Máximo Kirchner fue dado de alta ayer, después de una semana de internación en el Sanatorio Otamendi, en la Ciudad de Buenos Aires. El hijo de la Presidenta fue operado el sábado pasado de un absceso hepático. Aunque este tipo de intervenciones requieren una internación de 48 a 72 horas, en este caso se prolongó a la espera de que se normalizaran los glóbulos blancos. El absceso hepático fue una consecuencia de una diverticulitis en la zona del colon. Para bajar la inflamación y que desaparezca la infección, Máximo fue sedado y operado de manera percutánea: se le introdujo un catéter y se le hizo un lavado. Después de salir del Otamendi, por la tarde, fue trasladado a la Quinta de Olivos.
Fuentes médicas indicaron que habrá que ver qué hacer con la parte del intestino que fue la causa de la infección. “Lo más probable es que merezca, a futuro, una cirugía para quitarla”, explicaron.
Dos días antes de quedar internado, Máximo fue al Otamendi a hacerse un estudio de laboratorio previo a la operación. Tenía un dolor fuerte en la zona del colon desde hacía días. La intervención estuvo a cargo de los doctores Pedro Ferraina y Francisco Suárez Anzorena. El hijo de la Presidenta pasó la operación sin problemas. Cristina Kirchner, que estaba en Santa Cruz, se tomó el avión a Buenos Aires, para acompañar a su hijo. La afección que sufrió Máximo no es común, pero la operación no es nada compleja y la recuperación, por lo que dicen las fuentes médicas, es sencilla.
La familia presidencial suele elegir el Sanatorio Otamendi para atender sus problemas de salud. Florencia Kirchner tuvo a su hija allí; y la propia jefa de Estado concurrió varias veces por distintos motivos. La madre de CFK, Ofelia Wilhelm, también fue asistida en la clínica donde le retiraron el útero. Y algunos funcionarios del gabinete se internaron en el Otamendi.
Máximo tiene 38 años, y fue electo recientemente diputado nacional por Santa Cruz. Es el líder de la agrupación La Cámpora, espacio leal a los intereses de Cristina Kirchner.