OPINIóN
PASO 2021

Mauricio Macri y Cristina Fernández, en el espejo del otro

La catástrofe electoral que sufrió el oficialismo no deja lugar a dudas: el voto castigo al gobierno fue durísimo y sin atenuantes.

Mauricio Macri y Cristina Fernández
Mauricio Macri y Cristina Fernández | Cedoc

En la víspera, el consenso entre los analistas era que lo que vendría después de la elección primaria del domingo sería una guerra de interpretaciones.

Si el gobierno podría vender como un éxito el ganar en la provincia de Buenos Aires a pesar de la merma de votos con respecto a 2019. Si la oposición podría mostrar su vitalidad luego de la derrota electoral de ese mismo año. Que distintos parámetros (cantidad de votos a nivel nacional, cantidad de bancas y quórum propio, quién ganaba y por cuánto la estratégica provincia de Buenos Aires) podían ofrecer lecturas distintas.

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Nada de eso finalmente ocurrió. La catástrofe electoral que sufrió el oficialismo no deja lugar a dudas: el voto castigo al gobierno fue durísimo y sin atenuantes.

Donde sí se presentan dudas es en la lectura de los resultados de cara a la definición de liderazgos en ambos espacios. ¿Cómo quedan las figuras de Mauricio Macri y Cristina Fernández, los ex presidentes que aún ejercen influencia en los dos espacios políticos del país?

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En el caso de Macri, el triunfo del domingo le debe haber producido una inmensa satisfacción, en vistas de que desde que dejó la Casa Rosada parece obsesionado en reivindicarse y demostrar que se equivocaron con él. Aunque tuvo la prudencia de correrse de la definición de candidaturas, se resiste a la jubilación (lo dijo explícitamente en un estudio de televisión) y lucha por mantener centralidad frente a los que quieren mandarlo al geriátrico de la política.

Pero Macri caería en un grave error si cree que esto es una reivindicación de su gobierno. Los candidatos de JxC ganaron en muchos casos escondiendo su parentesco con el ex presidente (un caso emblemático es Facundo Manes). Un intento de Macri de aumentar protagonismo de cara a 2023 sería una complicación al interior de la oposición. Me atrevo a sugerir que Macri debería mirarse en el espejo de Cristina a la hora de pensar su futuro: la actual vicepresidenta tuvo que ceder protagonismo para poder volver.  

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La actual vicepresidenta, por su parte, paradójicamente aumentará su centralidad. Si Alberto Fernández fue un invento de ella, es difícil no pensar que lo del domingo es un debilitamiento de su estrategia. Para decirlo claro: su idea fracasó. Sin embargo, lo del domingo la refuerza al interior del Frente de Todos: los únicos votos que quedan son los de ella (ni el albertismo ni el massismo hoy parecen sumar nada). Pero esto es un problema para el oficialismo: aunque en el Patria no lo reconocerán tan fácilmente, lo del domingo no fue por falta de kirchnerismo. Tal vez, Cristina también debería mirarse en el espejo de su contrincante y desobturar el surgimiento de un liderazgo renovado al interior del justicialismo. Su “jugada maestra” del 2019 tapó alternativas que estaban comenzando a aparecer: desde el Peronismo Federal a los gobernadores. Si los votantes perciben que en la oferta electoral peronista de 2023 (cualquiera sea) sigue terciando Cristina en las sombras difícilmente pueda renovar el contrato electoral de los votantes. Parecen olvidar que en 2019 lo que el albertismo prometía era moderación.

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Al final de cuentas, lo que se discute es la necesidad de los espacios políticos de ser capaces de liberar el terreno para permitir liderazgos renovados que renueven la conexión electoral. Porque cuando los votantes deslegitiman el sistema político, las opciones a las que recurren son siempre peores. No lleguemos a ese punto.