En el año 1960, tras el triunfo de la Revolución Cubana, se publicaba en la isla caribeña un libro que explicaba la metodología de la toma del poder que los revolucionarios aplicaron para pasar de vivir en la sierra Maestra a marchar por las calles de la habana como libertadores.
El libro, escrito por el entonces presidente del Banco Nacional de Cuba y comandante de una de las columnas de la Revolución Cubana, Ernesto "Che" Guevara, plasmaba en sus primeras páginas uno de los aportes que la Revolución Cubana había hecho a la contienda política en la región: Cuba dio por terminadas las pacientes y pasivas esperas a que se dieran las condiciones necesarias para que las revoluciones tumbaran a los sistemas políticos de la época. En cambio, la novedad que traían los cubanos consistía en que focos guerrilleros políticamente radicalizados podrían generar estas condiciones mediante la lucha armada, arrastrando y convenciendo a la sociedad en su conjunto a derribar el statu quo.
Si bien la lucha armada pertenece al siglo XX, los nuevos protagonistas políticos o "outsiders" han surgido a partir de la formación de núcleos duros, minoritarios, pero políticamente radicalizados, que emergen mediante un violento combate retórico en el ámbito digital. Twitter, o “X” no es el ágora ateniense, es la Sierra Maestra postmoderna que concentra los focos de disputa, donde diversos grupos buscan generar las condiciones necesarias a fin de catapultar a sus candidatos. En 2016, el magnate Donald Trump, nacido curiosamente en la misma fecha que el Che Guevara (creer o reventar), aplicó precisamente este enfoque para llegar al poder en los Estados Unidos. Con el paso del tiempo, esta estrategia se ha transformado en un manual para alcanzar el poder en Occidente.
Desde 2016, hemos sido testigos del éxito arrollador de la aplicación de esta metodología. Incluso podemos observar cómo, en las elecciones de nuestro país en 2023, este formato de disputa política se contrapuso con el hoy antiguo esquema de "atrápalo todo". Hasta la llegada de Donald Trump, el método utilizado ganar las elecciones era un ejercicio mediante el cual los candidatos buscaban cautivar a la mayor cantidad de sectores de las fragmentadas sociedades contemporáneas; el ganador era aquel que lograra cooptar a la mayor cantidad de grupos que integraban el electorado.
La interna del Pro fue uno de los tantos escenarios donde estos dos modelos se enfrentaron. Por un lado, Horacio Rodríguez Larreta aplicó una estrategia de interpelar a todos los sectores, formando una amplia coalición, siguiendo el manual clásico previo a 2016. Mientras tanto, Bullrich radicalizó su discurso, movilizando a los núcleos duros del macrismo y proponiendo una dicotomía entre el cambio tibio y dialoguista versus el cambio combativo y real, con un eslogan claro: "todo o nada". La victoria de la exguerrillera fue aplastante, quizás ella sí haya leído alguna vez al Che Guevara.
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El caso del peronismo no fue muy diferente, ya que cuando Cristina optó por un candidato con un sólido respaldo de votantes que interpelan a sectores muy diversos, eligió la estrategia amplia de "atraparlo todo", pero fracasó en el intento. Sergio Massa era un candidato excelente para un presente que no es el actual. Además, algunos sectores del peronismo han tomado nota del hecho de que desde 2015 hasta las últimas elecciones, el peronismo ha tenido miedo de dar miedo. Y curiosamente, hoy los candidatos que dan miedo son precisamente los que tienen éxito.
Resulta cuanto poco morboso imaginar qué pensaría Guevara si viera como sus oponentes políticos usan su metodología y teoría del foquismo en contra de todos sus ideales de sociedad. Más allá de la ironía, es importante recordar los resultados de la discusión política en estos términos: la violencia retórica, a la larga, desemboca en violencia real. Lamentablemente es la metodología de nuestra época, y la creciente violencia política que vemos en el mundo es prueba de ello.
*Lic. Ciencias Políticas (UCA) y Maestría en Gobierno (UBA). Profesor de Gobierno y Administración de la República Argentina (UCA).
