OPINIóN
Análisis

Deconstruir el Corán: el feminismo en Afganistán

Además del conflicto internacional de intervención en el territorio y la historia de Afganistán como disputa entre la Unión Soviética y Estados Unidos, la situación actual pide otro tipo de feminismo.

Mujeres protestan en un Kabul sin talibanes en 2009.
Mujeres protestan en un Kabul sin talibanes en 2009. | AFP

Tras la toma del gobierno afgano por los talibán, comienzan a surgir muchas aristas de un conflicto urgente. El extremismo y la vulneración de derechos son protagonistas. Hace falta leer las 29 prohibiciones del régimen Talibán a las mujeres para entrar en la dimensión del horror.

La Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA) publicó una lista tan solo aproximativa de estas prohibiciones. Desde no poder salir de su hogar sin la presencia de un hombre, no poder acceder a la salud y la educación, hasta ser lapidadas y azotadas si no cumplen alguna de estas interdicciones.

La noticia fue terrible, dio a conocer la condición injusta que viven las mujeres y la ausencia total de derechos. Lo primero que hacemos muchas veces, desde nuestra mirada occidental, es pensar que el problema se debe a la propia cultura islámica. Suponemos que las afganas al pisar tierra de otros países, se arrancarían el Burka (el velo). Como si desprenderse de la ropa que las cubre casi por completo, fuera desprenderse del patriarcado. ¿Pero qué pasa cuando el velo es una decisión? ¿Es machismo o es identidad?

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Además del conflicto internacional de intervención en el territorio y la historia de Afganistán como disputa entre la Unión Soviética y Estados Unidos, la situación actual pide otro tipo de feminismo. Estamos para todas, pero no todas tienen la misma cultura.  En el mensaje de repudio a lo que tienen que vivir las afganas bajo el régimen talibán, suelen esconderse pensamientos coloniales; eliminar las creencias bajo el símbolo de la “modernidad”. Muchas mujeres afganas están pidiendo que se las deje de tomar como rehenes de una identidad. Ellas elijen creer en el islam, como también hacen una relectura del Corán con perspectiva de género. ¿Pueden convivir ambas?

En conversación con Belén Torchiaro, politóloga, musulmana y feminista, se refiere a la problemática del feminismo occidental de la siguiente manera: “Una de las formas de acallar la revolución de las musulmanas es reproducir o eliminar la cultura islámica. No podemos pensar el mundo no occidental sin pensar en todos los fenómenos religiosos que se dan en ese mundo. El centro de poder en las sociedades islámicas es la religión. El feminismo ataca todos los centros de poder. Eso no significa negarlos, sino cambiarlos. Hay una cita de un clérigo marroquí que dice: ‘a mí me resultan más peligrosas las feministas islámicas que las feministas agnósticas o ateas, porque ellas simplemente niegan la religión. Las verdaderamente peligrosas para nuestro sistema son las feministas islámicas’”.

A lo que agrega: “Yo soy musulmana pero siempre me contaron la religión los hombres. Ahora voy a leer el Corán yo. Hay un feminismo occidental que nos dice abandoná parte de tu identidad para ser feminista.  O dejas tu cultura o dejas el sometimiento. Un ejemplo claro es idea de que las afganas cuando lleguen a Estados Unidos lo primero que van a hacer es sacarse el Burka (velo) para ponerse un bikini. Como si eso fuera llegar a nuestra libertad”.

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Las afganas se encuentran entre la espada y la pared. Se las victimiza si eligen sus raíces, y se las oprime en sus territorios. Machismo y mundo islámico se representan muchas veces en medios y redes sociales como inseparables. Una cultura destinada a la barbarie. Que la violencia se manifieste de forma extrema no significa que sea inherente a un lugar específico.

Pero, ¿qué sucede con la historia del catolicismo? La caza de brujas, la quema de mujeres, formaba parte de una religión cristiana. Hoy en día no existen tales vulneraciones de derechos. La Biblia cambió, y sigue siendo la Biblia. ¿Por qué no podría pasar lo mismo con el Corán?

 

El consumismo del horror

La circulación de fotos de las mujeres afganas varias veces apuntan a generar consciencia y pedir ayuda; otras fomenta esa mirada salvacionista de occidente. No es lo mismo extirpar el patriarcado del Corán, que combatir el islam en sí mismo. Feminismo y colonialismo se confunden en una misma causa.

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Escuchar a la resistencia de las afganas en estos días tan conflictivos resulta fundamental. Desde la Fundación Amal Argentina se está pidiendo que nuestro país firme por el patrocinio comunitario como opción de reasentamiento para la población Afgana. Podría ser un aporte pequeño pero crucial para colaborar con la crisis humanitaria y posicionarse políticamente ante la caída de Kabuly la toma de poder por parte de los talibán.

Apoyar a las afganas no es reducirlas a victimas sin voluntad. Existe una lucha feminista y religiosa a la vez.  Quizás estemos por presenciar una nueva lectura del Corán.

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Todavía existen demasiados prejuicios respecto al Islam. Antes la excusa era la fata de información, pero ahora que hay medios suficientes, el que no quita los prejuicios es porque no quiere. Creo que se trata de un sentimiento de superioridad moral que da sensación de falso bienestar y, además, es la cuna del racismo”, Wadia N Duhni, musulmana feminista.

 

 

* Inés Menéndez Hopenhayn. Comunicadora. Antropología en curso. Activista feminista.