OPINIóN
Pandemia

Cómo ganarle al coronavirus sin arruinar la economía

Una pandemia de esta magnitud no da tiempo para estar pensando en teorías conspirativas o en quién se beneficia con esto. Hay que actuar y hacerlo ya.

Medicina del futuro
Medicina del futuro | bongkarn thanyakij / Pexels

Una pandemia de esta magnitud no da tiempo para estar pensando en teorías conspirativas o en quién se beneficia con esto. Hay que actuar y hacerlo ya.

El título no es una metáfora. Esta nota, es lisa y llanamente, el borrador de una propuesta.

Es sabido que el gran problema del COVID-19 no es tanto el virus en sí, ni su enorme poder de contagio y ni sus frecuentes graves consecuencias en la salud de los que lo padecen.

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El gran problema del coronavirus es que tiende a afectar seriamente las vías respiratorias. Ahí entonces empieza un efecto dominó. Los problemas respiratorios sumado a su habilidad de contagio se traduce en que un número importante de portadores. Al ser muchos los portadores, habrá un grupo considerable(algunos de ellos con edades avanzadas o con enfermedades previas) que requerirán un respirador para sobrevivir. Requerir de un respirador implica una intubación y requerimientos de asistencia ventilatoria mecánica (AVM). La AVM requiere asistencia 24 hs. de enfermeros y médicos. Cuando un número significativo de pacientes lo necesitan, aumenta en consecuencia el numero promedio de internados derivando en el colapso sanitario. Consumado el colapso,se habría de tener que elegir sobre a qué pacientes tratar y a cuáles no. Con lo cual se terminaría por decidir sobre la vida de ciertos pacientes. Ahí es dónde la ultima ficha de este dominó, cae. Hasta acá creo no haberte dicho nada nuevo.

Al dilema sanitario hay que agregarle los trágicos golpes a la economía derivados de la cuarentena obligatoria como medidas de prevención para que la curva de al contagio no suba exponencialmente y pase todo lo que se dijo en el párrafo anterior derivando en un cataclismo tanto económico como vivencial en toda la población. Con esto tampoco creo haber innovado en los aportes.

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Ahora ¿Cómo resolverlo? Al menos en un futuro. Aquí una posibilidad.

  • En un mundo que ya conoce e implementa la tecnología de impresión 3D, la compra y/o creación de muchos respiradores por parte del Estado no debería representar un escollo insubsanable, al menos contando con cierto tiempo de preparación para implementarlo.
  • Los espacios de internación tampoco serían un factor crucial, se podrían improvisar y/o crear.
  • El gran problema nuclear sería entonces el déficit de personal asistencial. (Que se debe en gran medida a dos factores, que faltan médicos formados en emergencia y que los médicos que están formados se quedan sin equipo de protección personal con lo cual se enferman y a su vez pasan a ser vectores de la enfermedad)

Para resolver la falta del personal médico hay que entender que sólo los médicos anestesistas, emergentólogos y terapistas están formados y entrenados con rigurosidad para intubar a un paciente y operar en el manejo del distress respiratorio (la dificultad que tiene el pulmón de intercambiar gases).

De estas tres profesiones el terapista es quien mejor preparado está para el seguimiento integral de pacientes en riesgo.

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Podría sugerirse, que en lugar de un terapista para 8 camas (cómo recomienda en situaciones normales la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva) podría haber 1 terapista para 16 camas y que éstos cuenten con la ayuda de médicos de otras especialidades(mientras se encuentren descomprimidos de otras urgencias y no formen parte de los factores de riesgo) subordinados a sus lineamientos. También debería aliviarse el tratamiento a partir de la telemedicina, es decir que terapistas desde pantallas puedan orientar a distancia a médicos de otras disciplinas sobre como tratar a pacientes con respirador.

Párrafo aparte, los médicos emergentólogos, son los que suelen estar encargados de intubar en las guardias, mientras que los anestesistas trabajan en quirófanos. Los anestesistas -expertos en intubación- bien podrían en una situación de crisis ayudar a los emergentólogos en las guardias en lugar de circunscribir mayormente su ámbito al quirófano.

Son varios los médicos, que según me han comentado, tienen miedo a ayudar no por no querer hacerlo sino por no saber como, esto genera miedo y parálisis.

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Estas operaciones son complejas y son justamente lo que requieren las descompensaciones graves de COVID-19.Para subsanarlas con una mayor prestancia¿sería efectivo exigir a todos los médicos de otras especialidades que complementen su formación dotándolos de estos conocimientos en curso básico y comprimido del manejo del paciente con requerimientos de asistencia ventilatoria mecánica  para poder aplicar de una manera aún más certera las recomendaciones que los terapistas les hagan por telemedicina, o bien, reaccionar lo mejor posible ante la eventual falla en el servicio a distancia? Un entendido, no yo, debería contestarlo.

Pero no sería sólo una coordinación eficiente de los médicos lo que hace falta. Los médicos son sólo una parte del personal asistencial necesario. Los enfermeros y kinesiólogos respiratorios sonasimismo fundamentales. Y ellos también escasean. ¿Podría exigirse en tal caso que profesionales matriculados en salud (tales como asistentes sociales, psicólogos, etc.), mientras no formen parte de un grupo de riesgo ni se estén ocupando de otras tareas igualmente urgentes, realicen un curso de para-enfermería (subsidiado por el estado) con el objetivo de socorrer a los enfermeros en sus tareas asistenciales con el objetivo de descomprimir la sobrecarga?. No me resulta tan arriesgada la propuesta si de salvar vidas se trata.

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Aún habiendo resuelto a grandes rasgos y en gran escala el faltante personal asistencial, también se necesitarían tareas de auxiliares, farmacia, esterilización, vestuario, limpieza y servicios de gastronomía.

Al menos para estos últimos tres también se podría seleccionar por edad, aptitud y situación laboral, a ciudadanos (no siempre inscriptos en el Ministerio de Salud) que puedan colaborar con esas tareas.

Algo queda claro: la cooperación de profesionales y ciudadanos para enfrentar una pandemia resulta vital y sería difícil de implementarse a nivel nacional de no existir un decreto que así lo exija. Ciertos gremialismos se han de suspender momentáneamente cuando lo que se decide es sobre la vida y la muerte.

Todo lo aquí sugerido no es “recomendable”, pero en tiempos de pandemia se han de tomar medidas extremas e inminentes.

Si el sistema sanitario no corriera riesgo de colapsar, el efecto dominó se invertiría: las medidas restrictas serían más acotadas, (circunscriptas acaso a la población en riesgo), se evitarían los enormes daños colaterales que conlleva una cuarentena, etc.

Hay quienes arriesgan que el 70 u 80% de la población se podría llegar a contagiar. Por lo cual, si bien la tasa de mortalidad para la enfermedad es baja, al ser tan alto el numero de contagiados los muertos podrían ser muchísimos.

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Cabe aclarar, que todas estas medidas no están hechas para menoscabar y menos reemplazar las rigurosas especialidades tanto medicas como de enfermería, sino para poder actuar con mayor amortiguación asistencial ante una pandemia cuyo tratamiento y seguimiento de pacientes tiene sus particularidades.

Algunas de estas medidas (no todas),podrían llegar algo tarde para su implementaciónal día de hoy, pero igualmente podría prevenir futuras situaciones. Respecto al costo económico de los cursos (ya sea presenciales y/u online) que requerirían y a los sueldos que habrían de pagarles a quienes se les endilguen estas tareas, se infiere que serían insignificantes comparados con los costos de una cuarentena y la parálisis total de la economía de un país.

“Esto es una guerra” dicen los dirigentes. Para las guerras existía el Servicio Militar Obligatorio (Colimba). Si se tratara verdaderamente una guerra se podría diseñar una “colimba” sanitaria. Esta vez, en lugar de preparar a los ciudadanos para matar, prepararlos para a curar.

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Si esto sigue creciendo exponencialmente y no salga en el mediano plazo una vacuna necesitaremos más personas que se arremangen y salgan a ayudar. Lo necesitamos mucho más que un aplauso autocomplaciente que nos ayude a dormir tranquilos llegada la noche.

No soy enfermero, ni médico, ni Ministro de Salud. Trabajo de psicólogo. Si bien me asesoré para escribir esta nota, serán bienvenidas las rectificaciones a los tecnicismos aquí esbozados. Escribí estas líneas persiguiendo un carácter global (no específico) a la consigna de ayuda comunitaria.


* Psicólogo y novelista. @llavemaestraok