El ex presidente de la Cámara de Diputados Alberto Pierri dialogó con Jorge Fontevecchia en el ciclo de Periodismo Puro que se emite los domingos por NET TV y consideró que tanto el grupo de medios Clarín como la propia vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner deberán dar vuelta la página que acumula tensiones entre ambos.
Además, Pierri se refirió a su relación con CFK en los tiempos en los que era diputada del mismo bloque.
—En los diez años que fuiste presidente de la Cámara tuviste a Cristina como diputada. ¿Cómo era la relación con ella?
—Espantosamente mala (se ríe). Porque tiene un carácter que nadie desconoce. En ese tiempo a mí me tocaba ser la cara más dura del peronismo de la provincia de Buenos Aires, porque Eduardo Duhalde era el hombre bueno. Al principio fue difícil, después uno va generando relaciones. Pero ella venía de tener líos en el Senado.
—Estuvo dos años en el Senado y bajó a Diputados.
—Sí, y tuvo también su flor de despelote con el resto de los senadores. Después vino de diputada. Con el tiempo empezamos a tener una relación madura.
—¿Cambió la Cristina de entonces respecto de la persona que es hoy?
—Sí, claro. El tiempo nos hace madurar.
—¿Es el gran escultor?
—Uno entiende que va cumpliendo etapas. A veces me enojo conmigo mismo. Me pregunto cómo gasté tanto tiempo fuera de mi casa. Cómo no estuve más con mis hijos.
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—¿Creés que ella se pregunta por qué no se dio cuenta de que había cumplido una etapa?
—No lo he hablado, pero siento que algo de eso sucede. Hace dos años me invitó a su casa a cambiar ideas. Hablé con ella solo de vez en cuando. Fue dos veces presidenta. Dos veces. Creo que ahora siente que tiene una nueva responsabilidad, una enorme responsabilidad: que este gobierno sea exitoso, que el país salga de la pobreza extrema que estemos viviendo. Imagino que se va a querer ir con el bronce, de decir: “Recibimos un país con estos niveles de pobreza y vamos a dejar el poder con muchos menos”. Porque todo tiene un principio y un final. La vida misma es así. Quiero creer que va a ser así. Diferencias siempre hay: hay diferencias entre un matrimonio, entre amigos. Pero creo que va a primar la madurez.
—Se suele decir que Argentina es un país presidencialista y el que tiene el poder es el que tiene la lapicera. En este caso particular, ¿el poder lo tiene el que tiene la lapicera o quien tiene la mayoría de los votos?
—Hubo una intención bien clara de garantizar el resultado electoral. Porque uno puede generar cambios desde el poder. Los cambios se generan desde la conducción, y ella entendió que era fundamental incorporar todas las voces que pudiera para garantizar el resultado electoral. Así lo hizo y así ocurrió. Entonces no me imagino que ella quiera estar en el día a día. Algunos piensan que ser presidente es un deleite, pero es bastante diferente de lo que la mayoría de la gente cree: hay que levantarse muy temprano, hay que producirse, atender gente. El teléfono no tiene límites. Ella decidió muy bien, de la mejor manera. Es nada más ni nada menos que la vicepresidenta y tiene la responsabilidad absoluta del Senado. Además, su rol es adosar la experiencia al Presidente de los que puede considerar como errores propios para no volverlos a repetir. Puede ayudar mucho, porque hay cosas que se hicieron bien durante su gobierno y otras cosas que se hicieron mal. "Acá estamos todos mal. Tendríamos que evitar lo que sucede en otros países del continente."
—Por primera vez vamos a tener un peronismo con dos jefes. ¿Eso crea problemas en la cultura peronista?
—Creo que existirá una convivencia plena. La situación de nuestro país es más grave de lo que creemos. No hay lugar para discutir quién es más, quién tiene más poder, quien ejerce más. No hay espacio para eso. Sería una irresponsabilidad entrar a discutir cosas que no son importantes. Lo importante acá es que el país vuelva a ponerse de pie: las empresas, las fábricas, la industria, que es la más castigada de todas. Como sector, la industria está hecha pelota. Es esencial que vuelva a dejar de despedir gente, a incorporar personal, que vuelva a entrar equipamiento. Hay que recuperar lo más importante, para alcanzar el objetivo del que estamos hablando: la mágica palabra, que es “confianza”.
—Aquello borgeano de que los “une el espanto”: una situación tan grave que lleva a la cohesión.
—Es imposible pensar que en seis meses estemos festejando por la situación en que nos encontramos. No volveremos a viajar a Miami en seis meses. Eso no va a ocurrir, el que esté pensando en eso es porque no entiende. Estamos endeudados con una negociación que no puede esperar. El Gobierno tiene que tomar un montón de medidas, todas impopulares. No va a haber nadie aplaudiendo. Un día le va a tocar a uno, al otro día le va a tocar al otro, pero acá hay que entender es que son cien días fundamentales. Vamos a tener que estar todos incorporados: especialmente los que más tienen para aportar. No le vamos a pedir a la gente que no tiene para comer que haga el aporte. A esa gente le podés pedir, o garantizar, o hacerle soñar que va a tener un trabajo digno. No podemos seguir toda la vida viviendo de los planes sociales. Tenemos que ponernos como meta decir: “Esto tiene un principio pero logramos que de aquí a x tiempo esto se dé vuelta”.
—Se transforme en trabajo.
—No tenemos destino, si no. Hay generaciones que piensan que es un derecho no trabajar. En esto también el Gobierno debe hacer docencia: hay que volver al trabajo.
—¿Tenés alguna hipótesis de conflicto en relación con los temas judiciales vinculados con Cristina Kirchner? ¿Sus eventuales condenas crearán una tensión, más allá de los deseos que ella tenga de que le vaya bien a Alberto Fernández?
—Ya hace muchos años que estamos con estos temas judiciales: tuvieron un principio y tendrán un final. Hay cosas que quedó demostrado que estuvieron muy mal hechas. Un ejemplo es tener en prisión a alguien porque se le decretó la prisión preventiva sin haber sido confirmada por una sentencia firme. Es un disparate total. Pero también durante todo este tiempo tuvimos gente detenida más por una relación política que porque legalmente, judicialmente, tuviera que estarlo. La preventiva es aplicable para casos de personas que se pueden fugar, que pueden obstruir las causas o los movimientos judiciales. Quiero pensar que la política debe hacerse precisamente de una manera. No se puede hacer política a través de los jueces, sean federales, o penales. Puede gustarme lo que vos me digas o puedo estar en desacuerdo, pero eso es la política. Esperemos que sea real aquello de que se van a terminar los operadores judiciales, que existen desde hace bastante tiempo. Me gustó escuchar eso. La Justicia debe tener independencia. Lo mismo que el periodismo. Tenemos y debemos exigirnos una prensa libre. En distintas partes del mundo, y también acá, hay medios de comunicación, que además de tener su actividad como medio pretenden formar parte del poder. Entonces, esto lo tenemos que resolver entre los periodistas, entre los medios, entre todos los que tengan que participar para garantizar la libre expresión. Vos te podés enojar por lo que yo diga, puede no gustarte, pero no me vas a hacer una causa porque yo dije algo que a vos no te gustó. "La pérdida del valor de las empresas en estos últimos dos años fue única en la historia."
—Tenés una empresa muy importante de conectividad y además un canal, el 26, y Radio Latina. ¿Imaginás cierto grado de tensión entre Cristina Kirchner y Clarín?
—Hay que mirar para adelante. No podemos estar mirando para atrás, sinceramente lo digo. No es que quiera evitar el tema.
—¿Cristina Kirchner lo hará?
—También tendrá que hacer su reflexión. Cualquier medio, vos hablabas de Clarín, deberá hacer su reflexión sobre cómo deberá modificar de acá en adelante su actitud. Una de las prioridades sobre las que el Gobierno debería apuntar es la defensa de la industria nacional, y eso también debiera pasar en el mundo de las comunicaciones. Clarín es una empresa nacional, así que tenemos que desear que le vaya bien. La tuya es una empresa nacional. Debemos defender a los nuestros, no solo en el mundo de las comunicaciones. En todo lo que sea, para mí lo nacional está primero, es de las cosas que se discuten en el mundo, porque vos fijate, hasta hace poco Chile era la niña bonita de la región: libre mercado, todo abierto y mirá el despelote que se armó, como terminó. Opino que cuando se genera este tipo de situaciones de las enormes diferencias entre sectores, más tarde, más temprano, explotan. Aquí por suerte no ocurrió, pero también está ocurriendo en Bogotá. La política es la que debe velar siempre para que esas enormes diferencias entre gente de menos recursos y gente con muchos recursos no sean tan exageradas.
Leé acá entrevista completa de Jorge Fontevecchia a Alberto Pierri
J.D. / M.C.