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Morales: "Carrió es otra jodida, como Macri"

El gobernador se refiere al liderazgo en el peronismo, en otra edición de Periodismo Puro.

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Jorge Fontevecchia entrevista a Gerardo Morales | Juan Obregón

#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro


—Una fuerza política que se quedó sin más candidato que su propio presidente fue el Frente para la Victoria, con Cristina Kirchner. ¿Cómo imagina la vida de ella en el Senado?

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— Yo compartí varios años con Cristina Kirchner en el Senado. Nos sentábamos casi al lado. Es una persona inteligente, ha sido siempre buena legisladora, así que no descarto que lo sea ahora. El problema es que expresa un modelo agotado, un modelo que fracasó, nos hizo retroceder, nos fracturó como país y que, además, era muy corrupto. Pero siempre fue una hábil legisladora y una legisladora muy capaz. 

—¿Cómo imagina que será ahora, después de haber sido ocho años presidenta?

—Habrá que ver cómo se desarrolla el proceso dentro del bloque del peronismo. Qué hará el Frente para la Victoria, cómo termina siendo el rol de Miguel Pichetto ahí, y otros senadores importantes. Eso va a ser central.

—¿Lo ve a Pichetto liderando al peronismo?

—No sé. Cristina tiene su propia personalidad y va a marcar la agenda. Para mí, del Frente para la Victoria.

—¿Imagina un Frente para la Victoria separado del peronismo de Pichetto?

—Si no están separados formalmente, tendrán esas dos miradas muy diferentes. La de un peronismo responsable, un peronismo que intenta reconstruirse, que tiene que superar a Cristina. Porque el ciclo de Cristina Kirchner está agotado, totalmente, más allá de que pueda ser buena o mala legisladora. Se agotó desde el punto de vista político. Veo esa puja, que no solo se dará en el Senado. Será un debate del peronismo a nivel nacional.

—Pero en el Senado, lo ve imponiéndose a Pichetto.

—No sé si imponiéndose. Pero Pichetto tendrá, estoy seguro, un rol clave para el peronismo y para la gobernabilidad del país.

—Para que Pichetto pueda cumplir ese rol, antes tendría que imponerse sobre el Frente para la Victoria.

—No sé si el término es imponerse. Pero sí tener un núcleo duro, un núcleo importante de senadores que lo acompañen.

—Olvidemos la palabra “imponer”. ¿Podemos decir que para ejercer ese rol clave, Pichetto deberá tener la mayoría de los senadores peronistas, y que no lo tenga Cristina Kirchner?

—Sí, un número determinante, que puede ser mayoritario o no, pero decisivo e influyente para las decisiones que haya que tomar conjuntamente con el oficialismo en temas centrales para el país.

—Con su experiencia en el Senado y haciendo un pronóstico, ¿Qué número de senadores cree que logrará reunir Pichetto?

—Creo que Miguel Pichetto va a tener... va a lograr un número importante de senadores.

— Dicen en el PRO, desde antes de Cambiemos, que la recomendación era hacerse amigo de Morales más que de Sanz, porque lo que se decía era que el que contaba con los votos de los senadores radicales era usted. Más allá de su cordialidad con Ernesto, ¿Es correcta esa visión? ¿Tenía más influencia para conseguir los votos??

—No creo eso. Con Ernesto nos hicimos cargo en momentos muy difíciles del partido junto a otros dirigentes y, en general, el partido nos reconocía eso. No estoy en condiciones de decirle: “Yo tenía más o menos influencia que Sanz”.

— ¿Cómo fue su relación con Carrió, a pesar de que ocupaban Cámaras distintas?

—Buena. Y a veces también distanciada, bueno, así es ella. Yo siempre igual, eh. (Risas) Siempre la consideré y lo sigo haciendo, una dirigente importante para el país, con una inteligencia que llama la atención, y una personalidad muy  fuerte, jodida.

—Como Macri. Otra jodida.

— Sí, otra jodida. Somos varios los jodidos ahí... A veces no comparto su estilo, eso es verdad. Pero creo que ella lo apoya a Mauricio, apoya a Cambiemos y a veces hay que respetarle su mirada crítica. Ella es… Me parece que cumple un rol importante en Cambiemos, Lilita.

—¿Cómo imagina que puede evolucionar hacia el futuro esa relación de Carrió con Macri?

—Va a seguir igual, eso creo. Ella apuesta al gobierno, creo que en eso tiene una actitud responsable. Puede que haya algunas cosas que no le gusten a Mauricio, pero yo siento que la respeta, que la ve como una parte, una actora importante del frente, y para el gobierno.

—Preparando este cuestionario encontré un dato curioso, cuando asume en Desarrollo Social en 2000, con la Alianza, recordó que el padre de De la Rúa había sido interventor federal en Jujuy en 1963 y que era muy bien recordado en la provincia. En un principio hubo quien comparó, está visto que erróneamente, a Macri con Fernando de La Rúa. ¿Por qué logró gobernabilidad Cambiemos y no la Alianza?

—Porque son personalidades muy diferentes las de Mauricio y Fernando. 

—¿Toda la responsabilidad es de Macri o de De la Rúa?

—Es la conducción y la construcción, pero primero es la conducción. Mauricio tiene el coraje de afrontar decisiones, no tiene miedo, a veces los radicales le tenemos miedo a gobernar. Macri no. No teme a los problemas, sabe qué quiere, sabe a dónde va, no es de las personas que se le pase por la cabeza renunciar frente a un problema grave. Creo que ahí está la clave.

—Usó dos veces la palabra miedo.

—No tiene miedo, sí: dije eso.

—¿Esa es la característica que cree han tenido algunos radicales frente a circunstancias de gobierno complejas?

—En el caso de De la Rúa, sí. No en el caso de Alfonsín. Alfonsín tuvo el coraje para afrontar situaciones límite en una coyuntura histórica muy difícil. Yrigoyen lo hizo en su momento, solo para hablar del radicalismo. De la Rúa no tenía esa clase de personalidad fuerte, de liderazgo. La clave de la caída fue la falta de una mirada así. De hecho, en la salida de esa enorme crisis tuvieron mucho que ver Alfonsín y Duhalde. Yo asumía recién como senador, y tenía una reunión muy dura en el bloque de senadores: Alfonsín defendiendo la imposición de retenciones de un 20% de la soja y a otros productos, que creo fue una de las medidas más importantes que, entre otras, fueron clave de la recuperación. Pero bueno, De la Rúa no tenía esa personalidad y me parece que la responsabilidad ha sido básicamente de él.

—¿De la Rúa siempre fue así o la situación lo desbordó?

—No sé, porque una cosa es ser jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y otra cosa diferente es ser presidente de la República Argentina. Mauricio ha sido jefe de gobierno de la ciudad, pero hoy está demostrando que tiene la capacidad de presidir un país con no pocos problemas. Lo afronta. No le tiene miedo. Está bien parado, sabe hacia dónde va.

—Usted fue secretario de Desarrollo Social en 2000, un cargo similar al que hoy, por ejemplo, tiene Carolina Stanley. En aquel momento le tocó tratar de contener el estallido social que ya se veía emerger progresivamente, y que finalmente se concretó a fines de 2001. ¿Qué diferencia percibe con la Argentina que encuentra Macri, con un 30% de pobreza, y aquella Argentina pre estallido donde la pobreza era más o menos parecida?

—No. Son momentos históricos totalmente diferentes. Nada que ver. El disparador de la gran crisis social del 2001 es la salida de la convertibilidad. Ese fue un cerrojo que tuvimos que terminó de multiplicar la explosión.

—Usted recorrió el país durante un año, con gente de Desarrollo Social, provincia por provincia. En ese recorrido, ¿Cómo podría comparar ese país pre explosión 2001 con el actual?

—Complicado. Con la irrupción de organizaciones sociales que cubrían espacios a los que no llegaba el Estado, para solucionar problemas de la gente, Cuando nos hacemos cargo con Cambiemos también encontramos una situación parecida.

—Que luego lograr mejorar.

—Después se mejora con la recuperación. Con la aplicación de políticas activas para llegar a los desocupados, para fortalecer las redes de las organizaciones sociales.

—Al asumir su gobierno en Jujuy aumentó los miembros de la Corte Suprema de cinco a nueve, como había hecho Menem. Pero en su momento, como legislador, se había opuesto a ese aumento

—Era legislador provincial, en Jujuy. Lo que digo es que esa decisión era clave tomarla, porque la anterior Corte se oponía a la institucionalización del sistema de concursos para seleccionar jueces. Los cambios que hicimos, la gran reforma judicial que hicimos, mejoraron y sigue mejorando la calidad institucional de Jujuy. Cuando me hice cargo, tenía la posibilidad de designar 35 jueces, que hoy se designan por concurso, en función de la idoneidad. Hemos creado un tribunal evaluador, una suerte de Consejo de la Magistratura que, con la vieja Corte, hubiera sido imposible.

—¿No debilita moralmente a la justicia de Jujuy el tener, como afirman sus críticos, una Corte adicta, con mayoría?

—Al contrario. Porque de los nueve miembros hay cinco que vienen de la gestión anterior y cuatro de extracción peronista. Está Laura Lamas, que es una funcionaria histórica, sin pertenencia partidaria, y otros cuatro miembros que sí han tenido pertenencia al radicalismo. Además, los miembros que propongo, fueron votados por el Frente para la Victoria, lo que da la pauta de la calidad personal y de la idoneidad de las propuestas que hice. Fueron acompañados, que es algo que le presenté a la Comisión Interamericana, cuando fue a Jujuy. Toda la reforma judicial e institucional, se hizo para una mayor transparencia y más calidad institucional.

—¿En qué momento se aumentó de cinco a nueve la Corte?

—En diciembre, cuando me hago cargo y son votados los miembros casi por unanimidad. Salvo el voto de la Tupac. Pero el peronismo y el Frente para la Victoria votaron todas las propuestas que hice.

—En las posteriores votaciones de la Corte, ¿Hay disidencia?

—Hay disidencias, sí.

—¿Votan de manera distinta los cuatro nombrados?

—Hay disidencias, hay independencia.

—Esas disidencias ¿Se alinean, digamos, en coherencia con su procedencia?

— Hay disidencias. Funciona muy bien, en salas. Además es un mandato de nuestra Constitución. Nuestra Constitución nos ponía el mandato de convertir al Superior Tribunal en salas, crear salas. Hoy hay cuatro que están funcionando, de manera mucho más dinámica.

—¿La corte de nueve miembros está dividida en salas?

—Está dividida en cuatro salas, que es lo que impone nuestra Constitución. No se podía con cinco miembros, pero el aumento de los miembros de la corte es porque antes de que asumir, luego de que ganara la elección, los miembros de la corte anterior dictan una acordada cuando hago público el proyecto de creación de ese Consejo de la Magistratura diciendo que estaban en contra, porque era inconstitucional. La clave del aumento de los miembros tuvo que ver con mejorar la calidad institucional, funcionar con un sistema que tenga mayor transparencia.

Podés leer la entrevista entera de Fontevecchia acá.