OPINIóN
Literatura

Buscadores de tesoros: la arquitectura de la ilusión como respuesta

La arquitectura de la ilusión como respuesta a la pérdida de incentivos.

Tesoros
La emoción del tesoro reside en la esperanza. | Imagen de MasterTux en Pixabay.

El tiempo estaba lo suficientemente ventoso como para desanimar cualquier paseo, aún así, siendo el último día de las vacaciones de invierno, me animé a bajar a la playa. Había andado no menos de 15 cuadras, y justo donde terminaba el bosque, bastante mejorado por la pasarella que conecta el sur y el norte, me llamó la atención lo que sucedía en el más acá.

Tres hombres viejos caminaban la playa. Iban de la costa hacia los médanos y luego retornaban apenas corridos unos centímetros a la izquierda o a la derecha… de manera que no les quedaran centímetros de arena sin tocar. Cada uno, llevaba en sus manos una vara de metal unida a una especie de motorcito con un visor.

Hugo Ditaranto, un gran y querido poeta

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Por momentos parecía más cercana a un arma de alguna saga de Spielberg… pero no, era la playa, estaba cerca el bosque y hasta donde sabía la guerra intergaláctica aún no se había desatado. Cada vez que algo intuían los viejos, o sentían un movimiento, una diferente intensidad en la marcación del aparato, paraban y volvían a revisar la zona.

Seguí caminando y al regreso, casi dos horas después…. Seguían igual, unos metros más al sur… con la misma atención que un rato antes. Cada tanto, se agachaban y revolvían la arena… para luego incorporarse, con mucho esfuerzo y seguir caminando. En un momento, el de campera gris, se paró e invitó a sus compañeros con un cigarrillo, ninguno aceptó, pero uno se acercó para comentar algo mientras el otro siguió buscando, unido a su arma, a esta altura más parecido a un cayado que a una letal.

Señalaron las nubes, hicieron movimientos de las manos en el aire y miraron fijamente las olas. Midieron con palmas y a lo lejos la distancia entre el agua y el punto justo en donde estaban parados. Se ve que hicieron cuentas en el aire, miraron el reloj y pensaron –seguramente- en irse… se saludaron cada uno partió hacia un punto diferentes y se saludaron con un Hasta mañana… 

No dejo de pensar qué lleva a hombres de más de 70 años, a recorrer las playas desiertas del Pinar del Bosque en pleno agosto,  en busca de tesoros enterrados en la arena… cómo pueden creer realmente que meses después de la temporada de verano alguien encontrará enterrada una cadena de oro, un celular, un anillito de plata… unas monedas. ¿Qué los lleva a prometerse volver mañana después de un día de nula recolección?

Mientras busco evidencia de la fiabilidad técnica del aparato, a medio camino entre la ingeniería y el esoterismo, a medio camino entre la movilidad de los huesos y el frío que congela las miradas y las arrugas no dejo de preguntarme: ¿cuál es la ganancia de un día de manos vacías sin haber encontrado el premio que vinieron a buscar?

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Eso mismo que los lleva a prometerse volver mañana. La certeza de que hay un tesoro esperando enterrado en la playa o que el mar les traerá algo mágico en bandeja especial.

Si algo movió a través de los tiempos a los buscadores de tesoros fue su esperanza. En realidad no importa el haber encontrado el cofre lleno de oro, sino la arquitectura que esa esperanza ayudó a construir. Mientras creció y fue teniendo ramificaciones, los viejos siguieron volviendo, encontrándose con sus compañeros, saliendo de sus casas y caminando hasta donde dejaron el trabajo ayer. A una edad en donde bien podrían quedarse sentados junto al televisor… sin cruzar el bosque ni trepar los médanos. 

La ganancia es la ilusión. 

Es imperioso encontrar o construirse una. 

Más allá de la biblioteca de autoayuda, los lazos que se forman entre los deseos y las posibilidades de alcanzarlos van armando andamios seguros para transitar, son como el arnés que nos sujeta y nos garantiza que si se zafa el clavo del ascenso, no quedamos en caída libre a voluntad de la gravedad. Nos aseguran los pasos. La ilusión, aunque parezca una paradoja, es lo más seguro ente nosotros y el vacío. Entre un mañana y la soledad de una caída infinita

La única ganancia es la ilusión.

*Marcela Aguilar. IG marce.aguilar.ed. e-mail [email protected]. twitter @marceaguilar_ed