Durante el primer cuatrimestre del año, las cuentas públicas arrojaron un resultado primario deficitario que se fue profundizando conforme pasaron los meses. De hecho, dicho déficit se mantuvo en niveles ampliamente superiores – en términos reales – a lo que fueron los resultados del año 2022.
Asimismo, estimaciones privadas indican que el mes de mayo no habría sido una excepción en este sentido. Algunas señales de esto se ven en la fuerte necesidad que tuvo el Tesoro de recurrir, de la misma manera que en marzo y abril, a la ayuda del Banco Central a través de adelantos transitorios.
Tengamos en cuenta que, para materializar dichos adelantos, el Banco Central tiene que “prender la maquinita”. Es decir que esta necesidad de financiamiento por parte del Tesoro se traduce en emisión monetaria de una moneda que nadie quiere tener y consecuentemente se refleja en más presión sobre los niveles de precios.
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En definitiva, son el reflejo de una economía con ingresos ampliamente inferiores a sus gastos, que prácticamente no tiene acceso al crédito y ya no puede financiar sus cuentas deficitarias con colocaciones de deuda.
A la hora de entender las causas detrás de esta desmejora de las cuentas fiscales, toma relevancia la caída en la recaudación, afectada en gran medida por el impacto de las sequías sobre los ingresos por tributos al comercio exterior. Por otro lado, como es habitual en economías con altos niveles inflacionarios, el gasto aumenta al ritmo de la inflación, mientras que la recaudación queda atrasada, y se reduce así su valor en términos reales.
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De hecho, durante los primeros cinco meses de 2023 la recaudación de recursos tributarios acumula una suba de 92,5% frente a igual período de 2022, lo que indica una caída en términos reales si tenemos en cuenta que la inflación durante el mismo período estuvo por encima del 100%.
Esta realidad, que marca el alejamiento e incumplimiento de las metas de emisión y de déficit fiscal fijadas por FMI (que de hecho están próximas a ser reprogramadas) deja expuesta, una vez más la estrecha relación entre el desajuste de las cuentas públicas y la inflación.
En definitiva, se hace evidente que resulta imperiosa la necesidad de poner en marcha un plan de ajuste fiscal si se quiere empezar a ordenar la economía.
* Lic. en Economía
