OPINIóN
Bien cebado

El mate en el Congreso de Tucumán

Cuando la independencia se declaró el 9 de julio de 1816, ya se tomaba la típica infusión argentina, pero no había producción yerbatera propia: lo que se consumía venía de Brasil y Paraguay.

Los dos beneficios ocultos de la yerba mate.
Los dos beneficios ocultos de la yerba mate. | REPERFILAR

El 9 de julio de 1816, mientras los diputados del Congreso de Tucumán declaraban la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, es muy probable que el mate circulara entre las manos de quienes forjaron nuestra patria. Sin embargo, existe una paradoja histórica fascinante: al mismo tiempo que declarábamos nuestra independencia política, dependíamos casi exclusivamente de Brasil y Paraguay para el suministro de yerba mate.

La expulsión de los jesuitas en 1767 había marcado un antes y un después en la producción yerbatera. Las prósperas reducciones guaraníes, que habían desarrollado un sistema sustentable de cultivo, fueron abandonadas. Lo que siguió fue un período extractivista descontrolado que agotó los yerbales naturales de Misiones y las regiones aledañas. Para 1816, las Provincias Unidas habían perdido su autosuficiencia en este producto fundamental de la cultura criolla.

La ruta del mate hacia Tucumán

Los diputados que viajaban hacia Tucumán recorrían caminos llenos de postas, esos puntos de descanso fundamentales en la época colonial. En estas postas, siguiendo la tradición criolla de hospitalidad, no se le negaba un plato de comida caliente a ningún viajero. Y junto a ese plato, casi seguramente, llegaba el mate.

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Es muy probable que en esa época se haya gestado la famosa frase del "mate del estribo": ese último mate que se tomaba cuando el viajero ya estaba montado en su caballo, con el pie en el estribo, listo para continuar el viaje. Una cebadora le alcanzaba esa última infusión antes de partir hacia el destino final.

San Martin no tomaba mate, tomaba café en un matecito con bombilla que se puede ver en el Museo Histórico Nacional, sin embargo no omitió incluirlo en las provisiones de sus soldados"

Contrariamente a lo que algunos puristas contemporáneos sostienen, los próceres de la independencia no tenían prejuicios con el mate dulce. José Gervasio Artigas, héroe nacional uruguayo y figura clave en los procesos independentistas, tenía un método sofisticado para preparar su mate endulzado, hirviendo el agua tres veces y añadiendo azúcar con precisión casi científica.

San Martin no tomaba mate, tomaba café en un matecito con bombilla que se puede ver en el Museo Histórico Nacional, sin embargo no omitió incluirlo en las provisiones de sus soldados.

En las tertulias patricias de Buenos Aires, donde se gestaron muchas de las ideas independentistas, el mate dulce era protagonista junto al chocolate caliente. Las familias acomodadas tenían cebadoras especializadas tanto para el mate amargo como para el dulce, y ambos eran igualmente respetados en los salones donde se discutía el futuro de la patria.

Mientras los diputados debatían en la Casa de Tucumán, el mate seguramente circulaba como testigo silencioso de esos momentos históricos. La infusión que había acompañado a gauchos en las guerras de independencia, que había sido parte de los códigos amorosos secretos en las ciudades, y que había consolado a los soldados en los campamentos, ahora estaba presente en el momento más trascendental de nuestra historia.

La paradoja es evidente: declarábamos nuestra independencia política mientras dependíamos de países vecinos para uno de los elementos más identitarios de nuestra cultura. Esta dependencia yerbatera perduró hasta bien entrado el siglo XIX, cuando finalmente se comenzó a reconstruir la producción nacional.

En este nuevo aniversario de la independencia, vale la pena reflexionar sobre cómo el mate nos conecta con nuestra historia. Cada vez que calentamos el agua, elegimos la yerba y compartimos la ronda, estamos repitiendo gestos que nuestros próceres conocían bien.

La diferencia es que hoy, a más de 200 años de aquella declaración, Argentina se ha convertido en el principal productor y consumidor mundial de yerba mate. La independencia yerbatera que no logramos en 1816, la conquistamos décadas después, y hoy exportamos nuestra cultura del mate al mundo entero.

*emprendedor, ingeniero químico y cofundador de la Academia de Sommellerie