Las circunstancias derivadas de la pandemia del Covid-19 han puesto sobre la mesa un tema que hoy está en boca de todos: la mal llamada “liberación de patentes”. Es un asunto que atrae al público y despierta muchas sensaciones, por lo que me resulta muy preocupante escuchar voces importantes de la economía mundial que alzan su voz afirmando que la solución a la pandemia es “liberando las patentes”, cuando esto no hace más que confundir a quien los escucha.
Es indiscutible que la pandemia generó un desconcierto sin precedentes que impactó gravemente en todas las capas sociales y realidades socioeconómicas. En este sentido, la gravedad de la situación amerita medidas urgentes y extraordinarias.
No es menos cierto, sin embargo, que ya hemos vivido situaciones de crisis sanitarias tal como fueron los eventos del ántrax, post 11 de septiembre del 2001. Estos recuerdos despiertan en quienes lo hemos vivido, sensaciones similares a las que transitamos ahora. En aquellos casos la protección de las patentes también fue un tema de discusión.
Es indiscutible que la pandemia generó un desconcierto sin precedentes que impactó gravemente en todas las capas sociales y realidades socioeconómicas.
Con más de 30 años de experiencia en Derecho de la Propiedad Industrial, asesorando a inventores y equipos de investigación, siento la confianza suficiente para afirmar que de la crisis actual se sale sin dañar el sistema de patentes. La solución es justamente la contraria: mostrar al mundo que, gracias a los esfuerzos de sectores privados y públicos, se pudo investigar y desarrollar tratamientos contra el virus en tiempo récord. Los resultados fueron vacunas de diverso origen que mostraron índices de efectividad asombrosos para la velocidad con la que se desarrollaron.
El futuro no debe ser anti-patentes, sino que debe sostener un sistema sólido de protección de invenciones. Ya se ha probado que las patentes son absolutamente necesarias para generar el ámbito adecuado que permita seguir invirtiendo en más investigación y desarrollo, no solo para reducir los efectos indeseados de las actuales, sino para mejorar la efectividad de las vacunas existentes y prepararnos para futuras mutaciones del virus así como de otras enfermedades.
Usufructuar los derechos exclusivos que otorga una patente en forma transitoria no necesita una declaración política sino que requiere poner en marcha mecanismos existentes en casi todas las legislaciones de patentes del mundo moderno. Si esa es la decisión, la solución ya existe y se encuentra en la propia Ley de Patentes.
El futuro no debe ser anti-patentes, sino que debe sostener un sistema sólido de protección de invenciones
Específicamente, en el caso de emergencias sanitarias, el sistema de patentes internacional y local tiene una serie de válvulas de seguridad que permiten a los gobiernos intervenir antes de que concluya el plazo de exclusividad que goza el titular de una patente para explotar su invento. Uno de los más importantes recursos son las “licencias obligatorias” y se han aplicado en gran cantidad de países en otras ocasiones con el objetivo de que terceros accedan a la tecnología patentada, en condiciones razonables de mercado.
En cierta forma, son como cualquier otra licencia, pero estas son forzadas por motivos de emergencia e implican un período transitorio en el que un gobierno puede permitir que empresas privadas o institutos gubernamentales fabriquen el invento. Cualquier sea el caso, las licencias compulsivas siempre involucran una compensación razonable para quien ha invertido tiempo, dinero y esfuerzo en lograr el invento patentado.
Es justamente el rol del Estado garantizar el acceso a las vacunas que todos necesitan y generar las condiciones económicas para que el precio de dichas vacunas sea accesibles
Es justamente el rol del Estado garantizar el acceso a las vacunas que todos necesitan (en mi opinión, solo a aquellos que no pueden procurarlas por sus propios medios) y generar las condiciones económicas para que el precio de dichas vacunas sea accesible. Esta negociación de la retribución de las licencias tendría que ser un tire y afloje, por un lado procurando velar por los intereses lucrativos de las empresas que invirtieron desarrollando las vacunas y por el otro luchando por garantizar el acceso a la salud y mejorar las condiciones sanitarias.
No necesitamos “liberar las patentes” sino que necesitamos más laboratorios públicos y privados que estén en condiciones de acceder a licencias -obligatorias o negociadas libremente- de las vacunas actualmente desarrolladas y las que habrá que desarrollar en el futuro. Para ello simplemente hay que recurrir a los mecanismos que la legislación ha puesto a disposición y aplicarlos en este caso.
El gobierno de Biden pidió la liberación de patentes de vacunas contra el Covid-19
El desarrollo de las vacunas contra el Covid-19 que se comercializan en la actualidad ya ha demostrado un nivel de cooperación entre empresas de la industria farmacéutica y distintos países sin precedentes. Los laboratorios han realizado sus mejores esfuerzos en sacar productos de calidad en tiempos impensados y la solución no es eliminando las patentes, sino apuntalando la producción y el abastecimiento.
Ojalá que políticos responsables e informados aclaren la actual desinformación y ayuden a fortalecer el sistema de patentes de invención, que es crítico para el crecimiento y bienestar de las naciones. Así lo manifestó con acierto el gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, al manifestar que “la protección de la propiedad intelectual es una fuente de innovación y debe seguir así en el futuro”, destacando que “los factores limitantes en la producción de vacunas son la capacidad de producción y los altos estándares de calidad, no las patentes”.
*Abogado. Ojam Bullrich Flanzbaum.