OPINIóN
Tecnología digital

El mundo cripto en pocas palabras

El sistema cripto cambió las formas de ahorro, inversión y financiamiento. Desde los memecoins a los dólares digitales, el abecé de lo que es imprescindible saber.

Criptomonedas
Criptomonedas | Shutterstock

Hace tiempo que dejó de ser una actividad de nicho, reservada a nerds y expertos de tecnología. Tanto tiempo, que tampoco puede seguir hablándose de un hype o de una moda pasajera. El ecosistema cripto, según datos de Forbes, alcanza en estos momentos una capitalización de mercado superior a los US$4,25 billones (millones de millones). Claramente, llegó para quedarse y se consolida como un movimiento cultural, social y económico que despierta entusiasmo y curiosidad.

Para los profesionales de ciencias económicas, en particular, comprender este fenómeno es el camino para estar al día respecto de cómo están cambiando las formas de ahorro, inversión, financiamiento y regulación.

El punto de partida es el Bitcoin. Desde la teoría económica, abre preguntas interesantes. ¿Es solo una moneda, un activo de inversión, una infraestructura de pagos? En la práctica es las tres cosas a la vez: dinero digital escaso, comparable al oro por su oferta limitada, con una red de pagos que permite transferir valor sin intermediarios y un valor que no lo impone un Estado, sino la confianza y adopción de los usuarios.

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Más allá de su inusual volatilidad, se va consolidando como un activo emergente que compite con bonos, acciones o inmuebles como reserva de valor.

Si Bitcoin fue la irrupción, las stablecoins constituyen la pieza que conecta el mundo cripto con el sistema financiero tradicional. Están ligadas al dólar y reducen la volatilidad, por lo que funcionan como “dólares digitales” circulando en blockchain.

Para un economista, es un caso fascinante: una moneda privada que cumple roles similares al dinero fiduciario. Y un gran negocio: según el World Economic Forum, las dos dominantes de este segmento, USDT (Tether) y USDC tienen un valor de capitalización conjunto de US$201.000 millones. Incluso, El Tesoro de Estados Unidos impulsa su expansión: una nueva relación entre política monetaria, deuda pública y activos digitales.

Mundo cripto, más que un Bitcoin

El ecosistema cripto no se acaba en las monedas. Ethereum propone contratos inteligentes que se ejecutan automáticamente en la blockchain, sin necesidad de escribanos, bancos o terceros que den fe.

Los NFTs (siglas por “token no fungible) permiten representar activos únicos, desde arte hasta bienes raíces, pasando por cosechas o una infinidad de bienes, lo que habilita formas inéditas de inversión o titularización.

Surge una nueva criptomoneda para sueldos y gastos cotidianos, regulada por EE.UU.

Con un monto de entrada pequeño, cualquier persona puede tener una “porción” de un futbolista y ganar o perder según cómo éste desarrolle su carrera. Incluso hay lugar para los memecoins: monedas especulativas sin valor intrínseco, comparables a burbujas en los mercados financieros.

Uno de los conceptos más disruptivos detrás de este fenómeno es el de DeFi (finanzas descentralizadas): protocolos que permiten hacer lo mismo que un banco o una bolsa de valores, pero sin intermediarios. Este modelo obliga a repensar los riesgos y los sistemas de confianza en un contexto en el que la supervisión estatal desaparece y todo queda en manos de algoritmos.

Esto lleva a un punto clave: la irrupción cripto desbordó la regulación. Los Estados intentan poner límites, pero la descentralización hace imposible un control absoluto. El debate es clave y se está dando en este momento: ¿Cómo equilibrar innovación y estabilidad?¿Qué rol cumplen las instituciones cuando los mercados se vuelven globales, abiertos y no regulables en sentido clásico?

Más allá de las especulaciones o del rumbo que tome, hay una realidad que ya es incontrastable: el mundo cripto es un laboratorio de nuevas formas de dinero, contratos y mercados, que evoluciona a gran velocidad y que genera oportunidades e impone desafíos a cada paso.

*Director de la Especialización en Análisis Financiero y de la Maestría en Gestión Fintech de la Universidad de Belgrano