Oficialismo y oposición se encuentran sumergidos en tensiones internas. Cristina podría sufrir la creación de un sub bloque con Senadores enojados y aprovechando la aparente debilidad de no contar con la mayoría propia. En la oposición son fuertes los cruces por la presidencia de bloques e interbloques, al punto que obligó a muchos dirigentes a pedir calma tranquilidad.
¿Por qué sucede esto? No hay 2023 sin 2021. Aquellos que lo entendieron piden pista para ser parte importante en el 2023. La paridad de fuerzas alienta la competencia a sabiendas que no deben domirse. Porque si bien entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio obtuvieron más del 70% de las preferencias, hay un electorado que no se siente representado por ninguno de ellos y estaría proclive a votar opciones más extremas.
Por ahora no es una amenaza seria, pero sí latente y más aún si se muestra irresponsabilidad frente a sus votantes.
La estrategia de la polarización está perdiendo fuerza –al crecer el número de desencantados con ambas coaliciones– lo cual obliga, afortunadamente, a ser propositivos y creativos. Desde la Casa Rosada buscan la fórmula para ajustar sin que trascienda –el término “ajuste” ha sido la bandera kirchnerista por excelencia– y así poder concluir el acuerdo con el FMI. Curiosa paradoja.
Por el lado de Juntos, se observan dos cuestiones centrales. El crecimiento de la UCR y su deseo instalado de competir con candidatos propios de la mano de Facundo Manes. Y la disputa de dos claros liderazgos nacionales surgidos del PRO y que representan dos visiones –y electorados– distintos: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
El partido centenario tiene que elegir su nuevo presidente que reemplace al electo senador Alfredo Cornejo. De realizarse en este mes el triunfo sería de Gerardo Morales, lo cual atentaría contra las intenciones de Martín Lousteau y su grupo Evolución, que pide que la convención se postergue a marzo.
El ex ministro de economía junto a figuras como Martín Tetaz y Rodrigo de Loredo aspiran a sacarle la presidencia del bloque a Mario Negri, que en principio ya cuenta con el apoyo necesario para conservarlo.
Más allá de estas cuestiones, la mesa nacional de Juntos sabe que tiene chances de victoria en 2023 pero que debe ser responsable y, fundamentalmente, conservar la unidad que tanto costó. No es casual que una última medición ubica a Javier Milei como uno de los referentes de la oposición con peso. Por lo que representa, será bisagra fundamentalmente por el rechazo que el electo diputado genera en la UCR que lo tiene como un límite.
La política, pendiente de las internas
Pero bien es cierto que desde el PRO la medición pesa mucho. No es casual que lo hayan sondeado tanto Bullrich como el propio Macri. Su posible inclusión podría fagocitar la coalición.
Por último, no es menor seguir con atención declaraciones como la de Stolbizer o la postura que tomaría Monzó de armar un bloque (en principio no rompería con Juntos) pero que también tiran de la cuerda por el fuego cruzado.