tiene tal virtud debe aparentar que sí. El problema es que si el Gobierno persiste sobre este camino, el resto se alzará, la rebelión se hará y el costo social será altísimo. La respuesta está en una reforma bien pensada pero que apunte a los que deben, es decir, a ellos mismos.