La Copa FIFA de Fútbol comenzó en Qatar, nuestra selección nacional perdió ante Arabia Saudita, el gol de Salem Al Dawsari sepultó los logros políticos obtenidos desde 2019; pero los triunfos ante México y Polonia le devolvieron el alma al cuerpo al Presidente Alberto Fernández, y garantizaron algo más de calma social para su gobierno. El propio mandatario puso la gestión en manos del equipo argentino, quien antes de partir a Bali con motivo del G20 dijo: “Lo que debemos ver es cómo ganamos el mundial”.
Esta expresión de estadista fue complementaria de los dichos de la ministra de Trabajo Raquel “Kelly” Olmos, quien eligió entre bajar la inflación y el Mundial: "Primero que gane Argentina”. En efecto, no tenga dudas que Alberto gritó los goles más fuerte que nosotros, ya que el gran anhelo del oficialismo se reduce al éxito deportivo y comprar un nuevo avión presidencial; pues más allá del torneo, todo se vuelve difuso.
Cuando la vocera presidencial Gabriela Cerruti expresó: “En la fuente… Ahí lo que tenemos ahora, después del Covid, la Derecha ha puesto sus piedras, recordando a los muertos”. Solo echó más combustible al fuego de una estrategia de enfrentamiento nacida en la falta de medidas básicas de gestión; y aunque pidió disculpas por su frase, ese clima se sigue viviendo en distintos aspectos de la vida política del país.
En este sentido, el clima de tormenta perfecta, con algunos truenos como lo vivido en las últimas horas en el Congreso de la Nación durante la sesión donde se intentó tratar la creación de nuevas universidades y la continuidad de Cecilia Moreau al frente del cuerpo, demuestra que soluciones no hay, pero sobran gestos de confrontación y una agenda muy pequeña.
En este contexto, la política económica del Ministro Sergio Massa parece no encontrar el rumbo, el nuevo dólar soja, la sequía, los “Precios justos” y la inflación que no encuentran calma, y anticipan un verano movido que esperemos el funcionario no haga alguna locura, como podría ser rifar el espectro 5G y poner en riesgo la seguridad nacional, para lograr unos pocos dólares que le traigan algo de serenidad a las cuentas del gobierno.
Qué significa tocar a Cristina
Veredicto a la vista
La compañera Cristina ya está en modo campaña. El estadio único de La Plata fue el epicentro de una especie de lanzamiento, donde la señora señaló todos aquellos logros que no tuvo, y otras medidas que fueron exhibidas como exitosas, pero que detonaron al país; sosteniendo en todo momento que ella representa “La fuerza de la esperanza”. Es decir, la misma persona que ideó y ejecutó hasta hoy las políticas de gobierno, es también quien va a resolver esos problemas que ella creó; aplicando seguramente idénticas medidas para obtener soluciones.
En el acto, su hijo, el diputado Nacional Máximo Kirchner, se colgó del paraavalanchas para demostrar que como afirmó en Gualeguaychú “Ellos son el cambio”, y que también es “pueblo” y parte de una juventud que ni de casualidad los va a votar; tal como lo vienen indicando las encuestas. Días después, la Jefa volvió a realizar un nuevo descargo en relación a la investigación que pesa sobre ella; siendo aquel acto proselitista y su nuevo alegato, una especie de muro de contención para los efectos políticos de la condena que conoceríamos en los próximos días.
En la oposición las cosas no están tampoco en un buen momento. Horacio Rodríguez Larreta, con el fin de sostener su precandidatura presidencial, sabe que si deja de sostener a cualquiera de sus aliados, su aspiración se terminará antes de comenzar el 2023. Para ello tiene que reforzar su pago chico, y en esa idea, el mandatario porteño, semanas atrás había apoyado a Martín Lousteau como candidato a Jefe de Gobierno.
Unos pocos días después se mostró apoyando también al ministro de salud Fernán Quirós, quien ciertamente es más cercano a Larreta, y cumple con la necesidad de instalar a uno de los propios en dicha carrera. El problema en la actualidad, radica en que Horacio necesita sostener su andamiaje en base a recursos y alianzas que debieran ser contenidas con carisma y un mensaje de liderazgo que el dirigente no logra consolidar.
Un gobierno que va directo a los brazos de las amenazas globales
El primer ministro británico, Rishi Sunak, declaró que la "era dorada" entre el Reino Unido y China ha terminado. Dicho funcionario además afirmó que esa dictadura es un “desafío sistémico” a los valores e intereses de su país, que se agudiza “a medida que avanza hacia un autoritarismo aún mayor”. Este nuevo escenario es una gran oportunidad, por ahora desperdiciada, para que la República Argentina restablezca vínculos con los ingleses. En efecto, nuestros países tienen economías complementarias, y una amplia agenda de desafíos estratégicos en común en relación al avance chino en el mundo y en especial en nuestro territorio.
La recomposición de lazos también significaría una revisión del embargo en materia militar y la suma de esfuerzos para evitar la pesca ilegal en el mar argentino; todo ello sin afectar las negociaciones diplomáticas por las Islas Malvinas. Esto ocurre en momentos que en China, el hartazgo a las cuarentenas se hace sentir, con una multiplicación de protestas en todo el país y una represión propia de películas de ciencia ficción.
Cuando el grupo de Senadores de los EE.UU. liderados por Bob Menendez dió el apoyo a Sergio Massa para que fuera el candidato argentino a presidir el BID, éste designó a Cecilia Todesca como su representante a competir por el cargo. Sin embargo, el silencio de Lula, el apoyo trunco de Andrés Manuel López Obrador, quien había jurado su apoyo al propio Alberto Fernández; y el giro del respaldo de la gestión Joe Biden; llevó al brasileño Ilan Goldfajn a ocupar el cargo. En efecto, todo indica que la luna de miel de nuestro Ministro de Economía con algunos sectores del Partido Demócrata duró poco.
Las malas noticias en materia internacional vinieron también para nuestro Presidente, quien sufrió de un episodio de hipotensión y mareos en la cumbre del G20 de Bali, previo a su discurso. Esto ocurrió luego de su paso por París y el encuentro con el mandatario francés Emmanuel Macron; y una cita posterior con el chino Xi Jinping. De esta forma, nuestro ministro de lujo pudo colocar a su gente en el organismo internacional; ni el Presidente más toquetón de la cumbre pudo hacer gala de sus dotes como orador.
En este contexto social y económico, los goles son el mejor remedio a la falta de gestión y definiciones políticas. Hoy para el gobierno, solo importa llegar al verano, y que la oposición les regale un calendario electoral que no precipite el desastre.