Salgamos de las especulaciones políticas. Salgamos de las miradas sectoriales y pongamos todos los elementos sobre la mesa. Tracemos una línea a finales de noviembre de 2019 y establezcamos ese punto de partida. Hasta ese momento la situación era grave. Pero las estadísticas criminales bajaban: el 2019 había sido el más pacífico de los últimos 10 años. Y el 2018 había sido mejor que el 2017.
Y la policía de Santa Fe, con todos sus problemas internos y externos, tenía un plan. Sus oficiales reconocían los mandos. Se había aumentado la presencia en la calle. Había nuevos vehículos. Funcionaba un sistema de monitoreo preventivo. La situación, repito, era grave. En dos meses, se volvió gravísima.
¿Que pasó en la Provincia de Santa Fe, y particularmente en Rosario y La Capital, para que la violencia recrudeciera del modo en que lo hizo?
El dato es contundente: en lo que va del 2020 se produjeron 63 homicidios en la provincia de Santa Fe. En 2019,en el mismo lapso, hubo 37. Es el segundo peor registro de los últimos 10 años. Supera al 2013, detrás del trágico 2014. Algo pasó. Algo pasa.
Para el ministro de Seguridad Santa Fe, la ola de crímenes es "estacional"
El 11 de diciembre asumió Omar Perotti. Su discurso de asunción fue precedido por una ruptura de las relaciones con el gobierno saliente, Miguel Lifschitz. La ruptura fue total por parte del rafaelino. El argumento fue la sanción del presupuesto 2020. Perotti ordenó el levantamiento de las escasas reuniones de transición que se llevaban adelante. Su enojo es un asunto de interpretaciones. Más si se tiene en cuenta que la legislatura se encargó de modificar la ley, a pedido de los legisladores oficialistas.
Pero nada era excusa para romper el diálogo y la continuidad institucional. La decisión obturó la transición: No se habló lo elemental. No se hizo traspaso de información. No se establecieron parámetros mínimos de continuidad (aunque sea momentánea) de las políticas que se estaban llevando adelante. No hubo trabajo conjunto en nada. En ninguna de las áreas centrales hubo reuniones técnicas.
El gobierno entrante esperó la llegada del día y recogió las llaves en mano. El momento del traspaso fue otro desgaste de tiempo y energías: el discurso inaugural del mandatario agravó todo. Dijo que se acababa una etapa de complicidad entre "el delito y el Estado" (sic). Habló de complicidad y jamás ofreció un sólo dato que corroborara eso. Las relaciones rotas se rompieron más. Todo innecesario y evidentemente perjudicial, con un agregado fundamental: Miguel Lifschitz y los 28 diputados del Frente Progresista serán mayoría en la Cámara baja durante los cuatro años. Perotti los necesitará.
La asunción del Ministro de Seguridad Marcelo Saín trajo vientos más huracanados. Venía de ocupar un cargo en el poder judicial. Al mismo había accedido luego de ser asesor del Ministro de Seguridad saliente, Maximiliano Pullaro. No sólo se olvidó de eso, sino que apuntó todos los fusiles a la cabeza del ex ministro y de los jefes policiales que estaban a cargo de las Unidades Regionales. Generalizó una acusación contra los jefes, adujo falta de investigación interna dentro de la policía, anunció un Observatorio y verbalizó descalificaciones sobre la formación de la policía en general. Unos días más tarde, hizo público un mensaje de Whatshapp dirigido al Jefe de la Unidad Regional II porque "habían abandonado las guardias de los edificios públicos". Le dijo que si no lo hacía la cosa se iba a poner "picante". El mensaje precedió a la destitución del Jefe. El nuevo jefe duró 26 días. Ahí fue el Jefe de la Policía Víctor Sarnaglia el que se encargó de decir que la remoción era causada por la "falta de resultados operativos". Y desdijo al Ministro: "si tenemos tantos autos apostados en los edificios públicos, no tenemos para patrullar". No hay peor declaración que esa: las reglas del sentido común indican que no se puede advertirle a la población que no hay patrullaje. Lo hicieron. ¿Para quien era el mensaje? ¿A quién le sirvió? Lo cierto es que nada es más tentador para el delito, sobre todo organizado, que la confesión de la inacción del Estado.
Rosario: en 50 días hubo 40 homicidios por heridas de bala
Saín pateó un hormiguero sin tener siquiera un tubo de hormiguicida en la mano. Torpeza dicen algunos. Irresponsabilidad, dicen otros. En cualquiera de los dos casos, su accionar perjudicó el clima con todo el cuerpo policial. Se puede purgar a la policía. Pero con ella. Sin ella, el estado queda desguarnecido. Y eso pasa hoy.
En ese tiempo había comenzado la "matanza". El principal crimen, hasta entonces, fue ordenado por el Líder encarcelado de Los Monos, Guille Cantero. Lo hizo desde una cárcel Federal y con la libertad de usar su celular. Una situación que ya había sido denunciada y que provocó, entre otras cosas, la "rebelión" de sus subalternos.
Que en Rosario hay bandas narcos es tan cierto como que la mayoría de ellas "sufrió" el descabezamiento. Ahora es el propio Saín el que lo termina reconociendo porque le demandan a que las desarticule. Están desarticuladas. La discusión, claramente, es entre los herederos. Aunque Canteros siga dando órdenes desde la cárcel. El gobierno nacional está desconcertado: "tenemos muchos agentes federales en Santa Fe. Estaban trabajando bien y coordinadamente". Dicen desde el despacho de Sabina Federik.
Claramente la mayoría del personal policial santafesino está enojado con el Ministro. Su conducción de la fuerza se volvió una quimera. Es difícil conducir a quienes no lo respetan. O peor: a quién consideran que los humilló.
Rosario tiene un Jefe policial provisorio. Los policías dicen que no reciben lo elemental para funcionar. Nadie entiende la razón de la falta de recursos para seguridad. En la provincia hay dinero. El último informe público de fondos acusaba 12 mil millones en caja. Y todavía faltaban los 5 mil de la EPE, que no está pagando su deuda con Cammesa.
El oficialismo insiste con la necesidad de que salga una ley de "Necesidad". La ley incluye superpoderes para que el gobernador, rompa los contratos vigentes de obra pública. La oposición no quiere dejar en sus manos decisiones discrecionales. Perotti ya privatizó el Banco Provincial en 1995. Sus antecedentes no lo favorecen. Sus compromisos con quienes le financiaron la campaña tampoco. El gobernador,con plata, pide más poder. Y mientras tanto dejó de gobernar: a más de 60 días de haber asumido, todavía están vacíos muchos cargos de segunda y tercera línea. Los sueldos se pagan atrasados. No le pagan a ningún proveedor, y la economía local se ve claramente ralentizada. A los efectos de la crisis nacional, se le agrega la crisis autogenerada por el estado santafesino en los últimos dos meses. Todas las promesas del gobernador están sujetas a " que se sancione la ley de necesidad". Mientras tanto, no mueve un peso.
Santa Fe es la tercera provincia menos endeudada de Argentina. Este año casi no tiene vencimientos en dólares. Tiene la mejor calificación del país en transparencia de la administración de los recursos, según todos los organismos de financiamiento internacional. ¿Por qué entonces este estallido?
Que las bandas narcos hayan recuperado la calle no es una casualidad. Obviamente que la inacción policial es una de las razones. Pero la inacción es también, una clara falta de conducción.
Violencia narco: cumbre en la Casa Rosada por la seguridad en Santa Fe
Los narcos duplicaron sus víctimas en la Provincia porque se movieron fichas y se pateó un tablero delicado. No había plan para la reacción. Hoy se empieza a notar.
Sain y Sarnaglia cambiaron el discurso. Bajaron un tono y ahora reconocen que la cosa "es más compleja". Aún así cuando hacen declaraciones generan más polémicas que calma. Al ministro se le ocurrió decir que " los rosarinos creen que viven en un Cantón suizo" dejando entrever que el reclamo de la ciudadanía no tiene respuestas adecuadas. Hoy en una radio porteña dijo que las muertes son en cierta medida un asunto de "temporada".
A Sarnaglia y al propio Ministro se les caen de la boca diagnósticos: en dos oportunidades terminaron sembrando dudas sobre las víctimas, aún sin que los crímenes se hayan esclarecido ni los criminales detenidos. De soluciones, nada.
Los medios porteños se despertaron y empezaron a mirar a Santa Fe. El Ministro habla solo con ellos. En el medio, todo el ámbito político sabe que Saín le hizo una "huelga" a Perotti por disconformidad con la demora en las designaciones de su equipo. Se fue cuatro días a Buenos Aires, en medio del peor caos. Y twitteaba.
La respuesta a la pregunta del comienzo no es única. Pero claramente la ausencia de un plan lo complicó todo. Es hora de tregua política. Es hora de bajar las ambiciones imperiales del mandatario. Es hora de decidir qué respuestas le van a dar a la gente común,que con todas las razones a la vista temen por su seguridad y su vida.
Había políticas en marcha. Con todos los defectos que se quieran. Pero había políticas y Perotti decidió desactivarlas sin poner nada en su lugar. Solo discursos, echando culpas a sus antecesores. Se acabó el tiempo. Lo que hay son 63 muertos. Y lo que corresponde es que se empiecen a dar respuestas. Vinieron a eso. Esa fue la promesa. Y ahora tienen la obligación de cumplirla. Que pidan una mano. Que bajen el copete. Y que reconstruyan el clima político preexistente al 11 de diciembre. Será un buen primer paso. Finalmente Perotti llegó al gobierno bajo una sola promesa: PAZ Y ORDEN. Nada más alejado a esta realidad.