OPINIóN
Psicología

El profundo y silencioso duelo de los padres de hijos emigrantes

La partida de un hijo a otros horizontes convierte el "nido vacío" en un duelo para los padres. ¿Cómo sobrellevarlo? Las claves de un experto.

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Aeropuerto de Madrid | cedoc

Las familias tienen ciclos de vida donde hay crisis que son esperables, la salida de los hijos del hogar es una de ellas. Es natural y esperable que los hijos forman parejas y hagan su propia familia, o dejen la casa de los padres para vivir su propia experiencia. De todas maneras, aun yéndose de la casa, hay una relación de apego que hace que los hijos visiten a los padres, estén comunicados y que continúe un vínculo de cercanía. 

Hoy en día hay muchos jóvenes que por diferentes motivos están yéndose del país a vivir sus experiencias en otros lugares; esto hace un quiebre en estas crisis esperables, y se convierten en nuevas crisis, no esperables, la distancia, el miedo a lo desconocido por parte de hijos y padres, la falta de contacto físico, hacen que sean situaciones nuevas y diferentes.

La emigración es una situación de crisis, que deja en el emigrante la sensación de tener que empezar de cero, desde un nuevo punto de partida, lleno de ansiedades, e incertidumbres. Existe en los seres humanos la necesidad de pertenencia, y esta necesidad se pone en juego en esta búsqueda de nuevos horizontes, y es vivida tanto por los migrantes como por sus familias que quedaron en el lugar de origen. 

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Cuando un hijo emigra, se reacomoda todo el sistema familiar, revisando los lugares que cada uno ocupa en la familia ante esta nueva realidad. Este movimiento va a ser diferente en cada familia. Muchas veces la persona ausente ocupa lugar en la mente de los padres, y esto afecta a otros hijos que sí están ahí y que tenían la expectativa, ante la migración de un hermano, de ser más presentes para sus padres. Otras veces, en este reacomodamiento familiar, el desamparo vivenciado ante la emigración del otro hace que cada miembro de la familia se sienta más apegado a los otros miembros, buscando de manera simbólica un espacio de seguridad, de permanencia en el otro. 

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En los padres se desarrolla también una dicotomía, presentándose la lucha entre la sensación de pérdida y el deseo de apoyarlos y acompañarlos, lo que se transforma en una mezcla de sensaciones, emociones y sentimientos. Muchas veces el ayudar en trámites, tener que motivar, y mostrarse “fuertes” se convierten en situaciones estresantes que movilizan, pero que al mismo tiempo distraen de las emociones que no se están queriendo expresar.

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Algo que suele suceder en la mayoría de las familias, el “nido vacío, hay una sensación generalizada de duelo o de soledad que los padres suelen sentir cuando sus hijos se van de la casa a vivir por ellos mismo por primera vez. Cuando un hijo es emigrante este síndrome se presenta con más intensidad, ya que el hijo no solo se va de la casa, sino que se suma la distancia, que se convierte en un potenciador de las sensaciones de soledad.

Esto convierte el nido vacío en un duelo donde se entremezclan muchos factores, frente a un cambio que irrumpe de manera significativa. Se siente la pérdida de una relación de amor, con los hijos y la posibilidad de ver de primera mano sus progresos, su crecimiento, sus relaciones, el posible nacimiento de nietos en lugares lejanos. Y hace que muchas veces se ponga en juego cual es el sentido de la vida, para esos padres que quedan y haya un replanteo a este respecto. 

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Frente a estas crisis y desafíos que conlleva la emigración es importante que los padres puedan fortalecer sus redes de contención social, es decir su familia y amigos cercanos, que van a poder acompañar y sostener frente a la realidad de la distancia con sus hijos, si no se cuenta con estas redes es bueno poder acudir a un terapeuta que acompañe el duelo. Estas crisis son la oportunidad de comenzar un nuevo período de reencuentro con los propios espacios y los proyectos personales. 

Revisar el foco de los proyectos personales y familiares, las expectativas y ver todo lo que aún queda por transitar. En esta nueva realidad es importante la expresión de emociones sinceras y el compartir miedos y tristezas. También es un buen momento para redescubrir potencialidades, es conveniente comprender esto como una etapa de aprendizaje, y realizar actividades que pueden afirmar el sentido de vida.

 

*Doctor en psicología, docente, tallerista y autor. @calvoflavio