OPINIóN
Elecciones 2023

Elecciones en Argentina y dilemas políticos en un escenario tripartito

Massa Milei
Massa Milei | Agencia NA

En Brasil el llamado Centrao conjunto de partidos de centro o de su territorio próximo, hace décadas que no consigue tener un Presidente, salvo en el caso del Vicepresidente Michel Temer que completo el mandato de Dilma Roussef, Presidenta electa por el Partido de los Trabajadores (PT), liderado por Lula. Temer asumió la Presidencia luego de la destitución de Dilma. En la última elección presidencial que enfrentó a Luis Inacio Lula da Silva con Jair Bolsonaro, que competía por su reelección, se oponían dos contendientes con fuerte nivel de rechazo, en un marco de muy alta polarización política y una profunda grieta. Ganó Lula, encarando una decidida y temprana carrera hacia el centro en cuyo camino un momento de clímax fue la manifestación de apoyo del expresidente Fernando Henrique Cardoso (FHC), fundador del Partido de la Social Democracia Brasilera (PSDB, centroizquierda) y figura emblemática de la política brasilera de las últimas décadas.

Lula y FHC se opusieron fuertemente en el pasado y su decisión sembró la confusión, el enojo de líderes de su partido y debilitó la candidatura de la candidata del PSDB. La caminata al centro de Bolsonaro fue tardía y sin energía. Lula ganó la elección, pero Bolsonaro perdió por muy poco. Los candidatos del Centrao no figuraron, pero su base parlamentaria sigue jugando un rol determinante en la política brasilera. Y esto es así desde hace décadas. Desde el Parlamento, esta fuerza con una importante representación en cantidad de diputados y representación regional es ineludible en el gobierno. Condiciona, negocia las leyes propuestas por los sucesivos ejecutivos de uno u otro Presidente, propone legislación, y expresa demandas regionales, obtiene privilegios, en ciertas circunstancias promueve transacciones non sanctas. En el curso de las diversas Presidencias incorpora Ministros al gabinete del ejecutivo y según algunos es un factor de estabilidad y moderación. Según otros cristaliza prácticas que bloquean los programas de reformas de los sucesivos gobiernos.

Sergio Massa en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP)
Como ministro de Economía, Massa lidió durante la campaña sin poder mostrar éxitos de gestión.

Después de la primera vuelta electoral en Argentina, tres candidatos a la Presidencia -Bullrich, Massa y Milei- se repartieron el voto popular nacional en un rango del 25-35%. Pasamos de un sistema de dos bloques de las últimas elecciones a una nueva configuración de tercios, pero – a priori - con agendas aún más polarizadas que en el pasado por la incorporación al escenario político de Javier Milei. Un candidato disruptivo antisistema, como han emergido en otras latitudes, en el caso de nuestro país con un partido nuevo. Dejaremos para otros artículos la caracterización del fenómeno político Milei en relación con otros emergentes de la política contemporánea como Trump, Bolsonaro, Orban, Marine Le Pen, Vox, Meloni, por una de las bandas del guion antisistema. Dejaremos también para otro artículo la discusión sobre el camino de los tres bloques al resultado de la primera vuelta, las tácticas, las campañas y los inesperados eventos de farándula política y corrupción.

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A medida que avanzaba la campaña Massa fue más Massa, más Frente Renovador, menos FdT, y en las últimas semanas fue solo Massa.

Inmediatamente después de informados los resultados de la primera vuelta, quedaron en la contienda Massa y Milei, los dos candidatos lanzaron una carrera desenfrenada hacia el centro. En el caso de Sergio Massa, sin desentenderse del ideario y la liturgia del Frente de Todos, omnipresente, bajo sus diferentes apelaciones en los últimos 20 años de vida política del país, el candidato del Partido Renovador comienza a evocar y convocar a la Unidad Nacional en la campaña de primera vuelta, tal vez, preparando el terreno para el milagro de su paso al balotaje. Si bien el candidato de Unión por la Patria es el más votado, obtiene 3 millones de votos menos que el ticket Alberto Fernandez-Cristina Fernandez Kirchner en 2019. Pero Sergio Massa realiza una elección difícil de imaginar tanto para la oposición como para su campo político.

Es un ministro de Economía, candidato a la Presidencia, desprovisto de éxito alguno de gestión. Recibió de sus predecesores una situación económica de gran fragilidad, y después de más un año en el cargo, el país se encuentra al borde de un descalabro económico y social mayúsculo, ya inmerso en condiciones inflacionarios de los años 80 y coqueteando con un estallido hiperinflacionario. Otro Ministro de Economía político, no economista, Fernando Henrique Cardoso en Brasil, organizando un equipo de economistas extremadamente competentes derrumbó la inflación con el Plan Real y se eligió dos veces Presidente. No es este el caso de Sergio Massa, con una performance de la economía impresentable para un candidato a algo. No solo superó por más de 10 puntos a la oposición de Juntos por el Cambio, con experiencia de gobierno y equipos de gestión sólidos, pero que acarreaba una administración que no terminó de forma exitosa, pero también superó a Milei, un candidato disruptivo, sin historia de gobierno para explicar. Un inmigrante a la política argentina, irreverente, con una estética antisistema, que sintoniza con la frustración social y la demanda de cambio, y encarna una liturgia económica con aromas de pastor evangelista que desafía el statu quo de la corrección política.

A medida que avanzaba la campaña Massa fue más Massa, más Frente Renovador, menos FdT, y en las últimas semanas fue solo Massa. Si Massa gana el balotaje gana casi solo, si bien son determinantes los votos de la Provincia de Buenos Aires, bastión de Cristina Kirchner. Esta situación conlleva una tensión evidente a futuro, y una reconfiguración en el liderazgo del peronismo. En PBA Kiciloff realiza una gran elección, con pergaminos de gestión difíciles de visualizar. ¿Pero CFK y Kiciloff traccionan a Massa o los renovadores argumentaran que después de las PASO los intendentes del conurbano y Massa traccionaron a Kiciloff? Aquí hay una correlación evidente entre los votos CFK-Kiciloff y Massa pero como identificar la causalidad. En cualquier caso, es esta la base del conflicto de poder a futuro al interior del kirchnerismo ampliado o del pan peronismo. La representación política de CFK no solo retiene la Provincia de Buenos Aires, y un gran número de municipios pero también una importante bancada parlamentaria nacional. Sin embargo, Unión por la Patria no tiene quorum propio, y ha perdido varias provincias que pasaron a Juntos por el Cambio.

La Unión Nacional es un instrumento discursivo, electoral y de gobernanza para una Presidencia de Massa. El grado de polarización entre el Frente de Todos de CFK y La Libertad Avanza de JM es aún mayor que el que existía en la configuración anterior de dos bloques. Si bien Massa no es un candidato kirchnerista y su historia, e ideario es alérgico a la cultura K, el votante del FdT no tiene otro club mejor. Massa es un candidato posible para el peronismo no kirchnerista, y también para votantes de Juntos por el Cambio antilirchneristas refractarios al discurso, el programa y los modales de Milei. Si bien, por un lado la grieta se ahonda con la emergencia de Milei, Massa reduce la polarización discursiva con la Unión Nacional en la búsqueda del electorado de centro. Pero además, la búsqueda de acuerdos con el peronismo no kirchnerista, como el cordobesismo de Schiaretti, y fracciones radicales y del Pro es relevante para una recomposición del poder en un gobierno de Massa frente al bloque kirchnerista. Más allá del alineamiento natural de algunos, una bancada más amplia producto de nuevas coaliciones permitiría obtener el quorum en la Cámara, y es un factor de contrapeso frente a la base parlamentaria kirchnerista. La implosión de Juntos por el Cambio es en estas condiciones una bendición para Massa. Se abre un océano donde pescar.

Javier Milei también intenta girar hacia el centro, y su necesidad es aún mayor por una cuestión aritmética de 7% (37% de Massa vs 30%), pero veremos que su potencial de expansión es significativo. La primera vuelta sugiere que su programa de rebeldía con elementos discursivos libertarios, pero también otros socialmente conservadores, no solo genera incertidumbre en los mercados de capitales, pero también en franjas importantes del electorado. La liturgia de paladar negro parece encontrar un techo en la intención de voto y la búsqueda de un electorado más blando resulta imperiosa para ganar. En dos años, sin partido, su incursión explosiva en la política argentina es desconcertante. La carrera al centro de Milei no es solo indispensable para ganar, pero aún más que en el caso de Massa para gobernar. Dispone de una bancada de menos de 40 diputados, 8 senadores, y ninguna gobernación. Necesitaría equipos que nunca se niegan a un ganador, pero aun así su estructura propia es extremadamente débil. El viraje a la moderación es abrupto, poco creíble, pero inevitable para ganar. Su núcleo duro de votantes no cruzara la frontera y el reservorio de votantes antikirchneristas es el territorio a conquistar. La implosión de Juntos por el Cambio es también una bendición para Milei. Se abre un océano donde pescar. Massa y Milei tienen un objetivo común: sin guarda costas, como una formación de barcos factoría chinos, depredar el mar de Juntos por el Cambio.

Para Juntos por el Cambio, noqueado por el tsunami M&M, puede resultar aún más costosa la implosión de la coalición que la derrota electoral. Y probablemente la pérdida de este vehículo político también resulte una regresión de gran magnitud para un proyecto de nación republicana y portadora de progreso que revierta la decadencia secular del país. La respuesta de Juntos por el Cambio a la situación actual es tal vez la dimensión más interesante y desafiante del inesperado escenario político argentino. Evaluemos algunos escenarios y sus derivaciones.

En primer lugar, parece indispensable señalar que las coaliciones políticas son acuerdos entre partidos políticos diversos que dejan de lado la búsqueda de la pureza en aras de un núcleo de intereses comunes en la agende de gobierno. En muchos casos, parte de constatar la insignificancia política de estrategias solitarias para el acceso al poder y la gobernabilidad ulterior. Los ejemplos exitosos, pero también fracasados abundan. Sin ahondar en la historia política, en décadas recientes, se observan casos de coaliciones de mayor diversidad programática que JxC que se han sostenido en el gobierno y en la oposición durante prolongados periodos de tiempo. De la coalición de izquierda (socialistas y comunistas) que llevo a Mitterrand en Francia a dos Presidencias y 14 años en el gobierno, al actual gobierno de Macron en su segundo mandato que asocia a dirigentes del Partido Socialista, del Partido centrista y del Partido Republicano de centro derecha de los ex Presidentes Chirac y Sarkozy.

Más cerca la prolongada experiencia de la Concertación de Chile, en el gobierno y en la oposición, cuya implosión reconfiguro el escenario político trasandino llevando a una mayor polarización política. En Uruguay el Frente Amplio, un conglomerado de decenas de agrupaciones con un grado de diversidad muy superior al de JxC, que ha gobernado el país tres turnos Presidenciales, hoy en la oposición, mantiene su competitividad electoral. En la actualidad, y como contracara de este fenómeno político, los partidos tradicionales del país, Blanco y Colorado, asociados a otras fuerzas políticas han articulado una coalición de gobierno, para llegar al poder y cristalizar mayorías de gobierno. El Partido Demócrata de Estados Unidos es hoy una coalición que engloba corrientes que muestran un gradiente de distancia superior a JxC. Otros ejemplos abundan en el norte y en el sur. La visión política y la contextura emocional de los líderes de estas coaliciones, enmarcados en las circunstancias históricas de cada país explican seguramente, en parte, las diferentes experiencias. En cualquier caso, a la luz de una rápida observación comparativa la distancia de las agendas de los componentes de JxC no parece ser una fuente determinante de imposibilidad política.

¿Qué escenarios podemos configurar después de los resultados del balotaje? Una primera aproximación relevante para el contexto de gobierno del ganador está enmarcada en la economía del país y la probabilidad de éxito de la próxima administración. La situación económica y social es de una extrema complejidad y tanto la agenda de gobierno, como la demanda social son muy exigentes. Una política de estabilización que reduzca significativamente la inflación deberá ser encarada por cualquier candidato. Es este un objetivo de mínima para un gobierno exitoso. El país ha retornado a los años 1980s en materia inflacionaria y caracterizamos esta situación como un régimen de alta inflación. La literatura sobre estas experiencias, tanto en nuestro país como el análisis internacional comparado, es extensa.

La tasa de inflación anualizada hoy se sitúa en torno del 300%, y las condiciones de extrema inestabilidad monetaria, no permiten excluir una dinámica hiperinflacionaria. Un férreo control fiscal y una política monetaria consistente son inevitables. Pero el desajuste de precios que recibirá el gobierno electo se caracteriza por una extendida inflación reprimida asociada a un conjunto de precios, tarifas y el tipo de cambio fuertemente atrasados que requieren ser realineados para un programa de estabilización sustentable. La política puede ser gradual o de shock, pero en cualquier caso, estos ajustes producirán a corto plazo un impulso inflacionista, aun si las decisiones fiscales y monetarias apuntan en el sentido correcto. El estado actual de total ausencia de credibilidad, que no desaparecerá mágicamente con los anuncios del Presidente electo, implica que en el mejor de los mundos el efecto desinflacionario llegara más adelante en el tiempo. El impacto inflacionario inicial y la duración de esta primera fase de reordenamiento de precios dependerán del grado de gradualismo de la estrategia. Cuanto más gradual, menor será el impacto de aceleración de la inflación, pero más prolongado será el proceso de desinflación.

El reordenamiento de precios, una sustancial mejora de las cuentas públicas y una política monetaria consistente son condiciones necesarias, indispensables para crear las condiciones para una ulterior disminución de la inflación, pero estas políticas están lejos de ser suficientes para llevar la economía a una inflación moderada, digamos con prudencia, inferior a 20% anual. Desde las alturas inflacionarias de la actualidad argentina, este programa no permitirá por si solo conquistar la estabilidad de precios en un plazo corto. Hará falta una segunda fase que resultara ciertamente muy compleja y potencialmente frustrante, tanto para la población como para el Presidente electo. Se podrían discutir enfoques de estabilización como los planes Real en Brasil, Shekel en Israel, o de tipo Austral en Argentina en el gobierno de Alfonsín, alguna versión de la convertibilidad de los años 1990s en nuestro país, la dolarización o el gradualismo de más de 10 años en Chile y Uruguay hace algunas décadas. En resumen, quien asuma la Presidencia deberá domar una economía endiablada. El éxito está lejos de estar asegurado.

Si gana Milei, su debilidad institucional es evidente, una bancada propia de 37 diputados, 8 senadores, y ningún gobernador. El acompañamiento de parte del PRO y según las leyes y políticas de que se trate de legisladores de otras bancadas nacionales o provinciales reforzara este contingente. Un Presidente ganador, si dispone de buenos articuladores políticos puede extender significativamente su aritmética legislativa. Pero en cualquier caso, por la composición de su propia bancada, sin historia común previa, muy diversa en sus orígenes políticos, el dispositivo político institucional del gobierno será inestable, y requerirá mucha destreza en la conducción. Si su política económica es exitosa, ciertamente podrá aspirar a la reelección. Este resultado es posible, pero improbable. El desafío económico no debe ser subestimado.

Javier Milei
Disruptivo y antisistema, Milei no carga con una historia política.

Pero, ¿como se articula la oposición en este escenario? Massa habrá perdido, y si bien la llegada a la segunda vuelta y una importante votación del Ministro de una gestión económica sin activos para exponer ante a la sociedad, es un resultado notable, habrá perdido. Después de la elección su capital político se resentirá significativamente. Se verá impedido a corto plazo se aspirar a cualquier posición de liderazgo en la oposición. Por el contrario Cristina Kirchner que se ha instalado en una posición secundaria en la campaña de Unión por la Patria, con participaciones de muy baja intensidad encontrara condiciones inesperadas para una resurrección como pasionaria de una resistencia a un gobierno ideal para el imaginario de la polarización guionada por Ernesto .Laclau y Chantal Mouffe.

Si Massa proponía astutamente la Unión Nacional, y fiel a su historia política personal, durante la campaña, se alejaba retóricamente del mantra kirchnerista en un tema tras otro, después de su derrota el país podrá instalarse en una grieta aun mayor que la del pasado reciente. Atrincherado sólidamente en la Provincia de Buenos Aires el kirchnerismo levantara las banderas de la resistencia al gobierno de Milei. El escenario de una nueva alternancia con el retorno al poder será un combustible para la acción política del campo “nacional y popular”.

¿Pero qué sucede con la ancha avenida del medio, siempre infructuosa, pero ahora ensanchada y resignificada? Que sucederá con el PRO, el radicalismo, el Cordobesismo peronista, y otros sectores provinciales o ideológicos de centro derecha y centro izquierda que la turbulencia y fisuras de Juntos por el Cambio han dejado confundidos, ¿qué guion pueden encarnar en este escenario? ¿Están condenados a deambular en la insignificancia nacional, conformándose con destinos provinciales, o algunos refugios sectoriales de poder? El dilema táctico y estratégico de la representación política de una parte importante de la sociedad argentina, que no comparte fragmentos relevantes de la agenda no económica de LLA, está en cuestión.

Javier Milei también intenta girar hacia el centro, y su necesidad es aún mayor por una cuestión aritmética de 7% (37% de Massa vs 30%), pero veremos que su potencial de expansión es significativo.

Y es aquí, salvando las distancias, donde nuestra referencia a la política brasilera y el rol del Centrao cobra sentido, como así también el de otras coaliciones en diferentes geografías. La reagrupación, reconfiguración y la construcción de agenda de JxC en este nuevo escenario es una tarea compleja pero ciertamente relevante para la estabilidad institucional y política del país, como así también para la viabilidad de un proyecto capitalista sustentable. Para ello hace falta una dirigencia con una visión clara y una capacidad de conducción de la numerosa representación de ese espacio.

Ciertamente, la frustración producto de la derrota, es inevitable, la falta de un mínimo intercambio y dialogo político para articular las diferencias de tácticas y estrategia, son evitables, como así también el arrebato retorico y el agravio, son evitables y dificultan el ejercicio de relanzamiento y empatía social. Pero la materia prima sigue disponible y hay mucho capital para esa industria: Decenas de diputados y senadores, 10 gobernadores (11 porque esta reconfiguración política debe incluir al cordobesismo como componente activo) y sobre todo una base social de gran magnitud, políticamente activa, potencialmente huérfana de representación nacional constituyen datos duros de la realidad de este momento del país. Después de 8 años de convivencia política de tradiciones e historias políticas diversas, la agenda de JXC mostraba más matices según el origen de sus dirigentes que grandes diferencias conceptuales. En todo caso, los conflictos de visión en diversos campos de la política pública son muy menores comparados con otras coaliciones mucho más longevas que he mencionado al principio de este artículo. Es conocido que construir es una tarea acumulativa tediosa y destruir es un ejercicio fácil con cierta fascinación de lo instantáneo, casi mágico.

La reconstitución de un proyecto político para esa extensa base social sobrepasa las viejas etiquetas y deben confluir todos los sectores que promueven un capitalismo de reglas. Esta coalición, hoy parlamentaria y de gobernadores se presenta como opción de gobierno a futuro, negocia las leyes con el gobierno, articula política con sus gobernadores y defiende los intereses de su proyecto de Nación. Miembros de esa coalición podrán participar a título personal del Ejecutivo, limitando los costos políticos de la coalición por el devenir del gobierno. El eventual fracaso de esta administración no dejara la escena política sin opción centrista racional de gobierno, evitando así un futuro de extrema polarización. Se cristalizaría como única alternativa el retorno de un liderazgo populista que ya ha mostrado su fenomenal capacidad e inteligencia colectiva para la conquista del poder, pero acompañada por una irrefutable incompetencia para la gestión económica y social de la Nación que se expresa en un estancamiento secular que condena al país a la decadencia.

Y si gana Massa? Sera para él un enorme triunfo personal, construido en contra de toda lógica, y se transformara en el nuevo liderazgo del peronismo. Si bien el kirchnerismo mantendrá una cuota de poder importante, en términos de representación parlamentaria, gobernará la Provincia de Buenos Aires y participará de múltiples estamentos del Estado, no será más la fuerza que lidere de forma indiscutida el gobierno nacional. Massa desarrollará su estructura de poder y tendrá una contundente legitimidad de origen por su elección. Diversos escenarios se abren en la relación del Presidente con los diferentes componentes de Unión por la Patria, pero el devenir político de Massa dependerá de la economía. El actual Ministro, ahora Presidente conoce perfectamente el grado de deterioro de las condiciones económicas y las severas restricciones que caracterizan la profunda crisis económica, y social del país. Massa hará efectivo su llamado a la Unión Nacional, porque es funcional a su estrategia política.

La derrota de Milei dejara a LLA es una situación de extrema debilidad, sin una estructura robusta, sin administraciones locales de peso, una bancada parlamentaria sin historia conjunta previa, y difícil de conducir para el liderazgo de LLA. Las líneas de conexión directas o indirectas con Massa y el Partido Renovador se reactivaran. Es probable que muchos legisladores se integren o acompañen las iniciativas del ejecutivo.

En ese caso Massa se acercara a la mayoría en diputados y reforzara con representantes de algunos gobernadores un bloque propio de contrapeso al kirchnerismo dentro de su coalición. La gobernabilidad de esta administración se verá robustecida. Podría emerger una nueva hegemonía con un centro de gravedad diferente al de los gobiernos kirchneristas. Esta situación impulsara las virtudes de la agenda de gobierno, pero también sus vicios.

La fracción del PRO y algunos radicales que acompañan a Milei habrán perdido su apuesta y enfrentaran una encrucijada para reubicarse en el tablero político. Otras fracciones, tanto del PRO como del radicalismo y otros partidos serán invitados a participar de diversas formas en el nuevo gobierno que intentara así diluir a la oposición. Esta arquitectura podría ser funcional al Presidente, en caso de una confrontación con parte del kirchnerismo, en particular frente a los costos iniciales de una política de estabilización económica. Si el programa económico de Massa es exitoso, como en el caso de Milei, o tal vez aún más, el Presidente, en ausencia de un cisne de colores no convencionales, podrá aspirar a la reelección. Pero si el éxito económico es posible, es también improbable para Massa.

Nuevamente la experiencia del Centrao de Brasil nos abre un guion para JxC, que deberá reunir a las diferentes alas de esta corriente y sus bases sociales. Evidentemente, el reencuentro requerirá la aceptación de una segunda derrota para las fracciones que acompañaron al candidato perdedor, y la inteligente generosidad política de aquellos que mantuvieron mayores grados de neutralidad en el transito electoral. La estrategia política de la coalición debe considerar los escenarios tanto de éxito, como de fracaso del gobierno electo.

Dado que la probabilidad de fracaso no es menor, reconstruir y robustecer la oposición y una opción de alternancia es una estrategia dominante. Sigue aquí igual argumento que en el caso de un triunfo de Milei. La coalición reconfigurada frente a un gobierno de Massa acompañara las leyes alineadas con la agenda de estabilización y reforma dirigida a encaminar el país en un sendero de desarrollo económico y social sostenido. Pero será una oposición sólida frente a tentaciones de populismo institucional o practicas anti republicanas.

 

* Paris School of Economics y Ex Secretario de Comercio